Buena parte de la población de Siria recurre a las hierbas de la medicina tradicional árabe, como alternativa a infructuosos tratamientos de la ciencia médica moderna.
Tres años atrás, Mohammed se recuperó de un ataque cardíaco que le provocó una gran inflamación en una pierna. Tras visitar a varios médicos se le diagnosticó una obstrucción en una arteria.
Los médicos dijeron que no había nada que hacer, excepto ejercicios físicos. La inflamación se redujo pero la herida nunca sanó.
Ante el fracaso de la medicina occidental, el hombre, que prefirió no dar su nombre completo, acudió a Hassan al-Mawla, un «doctor árabe», como se los denomina en Siria, que trabaja con hierbas y alimentos para combatir las enfermedades.
Mawla le dio un polvo para secar la herida y le entregó un líquido para beber. «Mi pierna está mucho mejor», dijo Mohammed mientras levantaba el pantalón para mostrar una cicatriz donde antes estaba la herida.
No es el único en seguir las indicaciones del médico árabe. Otra paciente de Mawla, Fatmeh Allam, aseguró haberse curado de estreñimiento crónico e hinchazón bebiendo una mezcla de líquidos, luego que sus desesperados intentos con la medicina occidental no dieron resultado.
Hassan al-Mawla, residente de Douma, una zona periférica a 10 kilómetros de Damasco, fue inspirado a seguir la medicina árabe o tradicional por su abuelo, Assaad al-Mawla, conocido en su época por curar muchas enfermedades en una aldea en Bustanieh, cerca de Homs.
El abuelo traspasó sus conocimientos sobre las hierbas a su hijo, Samih, de quien los heredó Hassan, el primero de la familia que convirtió el saber tradicional en un negocio.
El sanador tradicional elabora preparados naturales y cremas para los pacientes que le pagan sólo cuando alcanzan la curación, muchos de los cuales llegan hasta él como último recurso.
Según el herbolario, su campo de conocimiento está lejos de ser simple. «Debes saber dónde crece cada hierba, en qué mes, en qué clima y en qué tipo de suelos, además de los efectos que tiene sobre las personas».
Su libro de cabecera es una vieja edición procedente de Marruecos que, según Mawla, fue escrita cientos de años atrás, y que lleva consigo dondequiera que vaya.
Con el paso del tiempo, los nombres de muchas plantas fueron cambiando, y Mawla debe seguir las descripciones y cualidades de cada hierba para identificarla. Además, trabaja con especialistas en lengua árabe.
«Por ejemplo, la hierba conocida en árabe como 'hindbeh' (achicoria), en árabe moderno se denomina 'jozlokan'», explicó.
Su hijo Samir, de 12 años, es el próximo heredero del antiguo conocimiento y de la experiencia de tres generaciones. Como parte de sus enseñanzas, Mawla explica al niño que algunas plantas no deben recetarse a pacientes que sufren ciertas enfermedades.
Mawla está orgulloso de recibir pacientes que llegan desde Jordania y Líbano para solucionar males como la afección dérmica psoriasis, o infertilidad masculina por bajo número de espermatozoides.
El retorno a las medicinas naturales es una tendencia que se expande en todo el mundo. Andrew Weil, experto en medicinas alternativas en Estados Unidos, sostuvo que suplementar la dieta con el extracto de una hierba llamada Silybum marianum puede ser útil en el tratamiento de la psoriasis.
La casa y herboristería de Mawla hay estantes llenos de viejas botellas de vidrio y distintos envases repletos de sustancias multicolores.
«Debo importar muchas de las hierbas de otros países como Marruecos y Egipto, porque no todas crecen aquí. Pero hay que ser muy cuidadoso para no ser engañado, y acabar comprando la hierba equivocada», dijo el médico tradicional.
Las recetas siguen cierto protocolo. «Las entrego por gramos según el peso de la persona, y procedo en etapas», relató.
El sueño del herborista es viajar a Marruecos, Egipto e India para conocer en profundidad la práctica de la medicina tradicional con hierbas en esos países.
En Siria la medicina tradicional está menos restringida y controlada que en otros países, y los sanadores tradicionales como Mawla tienen libertad de acción.
Pero el hombre reconoció que no es doctor, y que la medicina moderna también es necesaria.
Sin embargo, probar no cuesta nada, dijo Mawla y recordó que sus pacientes sólo le pagan después de haberse curado. (FIN/IPS/tra-en/gb/sm/lp-dc/he/02