(IPS) La represión e China del movimiento espiritual Falungong viola los derechos fundamentales a la libertad de pensamiento y asociación, advirtió la organización internacional Human Rights Watch (HRW).
Muchos de los integrantes de ese movimiento fueron detenidos y torturados, y algunos murieron en prisión, afirmó HRW en un informe de 117 páginas denominado «Meditación peligrosa: La campaña de China contra Falungong».
La organización espiritual, que practica antiguas tradiciones de ejercicio y meditación, ha sido perseguida por las autoridades mediante la restricción de los derechos de reunión y expresión.
HRW, con sede en Nueva York, señaló que el número de seguidores de Falungong se redujo el año pasado y criticó la violencia con que Beijing atacó a la organización, a la que acusa de terrorista.
«El intento de China de igualar a Falungong con terroristas es ridículo. La mayoría de los miembros son pacíficos, ciudadanos que acatan las leyes. No hay excusa para las violaciones de los derechos humanos que han sufrido», afirmó Sidney Jones, director de la división para Asia de HRW.
Algunos informes indican que la dirigencia china está reconsiderando su política contra la organización y otras organizaciones cristianas también reprimidas.
Ye Xiaowen, director de la Oficina de Asuntos Religiosos del Estado, escribió en enero en un diario chino para responder críticas internacionales.
«Los métodos simples no pueden ser usados para tratar problemas religosos complicados. Eso sólo nos trae miseria», dijo el funcionario.
Fundado por Li Hongzhi, Falungong emergió en 1992 durante el período de liberalización lanzado por el líder supremo Deng Xiaoping en 1979.
La organización reavivó la práctica de origen taoísta del «qigong», que literalmente significa «técnica de la energía».
Las tensiones entre el gobierno y Falungong, convertida en la principal organización de práctica del qigong a mediados de la década pasada, llevaron a Li al exilio en Estados Unidos en 1998.
En un principio, las autoridades toleraron el movimiento, que floreció entre la emergente clase media y llegó hasta las filas de funcionarios del gobernante Partido Comunista.
Pero una demostración masiva de 10.000 adherentes de Falungong en abril de 1999 marcó el comienzo de una campaña represiva.
La manifestación, cuya organización pasó desapercibida para la policía, convenció al presidente Jiang Zemin de que el movimiento representaba una amenaza a la estabilidad del país, en momentos de creciente desempleo y cuestionamientos de los trabajadores por el desmantelamiento de empresas estatales.
La demostración se llevó a cabo frente al complejo habitacional Zhongnanhai, en Beijing, en que viven gran parte de los funcionarios del gobierno.
Tres meses después, las autoridades prohibieron la práctica de ejercicios en lugares públicos, y confiscaron y destruyeron cientos de miles de ejemplares de publicaciones.
Desde julio de 1999, decenas de miles de practicantes fueron detenidos por períodos cortos, y miles sentenciados a la «reeducación mediante el trabajo» por términos de hasta tres años.
Estas penas recuerdan las medidas comunistas para ahogar la expresión religiosa después de la revolución de 1949.
«Hay pruebas sustanciales de tortura y otros abusos durante las sesiones de 'transformación' en algunas de las instalaciones» del gobierno, denunció HRW.
Así mismo, hay «diferencias marcadas» entre las explicaciones que dan las autoridades chinas y los testimonios de integrantes de Falungong sobre las muertes bajo custodia de detenidos en prisiones, campos de reeducación y otros sitios.
El informe cita el caso de Zhang Kunlun, ahora residente en Canadá, quien fue detenido cuatro veces en el segundo semestre de 2000. En cada una de las detenciones fue amenazado y sometido a diversas formas de coerción psicológica.
En una ocasión fue golpeado y torturado severamente con choques eléctricos y, según sus propias palabras, «perdió la cabeza», se relató en el informe.
Miles de integrantes de Falungong están encarcelados, pero sólo 300 fueron juzgados.
A mediados de 2001, las sentencias a prisión, de tres a 18 años, fueron reservadas para dirigentes de Falungong responsables de distribución de materiales dentro de China y de la denuncia en otros países de las violaciones de los derechos humanos cometidas por el gobierno.
Las personas acusadas de organizar la impresión de folletos, de usar Internet para la circulación de materiales de Falungong y de organizar reuniones recibieron penas en prisión de hasta 13 años.
Falungong, o Falun Dafa, como prefieren llamarlo sus integrantes, tiene algunos elementos de culto que el gobierno usa para desacreditar el movimiento ante el público nacional e internacional.
Li, a quienes los seguidores llaman «maestro», es considerado el salvador de la humanidad, y algunas de sus declaraciones sugieren que el ejercicio y la meditación deben sustituir los tratamientos de la medicina moderna.
Los intentos de auto-inmolación de siete supuestos miembros de Falungong en la plaza Tiananmen, en enero de 2001, fueron muy citados por las autoridades para desacreditar al movimiento.
La campaña contra Falungong se extendió a Hong Kong y otros países asiáticos y occidentales, en parte porque el movimiento tiene miles de adherentes en el exterior que tenazmente divulgan las violaciones de los derechos humanos perpetradas por el gobierno chino, se indicó en el informe de HRW.
Algunos países defendieron el derecho de los miembros de Falungong a practicar su fe, pero en algunos casos cedieron ante las presiones de Beijing denunciando a los integrantes de la organización o limitando su libertad de asociación y expresión.
Las autoridades de la ciudad de Tokio, por ejemplo, negaron a la Sociedad Falun Dafa de Japón, de 400 miembros, el estatuto de organización sin fines de lucro. En Singapur, el gobierno limitó la práctica de Falungong inmediatamente después que China prohibió la organización.
En Tailandia, China ayudó a organizar una campaña de prensa y diplomática contra Falungong después que el movimiento anunciara su intención de realizar una reunión internacional en Bangkok el año pasado.
El informe de HRW agregó que Beijing utiliza legislación «anticultos» creada para eliminar a Falungong al menos contra otras 16 organizaciones religiosas independientes en China. (FIN/IPS/tra-en/jl/aa/lp/mlm/hd-cr/02