El secretario general de la ONU, Kofi Annan, decidió terminar las conversaciones con el gobierno de Camboya sobre la creación de un tribunal de crímenes de guerra para juzgar a líderes del Jemer Rojo acusados de genocidio.
El foro mundial concluyó que el propuesto tribunal «no ofrece garantías de independencia, imparcialidad ni objetividad», declaró el asesor legal de la ONU (Organización de las Naciones Unidas), Hans Corell, en una carta dirigida el viernes al gobierno de Camboya.
El primer ministro camboyano, Hun Sen, pretendía que el tribunal fuera nacional y sólo tuviera una participación limitada de jueces y fiscales extranjeros, y además se opuso a que cualquier ayuda de la ONU fuera gobernada por un acuerdo entre las dos partes.
«Camboya insiste en que sólo sus propias normas rijan tal asistencia», señaló Corell.
En ausencia de consideración por las normas internacionales de justicia, la ONU se niega a cooperar con el gobierno de Camboya en el establecimiento de la corte especial, por temor a que se transforme en una farsa, agregó.
Las negociaciones entre la ONU y Phnom Penh comenzaron en junio de 1997 a pedido del príncipe Norodom Ranariddh y Hun Sen, entonces coprimeros ministros de Camboya.
Ambos pidieron asistencia al foro mundial para llevar ante la justicia a los responsables del genocidio y los crímenes de guerra cometidos por el régimen comunista del Jemer Rojo encabezado por Pol Pot, entre 1975 y 1979.
Bajo el gobierno de Pol Pot, se suprimió la moneda y la población urbana fue trasladada masivamente al campo para dedicarse a la producción agrícola.
En esos «campos de la muerte», las ejecuciones en masa, el hambre y las enfermedades costaron la vida a 1,7 millones de personas, según estimaciones.
Pol Pot murió en 1998, pero sobreviven otros líderes del Jemer Rojo, entre ellos Ieng Sary, Nuon Chea, Khieu Samphan, Ta Mok y Kaing Khek Ieu.
Algunos de ellos son aliados políticos de Hun Sen -él mismo un ex comandante del Jemer Rojo que luego encabezó un movimiento de resistencia contra Pol Pot-, y otros recibieron una amnistía provisional del gobierno.
Ante el pedido de ayuda, Annan designó un grupo de expertos que propuso la creación de un tribunal internacional de crímenes de guerra para juzgar a esos líderes.
Pero en una carta al secretario general en junio de 1999, Hun Sen, actualmente el único primer ministro, modificó la solicitud y dijo que la corte debería ser nacional, con la participación de jueces y fiscales extranjeros.
China, miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU y aliado de Camboya, también se opuso a cualquier tribunal internacional y sugirió que vetaría cualquier propuesta en ese sentido.
Por esa razón, el tribunal iba a ser más nacional que internacional, al igual que el instalado en Sierra Leona el mes pasado.
La ONU culminó exitosamente en enero las negociaciones para establecer un tribunal especial en ese país africano, destinado a juzgar a los responsables de la matanza de 10.000 civiles y la mutilación de cientos en una brutal guerra civil de nueve años de duración.
Los únicos dos tribunales de crímenes de guerra internacionales – creados por el Consejo de Seguridad de la ONU- son el de Ruanda, con sede en Tanzania, y el de la antigua Yugoslavia, con sede en La Haya, Holanda. (FIN/IPS/tra-en/td/aa/mlm/hd-ip/02