El frío extremo que azota a Rusia pone de manifiesto la situación de la población sin techo y el terrible estado de la infraestructura energética nacional.
En Moscú, donde se soportaron temperaturas de 27 grados bajo cero, 300 personas murieron de frío en las últimas semanas, una cantidad notablemente mayor que las 205 víctimas del invierno anterior. Muchos más pueden haber sucumbido en el resto del país, pero no hay estadísticas nacionales sobre muertes por frío.
Rusia central afronta el invierno boreal más frío de los últimos 25 años, con 33 grados bajo cero en los primeros días de enero.
El presidente Vladimir Putin ordenó la semana pasada un mejor suministro de energía y calefacción para la población y pidió al viceprimer ministro Viktor Khristenko un informe detallado sobre la situación en la región oriental, instruyendo medidas para mejorarla en el plazo de un mes.
En su reunión con Putin, Khristenko aseguró que la situación está «bajo control», aunque admitió que una cuarta parte de las dificultades se deben a «factores humanos», como la indisciplina de los empleados de los servicios comunales, informó el canal de televisión estatal RTR.
Con todo, durante este invierno no se han registrado aún crisis como el año pasado, cuando vastas zonas del extremo oriental y Siberia quedaron sin electricidad durante semanas.
Sin embargo, muchas regiones aún luchan contra las bajas temperaturas y las severas tormentas de nieve, que provocan continuos cortes de electricidad.
Si bien no todos los muertos por hipotermia eran personas sin hogar, la población los considera «bomzh», acrónimo de la era soviética para la gente «sin un lugar de residencia definido».
En tiempos de la Unión Soviética, disuelta en 1991, no tener hogar era un delito. Aunque los bomzh ya no son molestados por la policía, no es mucho más lo que las autoridades hacen en su favor.
El gobierno de la capital cuenta con ocho refugios que albergan a 1.500 personas, pero la población sin techo de Moscú asciende a 100.000 habitantes.
Varias organizaciones benéficas internacionales, en particular la agencia francesa Médicos sin Fronteras, han reiterado pedidos de asistencia para los sin techo.
Por otra parte, las temperaturas extremas recuerdan a los rusos que la deteriorada infraestructura requiere inversiones importantes para evitar males mayores.
Los recortes de energía y la caída de las líneas de suministro eléctrico dejaron a miles de personas en todo el país sin luz o calefacción o sin ambos servicios.
Muchas aldeas y ciudades padecen falta de electricidad o calefacción. En el suburbio moscovita de Khimki, casi 150.000 personas quedaron sin calefacción a comienzos de este mes, debido a la rotura de un viejo ducto.
La inusual ola de frío alcanzó la meridional costa del mar Negro, donde la nieve cayó sobre las palmeras subtropicales. Desde el mes pasado, el balneario de Sochi, lugar de descanso de Putin, sufre reiterados cortes de electricidad.
Treinta y nueve aldeas y pequeñas ciudades de la meridional región de Krasnodar se quedaron sin suministro eléctrico por un desperfecto en las líneas de transmisión.
También en el sur, el ejército debió explotar varios diques para permitir la circulación de las aguas congeladas en el estrecho del mar de Azov.
Las localidades septentrionales sufrieron situaciones peores. en Arkhangelsk, 98.000 habitantes perdieron el servicio de agua pues las cañerías se congelaron.
En Volkhov, cerca de la septentrional ciudad de San Petersburgo, 11.000 residentes de edificios de apartamentos quedaron sin calefacción de ningún tipo, mientras 54 aldeas de la región permanecieron a oscuras en los primeros días de enero debido a desperfectos causados por las tormentas de nieve.
En la ciudad de Vladivostok, en el extremo oriental del país, vehículos blindados militares debieron arrastrar a los ómnibus de pasajeros por las calles cubiertas de nieve. Durante varias horas, la electricidad faltó en varias zonas de la ciudad y en las localidades vecinas.
En Ust-Kut, en la región siberiana de Irkutsk, 8.000 personas permanecen sin calefacción desde el 22 de diciembre, mientras en la septentrional región de Yakutia, unos 1.000 residentes de Djebariki-Khaya también perdieron el servicio de calefacción, mientras soportaban temperaturas de 40 grados bajo cero.
Durante la era soviética, en las zonas urbanas se construían sistemas centralizados de calefacción, ahora obsoletos y que ante cualquier falla en los ductos, dejan a numerosas poblaciones sin el servicio.
Tales sistemas, que bombean grandes cantidades de agua caliente a los edificios de apartamentos, son ineficaces y de mantenimiento muy costoso.
Por otra parte, el servicio era casi totalmente subsidiado por el gobierno soviético, una situación incompatible con el actual sistema de libre mercado.
Los residentes de Moscú aún pagan sólo 44 por ciento de los servicios públicos subsidiados, mientras en el resto del país la población paga 60 por ciento.
Los moscovitas deberán hacerse cargo del precio total de la electricidad, la calefacción y otros servicios comunales, anunció la semana pasada el vicealcalde Boris Nikolsky.
En muchas regiones, los inquilinos no pueden pagar las cuentas de calefacción, mientras la falta de inversiones impide reemplazar los viejos sistemas de calefacción central por alternativas más modernas, económicas y adecuadas al ambiente.
El Kremlin anunció un acuerdo con el Banco Mundial que le permitirá acceder a un préstamo de 85 millones de dólares para modernizar los sistemas urbanos de calefacción.
El rigor del clima y la elevada urbanización del país exigen esfuerzos permanentes para mantener la infraestructura, explicó a IPS el experto Georgi Derluguian, profesor asistente de la Universidad Noroccidental de Chicago, Estados Unidos.
De lo contrario, podrían congelarse muchos centros urbanos, en particular los ubicados en Siberia, afirmó. (FIN/IPS/tra- eng/sb/sm/dc/dv/02