Un grupo de científicos anunció el descubrimiento del bosque de tierras bajas más rico del mundo en diversidad biológica, pero advirtió que podría desaparecer en tres años a causa de la tala indiscriminada.
Un bosque tropical de tierras bajas en la isla indonesia de Sumatra alberga el doble de especies vegetales por hectárea que cualquier otro espacio similar, concluyeron el Centro para la Administración de la Biodiversidad, una organización privada australiana, y el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), un grupo ambientalista internacional con sede en Suiza.
«No hay ningún registro publicado sobre un nivel similar de especies vegetales en bosques de tierras bajas», destacó Andrew Gillison, autor del informe publicado el lunes y director del Centro para la Administración de la Biodiversidad.
Desde hace mucho tiempo se sabe que los bosques tropicales albergan la mayor diversidad biológica del planeta, pero este bosque indonesio en particular, de 1.600 kilómetros cuadrados y conocido como Tesso Nilo, posee una riqueza extraordinaria de flora, observó Gillison.
En apenas una superficie de 200 metros cuadrados, los investigadores descubrieron 218 especies de plantas vasculares, es decir, con sistemas de vasos para el transporte de la savia.
Esa cifra es casi el doble que la registrada en otras partes de Sumatra (114 especies) con la misma técnica de medición, y mucho más alta que la de bosques tropicales de tierras bajas en otros 19 países de gran riqueza biológica, como Brasil, Camerún, Malasia, Papúa-Nueva Guinea, Perú y Tailandia, señaló WWF en una declaración.
«En suma, ningún otro bosque de tierras bajas conocido para la ciencia se acerca a la enorme riqueza biológica del Tesso Nilo, que también alberga una gran variedad de especies animales como elefantes, tigres, gibones y tapires», agregó la organización.
Los nuevos hallazgos ponen de relieve la necesidad de salvar a ese bosque de la tala ilegal en pequeña escala y de las empresas madereras multinacionales, señaló Claude Martin, director general de WWF.
El Tesso Nilo es uno de los escasos bosques de tierras bajas que quedan en Sumatra, un tipo de bosque tan amenazado que el Banco Mundial predijo su extinción para el año 2005.
Gillison consideró que esa previsión es demasiado optimista, y pronosticó la desaparición del Tesso Nilo para dentro de tres años.
«Mientras nosotros tomábamos medidas y contábamos plantas, veíamos caer árboles gigantes a nuestro alrededor», dijo.
WWF, preocupado por la pérdida de hábitat para los elefantes, pidió al gobierno de Indonesia en octubre de 2001 que declarara parte del Tesso Nilo área protegida, pero desde entonces aumentó el número de vehículos y campamentos en el bosque para la tala ilegal, denunció el grupo ambientalista.
Mientras, la empresa indonesia Riau Andalan Pulp and Paper comenzó a despejar tierras en el Tesso Nilo para convertirlas en plantaciones de acacias para pulpa.
La firma dijo a WWF que sus operaciones son legales, pero los investigadores no tienen claro si la empresa tiene permiso del gobierno, dado que éste declaró una moratoria a la conversión de bosques naturales en 2000.
El despeje de áreas boscosas ha continuado pese a las advertencias de la cancillería indonesia en diciembre y enero de que no toleraría la tala ilegal.
Pero la industria maderera es sólo parte del problema, señaló Chris Barr, experto en políticas forestales del Centro para la Investigación Internacional sobre Bosques (CIFOR), de Indonesia.
Las reformas económicas impulsadas por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI) luego de la crisis financiera de Asia, en 1997 y 1998, estimularon inversiones especulativas en el sector forestal de Indonesia e incrementaron la tala de árboles por parte de empresas nacionales endeudadas, afirmó Barr.
Funcionarios del Banco y del FMI reconocieron que algunas cosas pudieron hacerse mejor, pero rechazaron las conclusiones de los ambientalistas.
Organizaciones ecologistas también culparon a agencias de créditos para la exportación de Europa, Japón y América del Norte por promover la desforestación en Sumatra a través del apoyo financiero a compañías madereras indonesia sin exigirles salvaguardas ni estudios ambientales.
La fábrica de pulpa y papel de Indah Kiat, por ejemplo, consume cada año 200 kilómetros cuadrados de bosques tropicales de antiguo crecimiento, porque sus plantaciones adicionales de árboles todavía no están maduras, denunció Stephanie Fried, del grupo neoyorquino Environmental Defense.
La fábrica, propiedad de la firma Asia Pulp and Paper, fue financiada con 500 millones de dólares de instituciones financieras canadienses, finlandesas, suecas y españolas. Agencias de Alemania y Estados Unidos también ofrecieron préstamos y garantías en acuerdos separados.
En los últimos 12 años, Indah Kiat desforestó 278.000 hectáreas, una superficie del tamaño de Luxemburgo, según CIFOR. (FIN/IPS/tra-en/dk/aa/mlm/en/02