Estados Unidos y Canadá podrían enfrentarse en una disputa comercial a causa de diferencias en la definición de las fuentes renovables de energía, alertó una comisión del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
Canadá sostiene que la energía producida en grandes represas hidroeléctricas es renovable, pero gobiernos locales de Estados Unidos afirman que esas centrales perjudican el ambiente, destacó en la sudorienteal ciudad canadiense de Montreal una comisión intergubernamental.
Las leyes de varios estados de Estados Unidos establecen un mínimo de su consumo de energía que debe producirse en fuentes renovables, y, al mismo tiempo, buena parte de la electricidad canadiense exportable es generada por grandes represas, sostuvo la Comisión para la Cooperación Ambiental (CCA).
La CCA fue establecida en 1993 por el TLCAN, zona de libre comercio integrada por Canadá, Estados Unidos y México, a solicitud de organizaciones no gubernamentales.
Entre 60 y 65 por ciento de la electricidad producida en Canadá y exportada a Estados Unidos —por unos 1.200 millones de dólares en 1999— es generada por grandes centrales hidroeléctricas.
En estaciones de más de 30 megavatios se genera 96 por ciento de la electricidad exportada, y 92 por ciento de esas instalaciones tienen una capacidad de más de 100 megavatios.
«A medida que nos movemos hacia un mercado energético continental y que los estados aumentan el porcentaje de energía que debe proceder de fuentes 'verdes', será importante que los socios del TLCAN desarrollen una definición común», dijo Janine Ferretti, directora ejecutiva de la CCA.
Casi la mitad de los estados estadounidenses cuentan con «normativas renovables», o están en proceso de crearlas. Estas disposiciones imponen en su jurisdicción un nivel mínimo de venta de electricidad producida con métodos respetuosos del ambiente.
El estado con el nivel máximo es el sudoccidental de California, que exige 12 por ciento de energía «verde» o de fuentes renovables.
Pero no todos los estados consideran la energía hidroeléctrica como una fuente verde, aunque las represas, a diferencia de las centrales a carbón, no emiten a la atmósfera sustancias tóxicas, incluyendo gases responsables del efecto invernadero, a los que los científicos atribuyen el recalentamiento de la tierra.
Organizaciones ambientalistas han realizado campañas contra grandes represas hidroeléctricas, alegando que alteran el ecosistema de los ríos y amenazan la supervivencia de especies de peces, moluscos y otras.
Las represas alteran el curso de los ríos y el equilibrio de los estuarios, y esto ha causado una rápida disminución de la pesca en el golfo de México, los mares Negro y Caspio, la bahía de San Francisco en California, el Mediterráneo oriental y otras regiones, sostuvo la Red Internacional de los Ríos, con sede en Estados Unidos.
En respuesta a estas preocupaciones, varios estados definen la electricidad verde como aquella producida mediante el aprovechamiento del viento, la luz solar, la biomasa y otras fuentes alternativas, pero no siempre incluyen la hidroeléctrica.
El nororiental estado de Nueva Jersey, por ejemplo, requiere que 2,5 por ciento de las horas-kilovatio vendidas en el estado procedan de una fuente alternativa de energía que excluya la hidroeléctrica o incluya pequeñas centrales generadoras de 30 megavatios o menos.
Una situación similar existe en el nororiental estado de Maine, que considera fuente renovable de energía a una planta con una capacidad total o menor de 100 megavatios.
Otros estados con este tipo de restricciones son los centrales estados de Arizona, Iowa y Missouri y los nororientales de Rhode Island y Vermont.
Aunque no existe entre los estados una definición de energía renovable —Missouri es el único que indica que la generada en centrales hidroeléctricas no lo es—, la fuente de mayor opción suele ser la energía eólica, según la CCE.
Alrededor de uno por ciento, o 4.200 megavatios de las necesidades energéticas de Estados Unidos, se cubren con energía eólica, lo que representa un aumento de 100 por ciento en relación con 2000.
La energía eólica en Canadá, en cambio, sólo cubre 0,1 por ciento de la demanda, informó la CCE. En México, el uso de energía eólica se limita a pequeños proyectos piloto y la capacidad actual es de unos 2,1 megavatios.
La capacidad generadora de Europa contrasta con la de América del Norte. En Alemania se producen 6.000 megavatios de energía eólica, la mayor cantidad obtenida en el mundo, y en Dinamarca, donde sólo viven cuatro millones de personas, se obtienen 2.000 megavatios.
Aunque la energía renovable representa una pequeña parte del mercado de electricidad, la CCE espera que la energía alternativa se consolide en los próximos años.
Según un sondeo del Laboratorio Nacional de Energía Renovable de Estados Unidos realizado en 1999, 70 por ciento de los consumidores encuestados dijeron que pagarían al menos cinco dólares más al mes a cambio de usar fuentes de energía renovables.
La clave para el aumento de fuentes alternativas en América del Norte son los incentivos gubernamentales, como estímulos impositivos, normativas sobre energía renovable de cumplimiento obligatorio e inversión en investigación y desarrollo, dijo Ferretti.
Los incentivos a la energía renovable han mejorado en los tres países integrantes del TLCAN, pero continúan siendo casi insignificantes comparados con los subsidios ofrecidos a los combustibles fósiles, entre ellos el petróleo, el gas natural y el carbón. (FIN/IPS/tra-en/dk/aa/lp/mj/en/02