(Arte y Cultura) TELEVISION-PERU: Santa de prostitutas y ladrones

La serie de televisión Sarita Colonia renovó el debate en Perú sobre esta mujer andina, muerta a los 26 años y convertida en santa patrona de prostitutas, marginales y ladrones por voluntad popular y contra la opinión de la Iglesia Católica.

Los realizadores desarrollaron en 11 capítulos una historia que enlaza a la joven fallecida en 1940 con una periodista, que 60 años después, indaga sobre su vida y el origen del mito popular.

Sarita Colonia fue una joven que emigró de la sierra andina al Callao, para vivir «en un barrio de broncas y malevos», como diría el desaparecido escritor argentino Jorge Luis Borges, y que tenía cierto prestigio de «hierbera» (curaba con plantas indígenas)

Su muerte es objeto de varias leyendas, una de las cuales señala que se ahogó en le mar para proteger su virginidad.

En cambio, otra versión sostiene que la joven no murió ahogada, sino que sus frustrados violadores fueron burlados por «un milagro de la santita, quién hizo desaparecer su vagina y convirtió su vientre en un codo».

Sin embargo, investigadores aseguran que Sarita Colonia en realidad murió de paludismo, como se indica en su partida de defunción.

El antropólogo Carlos Velaochaga apuntó que «su pobreza, humildad y el haber muerto muy joven crearon el marco de sacrificio necesario en toda historia de santidad».

Además, «el culto hacia ella aparece en el momento en que un sector de la población de Lima procedente de las sierras andinas necesitaba tener una figura propia en el santoral cristiano», añadió.

Altares con su efigie proliferan hoy en las cárceles, en los burdeles de poca monta y en algunos cerros de los suburbios de Lima, mientras que asaltantes, carteristas y timadores suelen tener en sus bolsillos «una estampita de Sarita», para que los proteja.

Vladimiro Montesinos, el ex jefe de inteligencia del depuesto gobierno de Alberto Fujimori (1990-2000) y considerado uno de los funcionarios más corrupto de la historia peruana, tenía al momento de ser detenido en 2001 entre sus documentos una estampa de Sarita Colonia, que mostró piadosamente a los periodistas.

Centenares de devotos acuden todos los domingos ante su tumba a orar y a pedir ayuda para sus problemas, procesión que años atrás provocó las iras del párroco católico local, pero que fue llamado a silencio por sus superiores para no enfrentar a la Iglesia con una devoción masiva, aunque marginal.

El culto a esta santa no reconocida por la Iglesia Católica creció entre los desheredados y marginales de Lima y Callao y ahora gana adeptos en la clase media, además de extenderse fuera de fronteras de la mano de los peruanos que emigraron a Argentina, Chile y Estados Unidos.

Los orígenes del culto y la realidad de su vida resultan dudosos por la fantasía popular que las inventa y recrea.

Para los sociólogos, Sarita Colonia es un símbolo de la peruanidad y su «canonización» popular es el triunfo de la inmigración andina sobre Lima. La victoria del «otro país», que emerge desde la informalidad y se impone al oficialismo centralista.

«Ella es percibida como más poderosa, porque es más próxima y entiende mejor las razones y sin razones de sus fieles», comentó el periodista Lino Montes.

«La Iglesia quería convertir en santa a una monja italiana, también muy piadosa y que vivió muy cerca de la casa de Sarita, pero la joven sirvienta se impuso y nadie se acuerda de la monja», añadió.

La actriz con nombre quechua y apellido británico Urpi Gibson, de cierto parecido físico aunque sin los rasgos mestizos y andinos de Sarita, interpretó en la serie de televisión que concluyó este mes un papel inevitablemente difícil, pues la excesiva bondad carece de relieves dramáticos.

La periodista, en la piel de la actriz Mónica Sánchez, es una desempleada a quien contrata una conductora de «talk show» (programa de debates) con la misión de buscar temas y comprar testimonios falsos, a fin de presentar historias escandalosas para el escarnio televisivo.

A medida que investiga, y sin perder de vista que se trata de un mito fabricado por la necesidad popular de tener fe, la periodista también conoce a una serie de personas que la llevan a identificarse con Sarita Colonia.

Comprueba que la santa popular tiene el prestigio de ser muy «milagrera» y generosa, «pues no pregunta a quienes recurren a ella en busca de ayuda si son pecadores o justos y les concede milagros, sin importarle historias pasadas ni intenciones futuras».

Esas apreciaciones volcadas en la miniserie de televisión forman parte de la vida real y leyenda de Sarita Colonia.

La asociación dirigida por sus familiares que organiza el culto afirma tener documentados 890 milagros comprobados en beneficio de algunos de sus pedigüeños devotos.

«Muchos regresan a agradecer después de recibir el milagro y les pedimos que dejen un testimonio escrito y firmado de la gracia de Sarita», explicó su hermano Hipólito Colonia, un profesor jubilado de 78 años, encargado del cuidado del mausoleo y del altar erigido en la vivienda que ocupó en vida.

Hipólito Colonia apuntó que la foto más difundida de Sarita Colonia le fue tomada cuando tenía 12 años, y admite que «ha sido algo retocada» para convertirla en la joven mujer que murió a los 26 años.

En opinión del antropólogo Rodrigo Montoya, el haberla convertido en heroína de una historia de televisión es indicio de que se la quiere insertar en la cultura occidental y urbana.

«Se quiere blanquear a Sarita Colonia, ya su rostro ha sido retocado en las estampas y cuadros que venden sus familiares, para eliminar o suavizar sus rastros andinos e indígenas», sostuvo Montoya. (FIN/IPS/al/dm/cr/02

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