La prisión en Brasil de seis personas, presuntamente de nacionalidad chilena, involucradas en el secuestro del publicitario Washington Olivetto, sugiere que el espíritu guerrillero aún alienta en algunos grupos latinoamericanos.
«En principio, se trató de un crimen común para obtener dinero», señaló el secretario de Seguridad Pública de Sao Paulo, Saulo de Castro Abreu, al presentar ante la prensa este lunes a los seis detenidos, la mayoría de identidad aún por confirmar.
El jefe del grupo de extranjeros detenidos es Mauricio Hernández Norambuena, de 43 años, importante dirigente del chileno Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR), una organización guerrillera nacida en la lucha contra la dictadura del general Augusto Pinochet (1973-1990).
Las otras cinco personas estaban en Brasil en condición de turistas, con pasaportes argentinos o españoles, pero la policía sospecha que todos ellos son originarios de Chile y por eso pidió informaciones a las autoridades de ese país para confirmar sus identidades.
El grupo es «muy organizado» y la detención sólo involucró a miembros de una célula, dijo el comisario Wagner Giudice, jefe de la División Antisecuestro de la policía de Sao Paulo.
Giudice añadió que otras dos personas relacionadas con el secuestro de Olivetto ya fueron identificados y son buscadas, y que posiblemente haya otros seis integrantes aún desconocidos.
«Esas cuadrillas (organizaciones delictivas) internacionales pueden tener hasta 25 miembros», divididos en «células compartimentadas», explicó el policía a la red radiofónica brasileña CBN (Central Brasileña de Noticias).
A modo de ejemplo, indicó que los extranjeros participaron en el secuestro, pero no eran los encargados de custodiar al rehén.
Los seis fueron detenidos el viernes, sin ofrecer resistencia armada, en una vivienda alquilada de Sierra Negra, municipio turístico ubicado a 150 kilómetros de Sao Paulo, donde sus actitudes despertaron sospechas del propietario, que llamó la policía.
En el operativo policial también se incautaron cartas de Olivetto, dirigidas a parientes para pedirles que pagasen la suma exigida, porque era mantenido en condiciones difíciles de soportar, en un cubículo de tres metros cuadrados, sin ventana y casi sin aire.
Los custodios de Olivetto, al menos cuatro personas según informaciones de vecinos, lograron escapar gracias a que fueron alertados por Hernández Norambuena.
El jefe del grupo negoció con la policía, luego de ser detenido, para realizar una llamada telefónica a cambio de la liberación con vida del rehén.
Olivetto, de 50 años de edad, es dueño de una de las mayores empresas brasileñas de publicidad y uno de los creativos más premiados del mundo. Por su liberación, los secuestradores habían pedido 10 millones de dólares, cantidad que en negociaciones posteriores habían reducido a la mitad.
El secuestro y posterior liberación de Olivetto presenta similitudes con otro caso ocurrido en diciembre de 1989 y por el cual fueron procesados cinco ciudadanos chilenos, dos argentinos y dos canadienses, además de un brasileño.
Todos los extranjeros involucrados en ese delito fueron devueltos a sus países de origen tras cumplir entre nueve y once años de cárcel en Brasil.
La persona secuestrada en 1989 fue el empresario Abilio Diniz, dueño de la mayor cadena de supermercados de Brasil, Pan de Azúcar, quien fue liberado algunos días después por la policía. El objetivo entonces era obtener fondos para enviar a la guerrilla centroamericana, aún activa en aquella época.
Las coincidencias son muchas. Ambos rehenes son grandes y ricos empresarios que viven en Sao Paulo y los lugares de cautiverios eran casas alquiladas en barrios de clase media. Lo más curioso es que ambos secuestros fueron practicados en un mismo dia, 11 de septiembre.
El caso de 1989, ocurrido en vísperas de las elecciones presidenciales, fue considerado uno de los factores de la derrota de Luiz Inacio Lula da Silva, del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT).
Los secuestradores fueron exhibidos en la televisión con camisetas del PT y el candidato conservador, Fernando Collor de Mello, ganador de los comicios, explotó el hecho en su propaganda política.
Por eso, esta vez el PT se adelantó a posibles maniobras de este tipo y atribuyó fines electoreros a cualquier especulación sobre un carácter político de este nuevo secuestro.
El secretario de Seguridad Pública paulista y el comisario Giudice también evitaron por ahora avalar especulaciones de la prensa, que atribuyen el secuestro de Olivetto a grupos guerrilleros aún activos en países vecinos, como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Sao Paulo afronta una grave ola de secuestros, con 45 casos, luego de que el año pasado se registraron 307, cinco veces más que en 2000.
Giudice no cree que los secuestradores de Olivetto hayan cometido otros delitos similares. Explicó que las acciones de extranjeros tienen características específicas de método y organización, que no estuvieron presentes en ese tipo de crimen en los últimos años en Brasil.
Tampoco es posible que algunos hayan tenido participación no identificada en el caso de Diniz en 1989, porque a excepción del líder del grupo, Hernández Norambuena, los demás no tenían siquiera edad para eso, ya que tienen menos de 30 años, observó.
Pero si está claro que «la fuente de entrenamiento es la misma», por la manera similar de ambas acciones, afirmó Giudice.
Representantes de las FARC, que difunden su lucha en Brasil a través de charlas principalmente en universidades, rechazaron cualquier vínculo, indicando que la organización tiene una regla clara de no practicar operaciones fuera de Colombia.
El único brasileño del grupo de 1989, Raimundo Costa Freire, que estuvo una década preso y hoy con 37 años estudia Historia, también consideró improbable la repetición de una acción para apoyar financieramente a guerrillas latinoamericanas, incluso porque estas ya desaparecieron, a excepción de las colombianas.
El espíritu pacifista de la izquierda actual se manifestó en el Foro Social Mundial, que empezó el 31 de enero y termina este martes en Porto Alegre, en el sur de Brasil. Los organizadores vedaron la participación de las FARC y de la ETA, grupo armado de nacionalistas bascos en España. (FIN/IPS/mo/dm/ip/02