TEATRO-CHILE: El sida y la burocracia matan a un innovador

Andrés Pérez, el mayor innovador del teatro en Chile de las últimas décadas, muerto víctima del sida y de la incomprensión de burócratas, fue sepultado este viernes entre el masivo homenaje de la comunidad artística y de su público.

Unas 2.000 personas se dieron cita al final de la tarde en el cementerio de Villa Alemana, 80 kilómetros al oeste de Santiago, para despedir los restos del actor y director teatral creador de «La negra Ester», la obra que revolucionó al teatro chileno en 1988.

Pérez, de 50 años, murió el jueves en un hospital público de esta capital, donde estuvo internado desde octubre a consecuencia de una neumonitis provocada por el sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), que causó finalmente su fallecimiento por insuficiencia respiratoria.

El féretro con el cadáver del artista fue trasladado desde Santiago hasta Villa Alemana en una colorida y vieja «micro» (bus de transporte urbano), cuyo rótulo manuscrito decía «Línea Andrés Pérez Araya».

La singular carroza mortuoria, que encabezó una larga caravana de vehículos, simbolizó así la afición por la cultura popular que acompañó siempre a Pérez, desde sus inicios como impulsor de un contestatario teatro de la calle durante la dictadura del general Augusto Pinochet (1973-1990).

Arriba de la «micro», el ataúd fue acompañado por sus compañeros del teatro y músicos que no cesaron de interpretar cuecas y otros aires del folclore urbano chileno.

Ese mismo ambiente festivo marcó el velatorio de Pérez, realizado desde el mediodía del jueves en el Teatro Providencia, donde los artistas compartieron con personalidades del ambiente político y cultural y con unas 2.500 personas que desfilaron ante el fallecido director.

El cortejo funerario que partió desde el Teatro Providencia recibió también el tradicional homenaje de los santiaguinos a los muertos ilustres, cuando la «micro» pasó por la Pérgola de las Flores, en las cercanías del antiguo Mercado Central y de la Estación Mapocho.

El funeral fue descrito como «el más alegre de los últimos años». Una calificación que contrasta con el dramatismo de los últimos meses de vida de Pérez.

Desde que fue internado en el Hospital San José, en octubre, sus familiares y compañeros de profesión llevaron a cabo diversas actividades con el fin de recaudar dinero para pagar el alto costo de los medicamentos para impedir el avance del sida en su organismo.

A comienzos de 2001, Pérez revitalizó las Bodegas Teatrales de Matucana, un centro de espectáculos populares creado en antiguas bodegas y talleres del barrio Estación Central de propiedad estatal, donde montó «La huida».

Esa obra, que escribió en 1974, trata de la persecución a los homosexuales en Chile durante el gobierno del general Carlos Ibáñez (1952-1958).

Pérez, quien reconoció públicamente su condición de homosexual a comienzos de los años 90, estuvo casado hasta 1975 con la actriz Rosa Ramírez, con la cual tuvo un hijo, llamado también Andrés, que estudia actualmente teatro en Francia.

En abril de 2001 pidió al gobierno que le cediera la administración de las Bodegas Teatrales de Matucana para continuar desde allí su labor de formación y difusión teatral.

El ministro de la Vivienda, Jaime Ravinet, le denegó el pedido. «Que no sea patudo (aprovechador). Quiere apropiarse de un lugar público para su uso personal», dijo el funcionario.

Este incidente causó a Pérez una gran depresión, que contribuyó, según sus amigos más cercanos, al debilitamiento de su salud. Desde agosto de 2000, cuando fue dado de alta de una prolongada hepatitis, se sospechaba que era portador del virus del sida, aunque él nunca reconoció su enfermedad en público.

«Fui muy maltratado. No estoy de acuerdo con que la clase política tenga tanta soberbia y arrogancia», dijo el director cuando fue desalojado de las Bodegas de Matucana por orden de Ravinet.

El gobierno de Ricardo Lagos realizó en los últimos meses algunas gestiones de ayuda al tratamiento médico de Pérez y expresó sus condolencias por su muerte a través del ministro de la Secretaría General de Gobierno, Claudio Huepe, y del vicecanciller Heraldo Muñoz.

Este último destacó, en un reconocimiento tardío de las autoridades, el papel que cumplió el artista como embajador cultural de Chile, sobre todo con exitosas giras en Europa y América Latina con «La negra Ester».

La obra, vista por unos seis millones de espectadores en todo el mundo, marcó un hito en su estreno en 1988.

Inspirada en las décimas que el cantor popular Roberto Parra dedicó a su apasionado amor por una prostituta del puerto de San Antonio, «La negra Ester» introdujo en Chile el estilo del circo- teatro.

Pérez aprendió esa técnica del Théatre du Soleil, de Ariane Mnouchkine, al cual fue invitado a comienzos de los años 80, luego de ser encarcelado por la dictadura de Pinochet a raíz de sus acciones de teatro callejero.

Tras el montaje de «La negra Ester» creó la compañía Gran Circo Teatro, con la cual hizo una decena más de montajes.

En 1990 estrenó «Epoca 70: Allende». Le siguieron «Noche de reyes» y Ricardo II» (1991), «Popol Vuh» (1992), «La consagración de la pobreza» (1995), «Madame de Sade» (1998), «Nemesio Pelao» (1999), «Visitando el Principito» (2000) y «La huida», de 2001. (FIN/IPS/ggr/ff/cr/01

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