El cultivo ilegal de coca llevó a la destrucción de 2,3 millones de hectáreas de bosques en la selva amazónica de Perú y es una de las principales causas de deforestación, aseguró Jonathan Jacobson, asesor de la agencia estatal Contradrogas.
Perú es en la actualidad el segundo productor mundial de cocaína, detrás de Colombia, y las plantaciones de arbustos de coca, cuya hoja es la base para la elaboración de esa droga, ocupan 60.000 hectáreas, según fuentes de la Oficina Antinarcóticos de la policía.
Esa extensión es casi la mitad de la que existía en el país en 1995, cuando era el mayor productor del mundo, según cálculos elaborados entonces en base a la observación satelital de la DEA, agencia antidrogas de Estados Unidos.
El territorio afectado por los sembrados de coca en más de 20 años de apogeo de la producción de cocaína en Perú supera los 2,3 millones de hectáreas, una superficie equivalente a la mitad de Suiza.
La represión policial y el rápido empobrecimiento del suelo obligan a los campesinos a trasladar sus plantaciones después de dos a cinco años de explotación.
«Todas las fases de la producción de cocaína son nocivas y constituyen una especie de paquete antiecológico que atenta contra el ecosistema de los bosques y la biodiversidad», apuntó Alex González, presidente de la organización no gubernamental Alternativa Verde.
Gonzáles indicó que el procedimiento para efectuar la siembra ilegal y las características de la planta destruyen los bosques y convierten en irrecuperables los suelos, al menos en el corto y mediano plazo.
La coca es cultivada en claros abiertos en la selva mediante la quema de árboles, procedimiento que favorece la rápida pérdida del humus y la erosión acelerada del frágil y delgado suelo de la zona, que se convierte en estéril por muchos años.
Para plantar una hectárea de coca se queman entre cuatro y cinco hectáreas de bosque, con lo cual se destruyen centenares de árboles de madera fina de la selva peruana.
El deterioro ambiental se agrava por el empleo descontrolado en esas plantaciones de pesticidas, como el Parathion, y herbicidas, como el Paraquat, todos de naturaleza tóxica y muchos de ellos prohibidos en varios países.
Así mismo, la elaboración de la pasta básica de cocaína es altamente contaminante, pues las hojas del arbusto son maceradas en diversas sustancias químicas, que luego de ser utilizadas se vierten en los ríos o van a parar a ellos arrastrados por las lluvias.
También pueden causar daños irreparables la erradicación de cultivos ilegales si se utilizan para ello sustancias defoliantes, como el agente naranja utilizado por Estados Unidos en la guerra contra Vietnam.
Los defoliantes químicos esparcidos por helicópteros sobre los cultivos de coca descubiertos en la selva afectan también las áreas circundantes, además de contaminar arroyos y ríos.
La deforestación en la selva amazónica peruana ha originado la desaparición de numerosas especies de flora y fauna. Se calcula que unas 115 especies de animales se encuentran en peligro de extinción por esa causa.
«Campesinos no comprometidos en la producción ilegal de coca han denunciado el empleo del agente naranja, porque el aire arrastra la sustancia y destruye los sembradíos de maíz y plátanos», señaló el experto Roger Rumrrill.
Los sitios del país con más severos problemas ambientales a causa de plantaciones de coca son el departamento de San Martín, en la selva nororiental, la zona próxima al río Monzón, en la selva central de Huánuco, y en los valles del río Apurimac, en la selva sur.
En el departamento de Huánuco se han destruido 450.000 hectáreas de bosques, casi 60 por ciento de su extensión forestal, mientras en el río Apurimac se destruyeron más de 50.000 hectáreas, que superan 50 por ciento del área selvática.
En tanto, en San Martín, la deforestación originada por los cultivos ilegales alcanza a 800.000 hectáreas, casi 40 por ciento de su extensión boscosa, aseguró María Méndez, de la oficina de antinarcóticos de la embajada de Estados Unidos en Perú.
Méndez precisó que se han depredado áreas ubicadas en los parques nacionales Alexander Von Humbolt, donde existen 5.000 hectáreas de coca, y Tingo María, con 3.000 hectáreas.
Alex González, de Alternativa Verde, añadió que «la deforestación salvaje promovida mediante la quema de bosques por el narcotráfico ha provocado la destrucción de miles de ejemplares de cedro, caoba y otras especies.
Perú exporta hoy 80 millones de dólares anuales de madera, pero un proyecto de ley para de reglamentación del sector propone elevar esas ventas a 1.000 millones de dólares en una década.
Sin embargo, «esa meta, que podría ser superada si la nueva legislación forestal promueve tributariamente el incremento del valor agregado a la exportación maderera, no podrá alcanzarse si prosigue la irracional deforestación promovida por el narcotráfico», comentó el ecologista Saúl Medrano.
«El narcotráfico atenta contra el ambiente, desestabiliza socialmente las zonas donde opera y perturba sus actividades económicas», agregó. (FIN/IPS/al/dm/en/02