La sociedad argentina calcula beneficios y perjuicios de las nuevas medidas económicas del gobierno, que acaban con el mercado dual de cambios, liberan la cotización del peso y pasan a moneda local depósitos, deudas y contratos pactados en dólares.
El presidente Eduardo Duhalde dijo este lunes que el nuevo plan económico «no puede conformar a todos» y por eso no espera «hurras» de la población, aunque reiteró que «el hilo conductor, estratégico, es impulsar la producción muy rápidamente en todo el país» tras casi cuatro años de recesión y alto desempleo.
Sin bancos ni mercado de cambios hasta el miércoles, las reacciones ante las medidas presentadas el domingo el ministro de Economía, Jorge Remes Lenicov, se conocieron este lunes a través de la opinión de ciudadanos comunes, empresarios, exportadores, banqueros, economistas y analistas en general.
El empresario Claudio Arditti, propietario de una empresa de indumentaria escolar, dijo que actualmente vende 60 por ciento menos que hace un año, cuando tampoco obtuvo buenos resultados. «Teníamos competencia de Corea (del Sur), de China, y también del contrabando», dijo.
Con las nuevas medidas, Arditti espera que el futuro sea mejor, pero advirtió que «el presente es pésimo». Las fábricas de tela que proveen a su sector están en convocatoria de acreedores, dijo, y manifestó su temor de que «el oxígeno llegue cuando el paciente ya esté muerto».
El lanzamiento del plan debió postergarse 24 horas tras la declaración de inconstitucionalidad del decreto que limita la extracción de efectivo de los bancos, emitida el viernes por la Corte Suprema de Justicia.
La sentencia abre la posibilidad de una fuga masiva de depósitos, y por eso el gobierno debió modificar algunas medidas.
El Poder Ejecutivo decretó este lunes la suspensión por seis meses todas las acciones judiciales contra las restricciones al retiro de efectivo de los bancos, denominadas «corralito».
Al mismo tiempo, el gobierno y el parlamento aceleraron el proceso de juicio político contra los miembros de la Corte Suprema por mal desempeño en sus funciones.
Miles de ciudadanos se reunieron el domingo en asambleas barriales. Ese mismo día se registraron «cacerolazos» en protesta por las nuevas medidas, que incumplen la promesa de devolver depósitos en dólares a los ahorradores que los hicieron en esa moneda. También se anunció un «cacerolazo» para este viernes.
Los vecinos parecieron ignorar el detalle de las medidas, y en cambio se manifestaron decididos a no perder el impulso de las movilizaciones callejeras iniciadas en diciembre en reclamo de un recambio en la dirigencia política y de la Corte Suprema.
Remes Lenicov propuso el domingo «pesificar» (pasar a pesos, la moneda local) todas las deudas en dólares, tanto las de los particulares con bancos y acreedores privados como las de empresas pequeñas y grandes, y las del propio Estado con bancos, aseguradoras y administradoras de fondos de jubilaciones.
El peso se cotizará a tales efectos a la par del dólar, al igual que durante el régimen de convertibilidad inaugurado en 1991 y derogado desde el 1 de enero.
En esa fecha se creó un régimen de cambio dual: por un lado una cotización fija y oficial de 1,40 pesos por dólar, y un cambio libre en que el precio de la moneda estadounidense superó los dos pesos.
El costo de la pesificación será compensado con la transformación a pesos de algunas deudas del Estado, y el resto se financiará con un bono cuya emisión, según distintas versiones, será de entre 16.000 millones de dólares y más de 20.000 millones.
La «pesificación» implica una «espectacular» transferencia de ingresos del conjunto de la sociedad hacia los sectores más poderosos, ya que «se licúan» créditos de grandes empresas que tienen sus dólares en el exterior, según el economista Claudio Lozano, de la central sindical Congreso de Trabajadores Argentinos.
«La pesificación de deudas sirve para no complicar más a los pequeños deudores en dólares, pero, al generalizarse, implica un proceso descomunal de licuación de pasivos que obligará al Estado a hacerse cargo mediante la emisión de nueva deuda. Es decir que el gobierno 'estatiza' la deuda privada, y la pagaremos todos», explicó Lozano.
El gobierno cedió a distintas presiones, según el economista: la del Fondo Monetario Internacional (FMI), que proponía la liberación del dólar, la de los exportadores, que exigían devaluar, la de empresarios grandes, que pretendían licuar sus pasivos, y la de los bancos para que el Estado pague los costos.
Sin embargo, otros economistas más cercanos a los organismos financieros multilaterales consideraron que la pesificación fue una buena decisión, y que inclusive debió alcanzar a los depósitos en dólares, que se pasan compulsivamente a pesos pero a una cotización de 1,40 por cada dólar.
De todos modos, los ahorros se mantendrán con las mismas restricciones al retiro de efectivo que hasta ahora, con excepción de algunos casos especiales, y los ahorradores sólo podrán exhibir un certificado emitido por el banco, que podrá fragmentarse para la adquisición de bienes en el mercado.
La opción para este sector con depósitos en la dólares es mantener su capital en hasta 30.000 unidades de esa moneda, pero a cambio de un bono dolarizado que tendrá un vencimiento dentro de algunos años. Los bancos no entregarán en ningún caso billetes estadounidenses a los ahorradores que hayan colocado esa moneda.
El ex economista jefe del Banco Interamericano de Desarrollo Ricardo Hausman dijo que ahora habrá un régimen monetario «coherente» y con límites a la emisión, pero cuestionó que la pesificación no sea «simétrica», al exigir a los bancos la cotización de 1,40 pesos por dólar para la conversión de depósitos.
Del mismo modo opinó el asesor del FMI y profesor de la estadounidense Universidad de Maryland Guillermo Calvo. «Pesificar es una buena idea, pero me preocupa el agujero que representa para los bancos que los créditos se pasen a un peso y los depósitos a 1,40», advirtió el economista argentino.
Remes Lenicov, que tenía previsto liberar la cotización del dólar sólo dentro de seis meses, adelantó la decisión para este miércoles, cuando abran los mercados, porque dijo que el tesoro tiene reservas suficientes (14.000 millones de dólares) y espera un superávit comercial de 12.000 millones de dólares para este año.
«Con una política monetaria prudente y una política fiscal austera, la flotación del dólar permitirá mejorar la competitividad de las exportaciones, promover la actividad de las economías regionales y aumentar el turismo receptivo», auguró el ministro, al tiempo que anunció que se emitirán sólo 3.500 millones de pesos para todo el año.
El portavoz presidencial Eduardo Amadeo admitió que una vez que abran los mercados el dólar «puede andar a los brincos», pero confió en que el Estado tendrá «buenas espaldas» para soportar las presiones y una buena capacidad de intervención, a través del Banco Central, para comprar todos los pesos en circulación.
Remes Lenicov anticipó, además, que el presupuesto de este año será muy austero, con un desequilibrio fiscal de 3.000 millones — 7.000 millones menos que en 2001—, y que se prevé una inflación de 15 por ciento para todo el año y una caída del producto interno bruto de casi cinco por ciento. (FIN/IPS/mv/mj/if/01