El éxodo de miles de habitantes de Alemania oriental hacia el oeste del país se profundiza, exponiendo el fracaso de las políticas para equilibrar el desarrollo de las dos regiones tras la reunificación de 1990.
La «marcha hacia el oeste» alcanza proporciones similares al movimiento demográfico que precedió la construcción del muro de Berlín en 1961, levantado por la entonces República Democrática de Alemania para evitar la pérdida de la población más educada.
Más de un millón de habitantes abandonaron la región oriental desde la caída del muro, en 1989, y el flujo hacia la región occidental se intensificó en los últimos años, dejando algunas ciudades pequeñas casi sin jóvenes ni trabajadores calificados.
En 1990 el entonces canciller (primer ministro) Helmut Kohl (1982-1998) procuró evitar este escenario promoviendo una costosa pero rápida reunificación monetaria del país de 82 millones de habitantes.
Kohl prometió «escenarios florecientes» en el este , donde virtió una asistencia de 500.000 millones de dólares y generosas exenciones impositivas. Se reactivó la industria de la construcción y brotaron edificios de oficinas, centros comerciales y parques industriales, que generaron empleos.
Sin embargo, 10 años después, comercios y oficinas están vacíos. En los orientales estados de Mecklemburgo-Pomerania Occidental y Sajonia-Anhalt, el desempleo es superior a 20 por ciento, el más alto del país, y la migración creció 13 por ciento respecto del año pasado.
«A veces una clase entera de graduados decide viajar al oeste», dijo una profesora de una escuela secundaria de la ciudad de Hoyerswerda, en Sajonia, que perdió un cuarto de su población en la última década.
Al igual que en otras ciudades industriales orientales, la educada población de Hoyerswerda, que cobró notoriedad por los brotes de xenofobia a principios de los años 90, fue duramente golpeada por la incompetencia de la industria local.
Desde el inicio de la década pasada, unas 7.500 empresas cerraron sus puertas por año en los estados orientales, dejando a miles de personas sin empleo. Casi no hay familia que no tenga alguno de sus hijos o hijas buscando mejor suerte en Berlín y los estados occidentales.
La especialización de la educación terciaria no representa más oportunidades de trabajo, y las autoridades locales temen que cuando se revierta la situación económica haya escasez de trabajadores calificados.
«Los mejores se marchan y sólo quedan los buenos para nada», se lamentó el propietario de una compañía de instrumental médico en la ciudad de Magdeburgo, que no puede cubrir cinco puestos vacantes de aprendices.
La migración interna agrava la situación económica de la región, pues los inversores la evitan por su falta de mano de obra calificada. Muchos prefieren incluso iniciar sus negocios cruzando la frontera, en las vecinas Polonia o República Checa, donde abunda la oferta laboral calificada, y más barata.
Para empeorar la situación, desde 2000 el gobierno otorga becas de reubicación para jóvenes orientales que obtienen trabajo o una pasantía en la región occidental. La medida, concebida para reducir el desempleo, ha sido tan exitosa que casi no quedan jóvenes en los estados orientales.
Los occidentales estados de Baviera y Baden-Wuerttemberg, con un desempleo inferior a seis por ciento, son polos de atracción de la población joven del este, junto a la occidental ciudad de Francfort, el centro financiero del país, y el septentrional puerto de Hamburgo.
Las mujeres jóvenes y solteras son el sector social más afectado por el desempleo y el más proclive al éxodo. La tendencia reducirá aún más la natalidad, ya abatida por la incertidumbre de la reunificación, advirtieron los especialistas.
«Si esto continúa así, en 15 años no habrá nadie menor de 30 años (en los estados orientales)», pronosticó el demógrafo Rainer Dinkel, de la Universidad de Rostock.
En algunas áreas de Lausitz, al sudeste de Berlín, sólo 10 por ciento de los habitantes son menores de 30 años. En la localidad de Tutow, en Sajonia, donde no quedan casi jóvenes, el municipio recauda más por licencias para perros que por impuestos a la actividad industrial y comercial.
Pero no sólo se marchan los jóvenes y los desempleados. En Schwerin, la septentrional capital del estado de Macklemburgo- Pomerania Occidental, tantos profesionales se han ido que la alcaldía «carece de recursos intelectuales para gobernar», según el concejal del Partido Verde Edmund Haferbeck.
«Buena parte de los desempleados no se beneficiará con el crecimiento económico debido a su edad, la falta de capacitación y el mal desempeño económico en ciertos bolsones de Alemania oriental», dijo Ruediger Pohl, del Instituto de Investigación Económica, de la oriental ciudad de Halle.
El problema preocupa a los partidos políticos que afrontarán las elecciones nacionales de octubre, pues el descontento de los votantes del este podría definir los resultados.
La región oriental ha sido siempre un factor decisivo en los comicios, y perdre el apoyo de sus oscilantes votantes puede significar la pérdida del gobierno, como le ocurrió a Kohl en 1998, cuando fue evidente el fracaso de su política de desarrollo.
El canciller Gerhard Schroeder dijo en 2000 que «necesitamos reconocer que estamos a mitad de camino», aunque sostuvo que «el vaso está mitad lleno, y no mitad vacío». Además de extender subsidios y exenciones de impuestos, Schroeder tuvo poco que ofrecer.
El producto interno bruto oriental es aún un tercio inferior que el del oeste, mientras la mayoría de los jóvenes consultados en una encuesta opinaron que deberán pasar al menos 15 años para equiparar el desarrollo de la región al del resto del país. (FIN/IPS/tra-en/ys/sm/lp-dc/pr if/02