Amplios sectores políticos y jurídicos de Italia cuestionaron este martes la última cruzada del papa Juan Pablo II contra el divorcio, en especial porque el propio Vaticano anula casi la mitad de los matrimonios que solicitan la disolución.
El Papa exhortó el lunes a los abogados católicos a recurrir a la objeción de conciencia para excusarse de participar en procesos de divorcio.
Cincuenta y ohco por ciento de los entrevistados para una encuesta publicada este martes por el diario La Repubblica, de Roma, se opusieron al llamado del Papa, mientras 40 por ciento lo aprobaron. La gran mayoría de los dirigentes políticos criticaron la exhortación.
Abogados dedicados a asistir juicios de divorcio, entre ellos muchos católicos, se declararon contra la recomendación papal. El derecho al divorcio existe en este país desde hace 32 años.
El Papa «es libre de pronunciarse contra el divorcio, pero es injusto pedirle a los abogados que no apliquen la ley», declaró el abogado Cesare Rimini, quien agregó que la objeción de conciencia contempla en Italia sólo a los médicos en caso de aborto quirúrgico.
«Para no pecar, entonces, un abogado no debería defender un asesino confeso, pero nuestro deber es defender de la mejor manera los intereses de la persona», dijo, por su parte, la abogada Maretta Scoca, experta en derecho de familia y católica practicante.
Scoca negó también que el divorcio tenga «efectos devastadores», como afirmó Juan Pablo II. «A menudo, las separaciones ponen término a verdaderas tragedias humanas», afirmó la abogada.
El propio Vaticano, en 2000, anuló 57 de los 124 matrimonios cuyos integrantes solicitaron la disolución ante los tribunales eclesiásticos.
La exhortación del Papa constituye una interferencia en el carácter laico del Estado italiano, sostuvo la dirigente de los Democráticos de Izquierda, principal partido de la coalición opositora de centroizquierda, Livia Turco, quien es católica.
Todos los partidos de la coalición de centroizquierda — comunistas, verdes y socialdemócratas— coincidieron con Turco. También la diputada de la derechista y oficialista Alianza Nacional Alessandra Mussolini, quien dijo que se trata de un paso atrás en las relaciones entre el Vaticano e Italia.
La ministra de Igualdad de Oportunidades, Stefania Prestigiamoco, dijo que el llamamiento del Papa lo considera un mensaje para defender la indisolubilidad del matrimonio, pero no una injerencia en los asuntos del Estado».
«Yo estoy casada con un divorciado y, según la ley de la Iglesia, no puedo comulgar, lo cual para una católica como yo es muy doloroso», dijo Prestigiamoco, quien pertenece al partido Forza Italia al igual que el jefe del gobierno centroderechista, Silvio Berlusconi.
Por su parte, la subsecretaria de Seguridad Social, Grazia Sestini, recordó que la mayoría de los italianos, entre ellos muchos católicos, se pronunciaron a favor del divorcio en un referéndum celebrado en 1974.
El resultado de esa consulta popular, 59,1 por ciento de los votos favorables al divorcio y 40,9 por ciento en contra, le costó la jefatura del gobierno a Amintore Fanfani, de la hoy disuelta Democracia Cristiana.
La proporción de divorcios en Italia sobre el total de matrimonios es de 12,1 por ciento, una de las más bajas de Europa, mientras en Gran Bretaña es de 53,2 por ciento, en Francia de 46, en Alemania de 41,1 y en España de 16,5.
La Sacra Rota, tercera y última instancia entre los tribunales eclesiásticos que considera las solicitudes para poner fin al matrimonio, no decreta divorcios sino la nulidad de los votos conyugales.
Entre las causas más empleadas para solicitar la anulación del vínculo figura el casamiento «sin la voluntad de tener hijos», que para la Iglesia Católica no es un matrimonio válido, y también violencia, casamiento forzado o mediante engaño.
La Sacra Rota demora dos años promedio en pronunciar su fallo, pero llega a tardar 10. Una causa que dure cinco años puede tener un costo de 10.000 dólares, y también se han pagado, según expertos en asuntos vaticanos, cifras mucho mayores. (FIN/IPS/jp/mj/cr/02
