CACHEMIRA: Autonomistas promueven consulta popular

La Conferencia Multipartidaria Hurriyat de Cachemira propuso una consulta popular no oficial en esa región dividida entre India y Pakistán, abriendo el camino a una solución política en torno de la autonomía o independencia del territorio.

La elección será dirigida por una comisión electoral independiente, anunció la Conferencia, que nuclea a 23 partidos autonomistas del septentrional estado indio de Jammu y Cachemira, con el objetivo de conocer el respaldo que reciben sus ideas en la población.

El gobierno indio considera «inconstitucional» la iniciativa, mientras prepara las elecciones legislativas estaduales de septiembre, a las que procura sumar a Hurriyat, coalición que nunca participó en comicios en India pero que se atribuye el carácter de «auténtica representante» del pueblo cachemiro.

La comisión estará integrada por seis delegados de organizaciones no gubernamentales, cuatro indios y dos pakistaníes, presidida por un activista de derechos humanos de India, Tapan Bose, y por el ex presidente del Supremo Tribunal de Justicia de Pakistán, Sajjad Ali Shah.

Tras el comicio, que aún no tiene fecha, la Conferencia Hurriyat se sumaría a una «mesa de negociación» con India y Pakistán para decidir la suerte del territorio, sostuvo el 12 de este mes el portavoz de la coalición, Abdul Gani Butt.

Las elecciones se celebrarían en tres etapas en el valle de Cachemira, de mayoría islámica, en la región de Jammu, donde predomina la población hindú, en el desierto de Ladakh, donde prevalece la fe budista, y en la zona controlada por Pakistán, Cachemira Azad (libre).

Desde 1947, Cachemira es disputada por India y Pakistán, que se enfrentaron en tres guerras a través de la Línea de Control, el límite provisional establecido por la Organización de Naciones Unidas (ONU).

El foro mundial otorgó dos tercios del territorio a India y el tercio restante a Pakistán. El gobierno indio es reacio a un diálogo para dar una solución política al diferendo, pero en los últimos años hubo contactos formales con Pakistán.

Las gestiones se interrumpieron con el atentado en diciembre contra el parlamento en Nueva Delhi, atribuido por India a militantes separatistas cachemiros radicados en Pakistán.

En los años 80, un movimiento separatista comenzó a actuar en la Cachemira india, impulsado por organizaciones armadas y partidos musulmanes, respaldados por Pakistán.

La idea de llevar a cabo una consulta popular no oficial para resolver la situación de la disputada región es novedosa, pero su viabilidad y su legitimidad moral y política están en entredicho, según analistas y políticos.

La Conferencia Nacional, el parlamento de Jammu y Cachemira, desaprobó la iniciativa.

«El problema de Hurriyat es que algunos de sus integrantes son desconocidos en Cachemira y no lograrán mucho respeto», sostuvo la escritora y analista Sonia Jabbar, quien investiga las posibilidades de reconciliación.

Sin embargo, la formulación del plan indica que Hurriyat ha suavizado sus posiciones e intenta exponer el respaldo popular con que cuenta. Este cambio se vincula a la condena pública a la violencia, aun por la causa de Cachemira, efectuada en enero por el presidente pakistaní Pervez Musharraf.

Musharraf aclaró más tarde que su país sólo respaldará «moralmente» a las organizaciones separatistas cachemiras.

El objetivo de la elección es determinar libre e «imparcialemente» quién representa a la población de Jammu y Cachemira, según la coalición, que también procura demostrar que Nueva Delhi se equivoca al sostener que la militancia separatista de Cachemira es, en gran medida, promovida por Islamabad.

La Conferencia Hurriyat no es una coalición homogénea en su ideología ni en sus vínculos con los grupos militantes.

La mayoría de sus dirigentes impulsan la «azadi», un término que significa desde autonomía dentro de India como independencia total, pero cuyo alcance nunca fue definido. Un sector minoritario aspira a que Cachemira se una a Pakistán.

Por otra parte, algunos partidos son laicos, aunque la mayoría son islámicos, pero pocos propugnan el fundamentalismo militante.

La propuesta de consulta popular seguramente polarizará a la opinión pública. Un sector, liderado por políticos indios conservadores, la rechazará como un intento ilegítimo de plebiscitar la condición de Cachemira en forma encubierta.

Una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, que ya tiene 50 años, ordenó la celebración de un plebiscito que permitiera a la población pronunciarse a favor de la incorporación a India o a Pakistán, sin una tercera opción. Ese acto electoral nunca se realizó.

Otro sector respaldará abiertamente el plan de Hurriyat para exponer la «falta de consideración» de Nueva Delhi por la opinión pública de Cachemira. Islamabad y los sectores pakistaníes conservadores seguramente adoptarán esta postura, pues debilita el dominio de India en Asia meridional.

Un tercer sector saludará el declarado deseo de Hurriyat de participar en la contienda electoral, pero reclamará que esa participación se haga efectiva en elecciones organizadas por el gobierno indio, controladas por observadores independientes de Asia meridional.

Esta demanda podría lograr un importante respaldo en Cachemira, y daría la oportunidad al gobierno indio de demostrar su voluntad de ofrecer una autonomía especial a la región.

La presencia de observadores en los comicios no es nueva en Asia meridional, pero el gobierno indio es reacio a la supervisión de «extranjeros», a la cual considera una interferencia a su soberanía.

Otro obstáculo será la obligación de todos los candidatos a jurar fidelidad a la Constitución, un trago amargo para algunos dirigentes de Hurriyat.

Sin embargo, ninguna dificultad es insuperable. Una elección oficial controlada por observadores independientes es una alternativa mucho más realista que una votación no oficial en toda Cachemira que trascienda la Línea de Control.

«El control será creíble para la población si los observadores demuestran integridad y buenos antecedentes en la defensa de los derechos humanos», opinó Jabbar.

Una posición similar asumieron algunos políticos cachemiros, como los dirigentes de la Liga Popular, que rechazan la iniciativa de Hurriyat.

«Mahatma Gandhi no buscó un mandato del pueblo para la independencia de Gran Bretaña. No hay necesidad», dijo el portavoz de la Liga, Manzoor Ahmad.

Aún no está claro si Hurriyat llevará adelante sus planes, ni si el gobierno indio logrará lidiar con sus diferencias internas, entre los sectores duros que promueven una respuesta militar y aquellos que impulsan la reconociliación y el diálogo. (FIN/IPS/tra-eng/pb/js/mp/dc/mj/ip/02

Archivado en:

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe