Cuba declaró una guerra sin cuartel contra el Aedes aegypti, el mosquito trasmisor del dengue, ante el rebrote de esa epidemia que en su variante hemorrágica resulta mortal y que este año afecta especialmente a Venezuela, Brasil y varias naciones de América Central y el Caribe.
La campaña para cerrar el paso al vector se intensificó a mediados de enero, fundamentalmente en La Habana, de 2,2 millones de habitantes, una de las ciudades más amenazadas por la enfermedad, que se inicia con fiebre repentina y dolores de cabeza.
Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el dengue se consideraba un problema de salud pública de Asia, mas no de América Latina, hasta que en 1981 Cuba fue escenario de la primera epidemia grave en la región.
Las autoridades cubanas acusaron entonces a la Agencia Central de Inteligencia (CIA) estadounidense de la introducción de la epidemia, que afectó a 344.200 personas y que costó la vida a 158, entre ellas 101 niños.
En diciembre de 2001, y luego de varios meses de rumores callejeros, el presidente Fidel Castro reconoció «algunos» casos de dengue, aunque hasta el momento se carece de información oficial completa. Fuentes del Ministerio de Salud Pública indicaron que en noviembre se reportaron unos 40 casos en la provincia de Ciudad de La Habana.
El mosquito puede vivir dentro de los hogares en toda clase de recipientes con agua limpia (donde pone sus huevos), en lugares oscuros o húmedos y en patios y jardines, lo que hace imprescindible la cooperación de la comunidad para lograr su control y luego erradicarlo.
«En cada casa, barrio, centro de estudio o trabajo, tenemos que neutralizar a un enemigo hostil», dijo Liset Alvarez Ledesma, profesora de la escuela de trabajadores sociales de La Habana.
Más de 10.000 personas están involucradas directamente en las tareas de limpieza y fumigación, así como en los controles sanitarios para detectar a tiempo a las personas contagiadas con alguno de los cuatro serotipos del virus del dengue, padecimiento para el que aún no hay vacuna preventiva.
Cada uno de los cuatro serotipos sólo puede padecerse una vez, debido a que el anticuerpo que produce el organismo para defenderse de la agresión queda permanentemente en la sangre de la persona afectada.
El epidemiólogo Pedro Más, del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kouri (IPK) de Cuba, dijo a Tierramérica que la persona atacada por el serotipo número uno queda inmunizada contra éste, pero no contra los tres restantes.
En la segunda infección, la multiplicación del virus es mayor y aumenta el riesgo de la fiebre hemorrágica y de otras complicaciones, añadió Más, quien también advirtió que las combinaciones entre los serotipos provocan una mayor agresión de la enfermedad.
Investigadores del IPK, del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología y del Instituto Finlay trabajan de manera conjunta en la búsqueda de una vacuna contra el dengue, esfuerzo que se dificulta por la necesidad de hallar un inmunógeno con protección elevada contra cuatro virus.
Especialistas consideran a Cuba, por su ubicación geográfica y sus condiciones atmosféricas, un hábitat perfecto para el mosquito transmisor de esta enfermedad, que en el continente americano afectó el pasado año a unas 500.000 personas de 31 países, 16 de los cuales reportaron el dengue hemorrágico.
Elia Rosa Lemus, responsable de la campaña contra el dengue en Cuba, estimó que la situación epidemiológica de América Latina mejoró hacia fines de los años 50 y principios de los 60, pero el dengue volvió entre 2000 y 2001.
En la actualidad los índices de infección son particularmente altos en Venezuela y Brasil, explicó Lemus, quien recordó que el virus es transmitido por la hembra del Aedes aegypti, que se alimenta de sangre y detesta el frío.
Venezuela fue escenario de una epidemia grave en 1990, y en 2001 padeció un rebrote, con casi 30.000 casos registrados, que obligó al gobierno a mantener una «alerta epidemiológica» en 18 de las 24 regiones del país.
En Brasil, el gobierno decidió intensificar durante la segunda quincena de enero las medidas de control tras reportarse la muerte de tres personas en once días por dengue hemorrágico en Río de Janeiro.
El efecto invernadero que registra el planeta contribuye a la propagación del virus, pues el mosquito prefiere los ambientes cálidos y húmedos, añadió Lemus, coincidiendo con los expertos que creen ver en el cambio climático la causa del aumento de la presencia del vector en América Latina.
Según la OPS, América Central, el deterioro de los programas de control, asociado con condiciones climáticas, prolongaron e intensificaron los efectos del dengue. (FIN/Tierramérica/he/pg/02