DESARROLLO: Lecciones de Enron para el Sur

La quiebra de la gigantesca empresa de energía Enron en medio de un escándalo financiero no sólo conmueve al sistema político de Estados Unidos, sino también a los países en desarrollo en que esa multinacional realizó inversiones multimillonarias.

Las conexiones políticas de Enron y las medidas de desregulación que le permitieron su crecimiento meteórico están bajo la lupa, dadas las íntimas relaciones de la compañía con el gobierno de George W. Bush y sus generosas donaciones a la campaña electoral del presidente y de más de 250 legisladores.

Muchos de esos congresistas están devolviendo las contribuciones recibidas de Enron para evitarse un oprobio mayor.

Pero en el mundo en desarrollo, Enron está muy lejos del oprobio. En India, donde posee su mayor inversión directa, en un proyecto industrial de ultramar, mantiene medidas amenazadoras.

Enron intenta arrastrar al gobierno del estado occidental de Maharashtra al arbitraje internacional por la rescisión de un contrato de compra de energía con su subsidiaria, Dabhol Power Company, en lugar de someter el caso a la justicia de India.

El polémico contrato fue suspendido hace seis meses por la junta de energía de Maharashtra, que casi quebró como resultado de los altos precios de la electricidad estipulados en el acuerdo.

El contrato fue firmado luego de negociaciones secretas, en violación de la Ley de Suministro de Electricidad.

Enron cuenta con el apoyo de Washington en este caso. El subsecretario del Tesoro, Kenneth Dam, quien se encuentra de visita en India, exhortó a Nueva Delhi a resolver rápidamente la cuestión de Dabhol y a acelerar las reformas económicas.

El embajador estadounidense Robert Blackwill intervino el 28 de enero en una reunión de industriales para advertir que todas las inversiones extranjeras en India dependen de una resolución «favorable» de la disputa entre Dabhol y Maharashtra.

Blackwill exigió respeto a «la inviolabilidad de los contratos» y previno que cualquier duda al respecto puede significar el alejamiento de potenciales inversionistas.

El caso Enron deja tres lecciones generales y tres específicas al Sur en desarrollo.

En primer lugar, es vital combatir las presiones hegemónicas en representación de empresas multinacionales.

Sin esa presión, el injusto contrato entre Dabhol Power y el gobierno de Maharashtra no se habría celebrado en 1995, y Nueva Delhi no habría ofrecido garantías al proyecto.

Así mismo, las agencias indias podrían haber resistido la presión mediante argumentos sobre competitividad, eficiencia y la lógica del mercado, pero no lo hicieron.

En segundo lugar, los países en desarrollo deberían ignorar el bombo publicitario de la «nueva economía», que intenta presentar a las empresas de ese sector como si se basaran en principios diferentes a los de la «vieja economía» y no estuvieran motivadas por el lucro.

La tercera lección general para el Sur es que los inversionistas privados que buscan ganancias rápidas no pueden ser los favoritos para construir infraestructura básica, como caminos y telecomunicaciones.

Incluso en los países industrializados, tales actividades son financiadas en general directamente por el Estado o mediante bonos de bajos intereses garantizados por el gobierno.

Las empresas de servicios públicos de Europa y Estados Unidos obtienen bajas tasas de retorno, de dos a tres por ciento. En contraste, las firmas privadas procuran réditos superiores a 16 por ciento, y en el caso de Dabhol, la tasa variaba entre 31 y 52 por ciento.

El profesor A.K.N. Reddy, de la Iniciativa Internacional para la Energía, extrajo tres lecciones específicas para el sector de la energía.

La primera es que ese sector no debe ser desregulado. La desregulación resultó desastrosa en el estado de California, donde el principal productor y distribuidor de energía se volvió inviable, señaló.

En India, la desregulación en estados como Orissa provocó un aumento desmesurado de los precios de la electricidad, además de un suministro poco confiable, agregó Reddy.

La segunda lección específica es que la industria de la energía debe abandonar su énfasis en la oferta para concentrarse en la demanda, especialmente en el uso racional de la energía. Este enfoque privilegiaría a los usuarios y a la gente común, y no a las grandes empresas.

Finalmente, no se debe firmar contrato alguno si la transparencia no es absoluta, incluyendo licitaciones abiertas y evaluaciones confiables de las ofertas. (FIN/IPS/tra-en/pb/js/mlm/en dv/02

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