Más de 3.000 combatientes de Talibán apresados por fuerzas de Estados Unidos en el norte de Afganistán, corren peligro de morir de desnutrición y enfermedades, advirtió el grupo estadounidense Médicos por los Derechos Humanos (PHR).
Entre 3.000 y 3.500 detenidos afganos y pakistaníes de la prisión de Shebarghan, en la septentrional ciudad de Mazar-i- Sharif, viven en celdas superpobladas y condiciones violatorias de las convenciones de Ginebra, sostuvo el lunes la organización humanitaria, con sede en la ciudad estadounidense de Boston.
El ejército de Estados Unidos, que controló el acceso a la prisión hasta el 14 de enero, conoce la situación pero no ha hecho nada para aliviarla, afirmó la organización no gubernamental.
«Hay miles de personas en Shebhargan y están muriendo. Morirán más si Estados Unidos no actúa para detener esto», dijo el director ejecutivo de PHR, Leonard Rubenstein.
Mientras tanto, la atención internacional se dirige a la condición de 158 detenidos de Talibán y la red Al Qaeda, que Estados Unidos mantiene en su base naval de Guantánamo, en Cuba.
«Estamos ante una atrocidad silenciosa», dijo Jennifer Leaning, integrante de PHR que inspeccionó la prisión afgana el 20 de este mes, junto con otro médico de la organización.
Según Leaning, el alcalde de la cárcel, general Jarobak, afirmó que «muchos, muchos prisioneros han muerto ya», la mayoría de disentería y neumonía.
Médicos por los Derechos Humanos fue la única organización independiente —además de la Cruz Roja, que efectúa informes confidenciales— que pudo ingresar a la prisión de Shebhargan desde que el ejército estadounidense se marchó, hace dos semanas.
Los prisioneros, capturados en la rendición de la localidad de Kunduz, son «soldados ordinarios de Talibán», ninguno de los cuales fue considerado importante, por los oficiales militares y de inteligencia que los interrogaron, para ser trasladado a sus instalaciones de Kandahar y luego a Guantánamo, según Leaning.
«En nuestra opinión, (los prisioneros de Shebhargan) están completamente comprendidos en las protecciones de las convenciones de Ginebra», dijo Leaning.
La médica subrayó que no hay pruebas de que los detenidos estén sometidos a torturas, ejecuciones o malos tratos deliberados.
Los prisioneros están ubicados en tres pabellones de celdas, con unas 1.000 personas cada uno. Las celdas individuales, construidas para albergar entre 10 y 15 hombres, alojan hasta 110, informó el alcalde.
La delegación de PHR entrevistó a los detenidos en las puertas de cada pabellón y en la desprovista enfermería, aunque no se le permitió el acceso a los pabellones.
«Las instalaciones son inadecuadas para la cantidad de personas, la comida insuficiente en cantidad y calidad, el agua no es potable y el saneamiento inexistente, la vestimenta pobre y las paredes de barrotes exponen a los habitantes a las condiciones del invierno», afirma el informe de 11 páginas.
«La capacidad de suministrar atención médica está limitada por la falta de materiales y las primitivas instalaciones. La disentería y la ictericia, probablemente debido a la hepatitis B, son epidémicas», agrega el documento, entregado este lunes al consejero humanitario del Departamento (ministerio) de Defensa.
Leaning apuntó que el alcalde Jarobak, que responde al señor de la guerra y viceministro de Defensa del gobierno interino de Afganistán, Abdul-Rashid Dostum, quiere que el PHR informe a la comunidad internacional sobre las condiciones de la prisión.
Según las convenciones vigentes, los prisioneros de guerra deben contar con alimento, refugio, agua y atención médica adecuada.
Las revelaciones se suman al debate internacional, al que ingresó el gobierno de George W.Bush, sobre el trato y la condición jurídica de los prisioneros de Guantánamo.
Washington adoptó una posición defensiva la semana pasada, cuando la Cruz Roja Internacional, Amnistía Internacional y varios gobiernos de Europa y Medio Oriente reclamaron que reconociera la calidad de prisioneros de guerra de los detenidos, con derecho a la proteccción prevista por las convenciones de Ginebra.
El gobierno se niega, en primer lugar, porque la condición de prisionero de guerra prohíbe los interrogatorios más allá del nombre, rango, fecha de nacimiento y número de serie, a menos que los detenidos sean investigados por crímenes de guerra u otros delitos.
En segundo término, si Washington reconociera el carácter de prisioneros de guerra de los detenidos, debería liberarlos y repatriarlos cuando finalicen las hostilidades.
Washington insiste en que está tratando en forma «humana» a los detenidos, a los que considera terroristas o «combatientes ilegales», que no merecen las garantías procesales de los prisioneros de guerra.
El secretario de Estado (canciller) Colin Powell, pidió a Bush la revisión de cada caso, para decidir si pueden presentarse ante un tribunal militar que determine su condición legal, como requieren, en caso de dudas, las convenciones vigentes.
El Consejo Nacional de Seguridad revisó este lunes el pedido de Powell, pero postergó la decisión. Tras la reunión, Bush reiteró que atenderá «todos los aspectos legales y anunciaré mi decisión cuando la adopte».
«No los llamaremos prisioneros de guerra. Son asesinos», advirtió sin embargo Bush, como lo hicieron el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, tras visitar Guantánamo el fin de semana, y el vicepresidente, Dick Cheney.
Mientras, el portavoz de la Casa Blanca, Ari Fleischer, dijo a la prensa que las convenciones deben «ser interpretadas con una visión moderna», y que los detenidos son «afortunados de estar bajo custodia de nuestro ejército, pues están recibiendo tres comidas al día».
El informe de Médicos por los Derechos Humanos asegura que las condiciones de la prisión de Shebhargan forman parte de la profunda inseguridad de Afganistán, atestiguada por la delegación de médicos.
Son continuos los ataques de represalia de las milicias armadas contra civiles de la mayoritaria etnia pashtún (patán), predominante en el derrocado régimen Talibán, y la frágil paz entre las diferentes milicias de Mazar-i-Sharif sólo se mantiene por la presencia de fuerzas estadounidenses, asegura en el informe.
El presidente del gobierno interino, Hamid Karzai, se reunió este lunes con Bush en Washington, y pidió la ampliación de la fuerza internacional de mantenimiento de paz, para asegurar el orden en varias ciudades afganas y en las carreteras que conducen a Kabul, donde se encuentran las tropas británicas.
Bush prometió asistencia para entrenar y equipar a un ejército afgano unificado, pero descartó la participación estadounidense en una misión de mantenimiento de paz. (FIN/IPS/tra-eng/jl/dc/hd ip/02