El sacerdote católico ruandés Athenase Seromba, acusado de participar en el genocidio de Ruanda de 1994, abandonó su exilio en Italia para presentarse ante el tribunal internacional que investiga la matanza, de la que fueron víctimas casi un millón de personas.
Seromba viajó por decisión personal en la noche del miércoles a Tanzania, donde está radicado el tribunal, con la intención de demostrar su inocencia, dijo a IPS Riccardo Bigi, portavoz de la Archidiócesis de Florencia, capital de la central región italiana de Toscana, donde vivía el sacerdote ruandés.
«He gritado durante mucho tiempo mi inocencia, pero mi grito no ha sido escuchado. Por eso he decidido consignarme a la justicia internacional», sostuvo el religioso en una carta que escribió antes de su partida y que fue divulgada por el arzobispo de Florencia, Ennio Antonelli.
Seromba, de 38 años, perteneciente a la mayoritaria etnia hutu, niega haber incitado el asesinato de 2.000 a 2.500 personas de la minoría tutsi en una iglesia de la localidad de Nyange, a 35 kilómetros de Kigali, capital de Ruanda, entre el 14 y el 16 de abril de 1994.
Según testigos, el sacerdote invitó a los tutsis a refugiarse en la parroquia e incitó después a milicianos hutu a atacarlos con machetes, pistolas y fusiles. Después, habría ordenado la demolición de la iglesia para rematar a los sobrevivientes.
Italia se negó a detener al sacerdote a pesar del pedido formulado en julio pasado por el Tribunal Penal Internacional de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para Ruanda, radicado en Arusha, Tanzania.
El tribunal instituido en noviembre de 1995 tiene la misión de juzgar a los responsables del genocidio perpetrado en Ruanda entre abril y julio de 1994, en que murió casi un millón de tutsis y hutus moderados.
Los hutus constituyen 90 por ciento de la población ruandesa, y los tutsi, el nueve por ciento.
Los rastros de Seromba se perdieron después de la matanza. El religioso reapareció en Italia, en 1999, ejerciendo como sacerdote en Florencia. Cuando se conocieron las acusaciones en su contra, fue trasladado a la iglesia de San Mauro en Signa, un pequeño pueblo de Toscana.
Bigi aseguró que ese traslado fue solicitado por el propio sacerdote, para evitar el hostigamiento de periodistas.
El Vaticano siempre se negó a comentar el caso. Este jueves, la oficina de prensa vaticana declinó una consulta de IPS. Tampoco el Ministerio de Justicia italiano brindó declaraciones sobre Seromba.
La vicepresidenta de la sección italiana de la organización de derechos humanos Amnistía Internacional, Elisabeta Noli, declaró su satisfacción por la decisión de Seromba.
La fiscal jefe de los tribunales internacionales para crímenes de guerra en Ruanda y en la antigua Yugoslavia, la suiza Carla del Ponte, informó que Seromba podrá comparecer dentro de unos dos días para declararse culpable o inocente, «aunque las pruebas en su contra son realmente aplastantes».
La líder del Partido Radical italiano, Emma Bonino, manifestó también su satisfacción por la decisión del sacerdote y recordó que su organización había llevado adelante una campaña nacional e internacional para el sometimiento de Seromba a la justicia.
El Partido Radical había exhortado a las autoridades italianas «a no transformar el país en tierra de refugio de supuestos responsables de genocidio y crímenes contra la humanidad».
«Cualquier sospechoso de estos gravísimos delitos debe saber que no podrá eludir a la justicia internacional y que no encontrará en Italia ni apoyo ni complicidad», agregó.
El director de la oficina de cooperación misionera de la Conferencia Episcopal Italiana, Giuseppe Andreozzi, reiteró que «las autoridades eclesiásticas han recogido en los últimos años numerosas informaciones según las cuales (Seromba) no tuvo responsabilidad en esa matanza».
Seromba no es el único religioso implicado en el genocidio de 1994. Dos monjas ruandeses fueron condenadas en junio del 2001 a 15 y 12 años de cárcel. Numerosos acusados huyeron, muchos de ellos a Europa. (FIN/IPS/jp/mj/ip hd/02
