R.D.CONGO: Refugiados prefieren el peligro al exilio

Miles de desplazados por la erupción del volcán Monte Nyiragongo, en la República Democrática del Congo, comenzaron a retornar de la vecina Ruanda, donde se sienten más inseguros que en el peligroso valle de Goma, en que continúa la actividad sísmica.

Los residentes de Goma que huyeron del torrente de lava el pasado fin de semana, se negaron a permanecer en los campamentos instalados en las colinas de la ciudad ruandesa de Ginsenyi, mientras se informaba que otro volcán, el Monte Nyamuragira, comenzó a arrojar lava sobre el Parque Nacional Virunga.

«No nos sentimos seguros en territorio ruandés», dijo una mujer que volvió a Goma con sus hijos, un día después de la catástrofe.

«No hay un lugar más confortable que el hogar», dijo otro desplazado que regresaba a la destruida capital de la provincia Kivu del Norte, donde residen 500.000 personas.

«La población de Goma hace un importante pronunciamiento político al regresar, permitiendo que el mundo sepa que, pese a la catásfrofe humanitaria, la guerra entre Congo y Ruanda continúa. Consideran fuera de discusión rendirse ante el enemigo», sostuvo un periodista de Kinshasa que no quiso dar su nombre.

El conflicto en la República Democrática del Congo, iniciado en 1998, involucra a seis países de Africa central. Burundi, Ruanda y Uganda respaldan a los rebeldes congoleses, mientras Angola, Namibia y Zimbabwe apoyan al gobierno de Joseph Kabila.

Los ruandeses no hicieron esfuerzos por mejorar la poca estima que les profesan los congoleños. «Querían vendernos todo, hasta un vaso de agua», sostuvo otro desplazado explicando el motivo de su retorno.

Fueron las mujeres las primeras en negarse a permanecer en los campamentos, a los que calificaron de «campos de concentración», sostuvo el periodista Roger Kahindo, quien también buscó refugio en Gisenyi.

«Olvidaron que en 1994, ellos fueron refugiados en nuestro país, huyendo del genocidio», sostuvo una mujer, recordando la llegada de cientos de miles de refugiados hutus que escapaban de la violencia en Ruanda.

El viaje de regreso se llevó a cabo bajo una intensa lluvia, que redujo visiblemente la incandescencia de la lava. Pero la erupción dejó muy poco en pie. Muchas familias no hallaron ni los restos de sus hogares.

Nunca antes la ciudad había sufrido una erupción tan devastadora, pese a estar rodeada de una docena de volcanes. La lava cubrió casi toda la ciudad de un lodo blanco y caliente.

La lentitud inicial del torrente permitió escapar a la mayoría de la población. Cincuenta personas murieron durante el fin de semana, atrapadas por la lava o por los incendios que ésta provocó, y otras 60 fallecieron el lunes por la explosión de un depósito de gas.

Los residentes de Goma son conscientes de que la cadena montañosa es, a la vez, una atracción turística y una espada de Damocles sobre sus cabezas.

La erupción del pasado fin de semana fue peor que la ocurrida en 1977, pese a que en esa ocasión murieron 2.000 personas. Entre dos y cuatro metros de lava con una temperatura de 2.500 grados cubrió gran parte del aeropuerto, dejándolo inutilizable.

El torrente de rocas derretidas inundó el centro y los suburbios y destruyó toda la infraestructura. La central de generación de electricidad dejó de funcionar y la ciudad se quedó sin agua, pues la lava cayó sobre el lago, la única fuente de agua potable.

El lunes, el volcán se tranquilizó, la lava dejó de correr, pero continuó hirviendo en el cráter superior, contaminando el aire con cenizas irrespirables, mientras seguían los movimientos sísmicos.

Los sismólogos estiman que varios temblores de cinco grados en la escala de Richter fueron, en efecto, pequeños terremotos.

Unos 300.000 residentes de Goma cruzaron la frontera hacia Ruanda, mientras los 200.000 restantes buscaron ayuda en la más cercana ciudad congoleña, Masisi.

La coyuntura política agravó la catástrofe. Desde agosto de 1996, Goma fue atacada dos veces por el ejército de Ruanda. En 1998 se convirtió en la capital de los rebeldes de la Unión Congolesa por la Democracia (RCD/Goma), que procuran derrocar al gobierno de Kabila con el respaldo de Ruanda.

La tragedia también afecta a Kinshasa, la capital congolesa, donde viven miles de nativos de la provincia.

Antes de la erupción, el médico Jacques Lubwele se preparaba para retornar a Goma. «Planificaba volver a mi clínica privada allí. Pero por lo que pude ver en las fotografías, ni siquiera el edificio sobrevivió», dijo.

Los nativos de Kivu del Norte organizaron el envío de ayuda a Goma, pero la guerra ha complicado sus planes. Los líderes de la RCD no están interesados en nada que llegue desde Kinshasa. El gobierno debía enviar 1,5 millones de dólares de ayuda, pero la delegación aún permanece en la capital.

El gobierno de Ruanda, que en principio había autorizado la visita, finalmente decidió cancelarla.

Funcionarios congoleses que organizaron el viaje denunciaron la «inhumana» decisión de Ruanda, en una conferencia de prensa realizada esta semana. (FIN/IPS/tra-eng/jk/sz/mn/dc/pr en ip/02

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