(Arte y Cultura) VENEZUELA: Un año de revolución cultural

El gobierno de Venezuela hizo un balance positivo de su «revolución cultural», tras un año de gestión orientada a las acciones comunitarias y a la diversidad de expresiones, aunque admitió dificultades para «comunicar los logros».

El viceministro de Cultura, Manuel Espinoza, dijo a IPS que la política cultural se planteó, inicialmente, como «una acción desde sus aspectos específicos hacia el mejoramiento de la educación, el desarrollo social, la territorialidad y el ambiente».

Espinoza añadió que al momento de poner en marcha el proyecto se encontró con recursos financieros e institucionales del Estado orientados fundamentalmente hacia las bellas artes y concentrados en Caracas.

La nueva política cultural fue anunciada el 21 de enero de 2001 por el presidente Hugo Chávez, como parte de la «revolución bolivariana» iniciada hace tres años.

Las primeras medidas de la revolución cultural fueron la remoción de 16 directores de museo e instituciones artísticas, la confirmación en sus cargos de 10 gerentes culturales y la designación de 19 nuevos funcionarios de alto rango.

Según Espinoza, la gestión del año pasado tuvo como prioridad las artesanías, el cuidado del patrimonio cultural, acciones socioculturales comunitarias y el impulso de las prácticas artísticas en el sistema educativo, en especial en el proyecto de las escuelas «bolivarianas», en sectores pobres y marginales.

El balance presentado por las autoridades es positivo, lo cual se suma la duplicación del presupuesto nacional dedicado a la cultura, que pasó de 0,26 por ciento en 2000 a 0,51 por ciento para este año, que equivale a 175 millones de dólares.

Sin embargo, analista calculan que aún es insuficiente para concretar los planes anunciados y los compromisos asumidos, pues el sector arrastra un déficit en torno de 50 por ciento.

Esa falta de recursos, por ejemplo, atrasó la anunciada eliminación del Consejo Nacional de la Cultura por no poder cancelar los compromisos laborales con sus funcionarios.

Antonio Almeida, profesor universitario y asesor del viceministerio de Cultura, apuntó que «la cultura sigue relegada porque hay otras prioridades», pese a los cambios políticos e institucionales que ha vivido el país desde que Chávez llegó al gobierno en febrero de 1999.

«Hay (en el mundo político) un modo de ver la cultura como un accesorio y eso no cambia de la noche a la mañana», precisó Almeida.

Espinoza recalcó que ha dado prioridad al trabajo conjunto con alcaldías, direcciones provinciales de cultura, universidades y fundaciones privadas en distintas regiones del país, en el marco de una estrategia de descentralizar el presupuesto y las actividades culturales, tradicionalmente centradas en Caracas.

El gobierno también dedicó un esfuerzo especial para la creación de los espacios culturales comunitarios, de los cuales hay tres en funcionamiento y están en construcción o proyectados otros siete, agregó.

Sin embargo, esa es una de las actividades que no han sido comunicada debidamente por el Estado, como parte de una debilidad estructural en la acción cultural oficial, indicó Roberto Hernández Montoya, presidente del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos.

«No es posible que no se conozca lo que se ha hecho en cuanto a los espacios culturales comunitarios. Eso es uno de los logros más importantes de la historia de la cultura de Venezuela», aseveró Hernández Montoya, quien asumió la dirección del centro a mediados de 2001 en medio de una severa crisis económica.

Antonio Almeida también admitió debilidad en la labor de divulgación del área cultural venezolana, en medio de una reestructuración sin precedentes en sólo un año.

«En las esferas de decisión política todavía hay gente que ve la comunicación como una suerte de entretenimiento», precisó.

Por su parte, Sofía Imber, ex directora del Museo de Arte Contemporáneo de Caracas, se manifestó más cauta al señalar que «no lo llamaría un año de revolución cultural, sino que podríamos hablar de un año de cambios, pues eso es lo que ha pasado».

La destitución de Imber fue el caso más sonado, en el marco de la remoción masiva de gerentes culturales decidida en enero de 2001, pues el museo había sido una iniciativa suya, lo había dirigido por dos décadas e, incluso, aún lleva su nombre de pila.

Chávez señaló en esa ocasión que había «llegado la hora de arrancar la revolución cultural bolivariana, creadora y liberadora (…). La cultura se vino elitizando, son príncipes, herederos, familias que se adueñaron de instituciones, de instalaciones, que le cuestan millones de bolívares (moneda local) al Estado».

La revolución cultural, un año después de puesta en marcha y tras los visibles cambios de nombre en la gerencia de las instituciones, aún está en gestación y se necesitará más tiempo para poder valorar sus logros. (FIN/IPS/ac/dm/cr/02

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