BRASIL-ALEMANIA: Cuestiones ambientales fomentan alianza

La visita de dos días a Brasil del jefe de gobierno de Alemania, Gerhard Schroeder, que finalizó este jueves, confirmó que la cuestión ambiental es el factor más importante de la alianza entre los dos países.

Alemania ha sido el «mayor y mejor» contribuyente del Programa Piloto de Preservación de Bosques Tropicales de Brasil (PPG-7), creado en 1992 por el Grupo de los Siete (G-7) países más industrializados, reconoció el jefe del Departamento de Europa de la cancillería brasileña, Marcelo Jardim.

En el marco de la presencia de Schroeder en Brasil se confirmó una nueva donación de 65 millones de euros (56,5 millones de dólares) para el PPG-7.

La participación alemana se destaca por su «fidelidad permanente» al PPG-7, que cuenta con recursos del G-7, del Banco Mundial y del propio gobierno brasileño, para luchar contra la destrucción de los bosques y a favor de su recuperación, principalmente en la Amazonia, explicó Jardim.

El Plan de Acción conjunto de Brasil y Alemania, divulgado este jueves en Brasilia, destaca la disposición de los dos gobiernos de unir esfuerzos para la efectivación del Protocolo de Kyoto, que fija metas para la reducción de los gases que provocan el recalentamiento de la Tierra, entre otras disposiciones.

El Protocolo de Kyoto, uno de los resultados de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, que se realizó en 1992 en Río de Janeiro, sufrió un duro golpe por la retirada de Estados Unidos, responsable de la cuarta parte de la emisión de gases causantes del llamado efecto invernadero.

Brasil cumplió un papel protagónico en las negociaciones sobre cambio climático, defendiendo la tesis victoriosa de que a los países industrializados les corresponde el esfuerzo inicial de contener el recalentamiento del planeta, como responsables históricos del problema, ya que muchos gases permanecen en la atmósfera por más de 100 años.

Este país fue, además, un gran impulsor del Mecanismo de Desarrollo Limpio, por el cual parte de las metas de reducción de la emisión de gases se pueden cumplir financiando proyectos ambientales en países en desarrollo, una vía de transferencia de recursos financieros de los países ricos a los más pobres.

Después de sufrir duras críticas por la proliferación de incendios forestales en la Amazonia en los años 80 y comienzos de los 90, Brasil trata de afirmarse como potencia ambiental, apoyado en las mayores reservas forestales y de biodiversidad del mundo y con activa participación en los foros internacionales.

Alemania también asumió un liderazgo en esa área, colocando las cuestiones ambientales entre sus prioridades. No es casualidad que el Partido Verde forme parte de la coalición de gobierno de ese país.

El Ministerio de Cooperación de Alemania ya aportó cerca de 250 millones de dólares para proyectos ambientales brasileños, en especial de saneamiento, manejo de residuos, de tecnologías limpias y de seguimiento, según la Cámara de Industria y Comercio Brasil-Alemania (CICBA).

La CICBA promueve la promoción de la cooperación e inversiones en la materia, difundiendo estudios sobre el mercado ambiental brasileño y del resto de América Latina y organizando ferias específicas, además de otorgar el Premio Von Martius a proyectos ejemplares de desarrollo sustentable.

Empresarios que acompañaron a Schroeder anunciaron fuertes inversiones en Brasil, que pueden alcanzar a 7.700 millones de dólares en los próximos cuatro años, gran parte de los cuales se destinarán al sector energético, informó la CICBA.

Compañías alemanas ya se destacan como proveedores de equipos para las centrales hidroeléctricas de Brasil, que aportan casi 90 por ciento de la electricidad consumida en el país.

Pero ahora «es el momento» de invertir en fuentes alternativas, especialmente en la energía eólica, apuntó Schroeder, durante los contactos realizados el miércoles en Sao Paulo.

Alemania es un gran generador de electricidad eólica. Una de sus empresas, Enercom, ya suministra equipos para centrales de ese tipo, que comienzan a multiplicarse en el nororiental estado brasileño de Ceará.

La crisis energética que afronta Brasil desde mayo, debido a la escasez de inversiones en el sector y a la sequía que redujo a grados superlativos el volumen de agua en los embalses, despertó la necesidad de diversificar las fuentes de generación.

La utilización de los vientos podría generar el doble de la capacidad actualmente instalada en el país, según cálculos de expertos.

El gobernador de Sao Paulo, Geraldo Alckmin, destacó el asunto durante su encuentro con Schroeder y los empresarios alemanes.

Sao Paulo, el estado más industrializado de Brasil, ya no dispone de ríos para ampliar la generación hidroeléctrica, por eso tiene que recurrir a fuentes alternativas, señaló.

Más que la energía eólica, la mejor alternativia para Sao Paulo es la biomasa, pues este estado es el mayor productor brasileño de caña de azúcar, añadió Alckmin, buscando atraer inversiones alemanas para ese negocio.

El bagazo de la caña puede generar hasta 12.000 megavatios, cerca de 17 por ciento de la capacidad actual del país, según la Unión de la Industria Cañera, que reúne las empresas paulistas del sector. (FIN/IPS/mo/dm/en/02

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