Habitantes empobrecidos de la república yugoslava de Serbia ofrecen públicamente en venta sus órganos, como único medio de obtener dinero en una economía devastada tras las guerras de los años 90.
Un diario de la septentrional ciudad de Novi Sad presentó durante semanas un anuncio en la sección clasificada con el título «Niños necesitan que los cuiden».
En el aviso, una mujer de 38 años y su esposo de 41 ofrecen cada uno un riñón sano en venta, con la explicación de que los magros ingresos de ambos no cubren las necesidades de sus dos hijos.
«Tenemos que ocuparnos del futuro de nuestros hijos, estudiantes de la escuela primaria y secundaria. La venta de nuestros órganos nos ayudará a hacerlo», se lee en el anuncio.
Es un secreto a voces que Serbia se ha convertido en una encrucijada internacional del comercio ilegal de órganos de seres humanos, en general hígados y riñones.
Las vísceras traficadas llegan habitualmente desde la vecina Bosnia-Herzegovina y la meridional provincia serbia de Kosovo, y siguen viaje hacia países europeos.
Es difícil establecer el costo de un órgano, pero los correos reciben hasta 2.000 dólares por un traslado rápido al país de destino.
El popular diario Blic, de Belgrado se negó a imprimir ofertas de venta de órganos de dos hombres que viven en la periferia de la ciudad, alegando que se trata de un comercio ilegal.
Los dos hombres aceptaron ser entrevistados por periodistas del diario, que les protegieron la identidad, y explicaron que la venta de un riñón de cada uno sería la salvación para ellos y sus familias.
«Lo intenté todo. Trabajé como mecánico de automóviles, conductor de taxi y aprendiz de cocinero, y vendí productos de contrabando. Nada funcionó. La mayoría de los días mi familia y yo nos quedamos con hambre. Ya no tengo tiempo para imaginarme un futuro mejor», dijo uno de ellos.
La historia de ese hombre, identificado como NN por Blic, es típica de miles de serbios que se enfrentaron a las difíciles circunstancias de la década de los 90, cuando la guerra, el aislamiento de Yugoslavia y las sanciones que la comunidad internacional impuso al gobierno de Slobodan Milosevic causaron una pobreza sin precedentes en el país.
El cambio de gobierno en octubre de 2000 significó muy poco para los serbios desfavorecidos, mientras la recuperación de la actividad económica aún está lejana.
NN se negó a explicar cómo supo sobre la posibilidad de vender un riñón, pero conoce muy bien el precio. «Estaría satisfecho con 200.000 marcos alemanes (casi 100.000 dólares)», aseveró.
«Cuando intenté colocar el anuncio en el Blic me preguntaron si estaba loco. No lo estoy. Esta es la única salida para mí», agregó.
Sólo 1,7 millones de los siete millones de habitantes de Serbia están empleados, lo cual significa un desempleo de casi 40 por ciento, según estadísticas oficiales. Entre 300.000 y 500.000 personas más perderán su empleo este año a causa del colapso total de la economía.
«Es mejor vender un riñón que suicidarse», comentó el otro entrevistado, RN, de 39 años y residente en la pequeña localidad de Ub, cercana a Belgrado.
Su comercio de frutas y verduras quebró en 1999, cuando la aviación de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) atacó a Serbia. Los bombardeos destruyeron la red de energía eléctrica.
«Todo lo que había en los refrigeradores se pudrió. Esto me llevó a mi primera deuda, de 3.000 dólares. Después, volví a endeudarme una y otra vez, y ahora no tengo un centavo», agregó RN.
Sabe que el tráfico de órganos humanos está prohibida por la ley, pero «vender un riñón me permitirá sobrevivir», arguyó.
«La idea de vender sus propios órganos ilustra la magnitud de la pobreza que sufren muchos serbios. La destrucción material de los años 90 llevó a la destrucción de la sustancia humana», señaló Zarko Trebjesanin, profesor de la Universidad de Belgrado
«Vender algo que por definición no está a la venta marca el comienzo de la destrucción de una sociedad», advirtió Trebjesanin.
Funcionarios de policía y de servicios de salud mantienen la boca cerrada sobre el tema. Resulta imposible obtener de ellos comentarios o declaraciones sobre el comercio de órganos, a excepción de una repetida frase: «Es ilegal».
Algunos funcionarios admiten haber conocido el problema «hace poco, a través de los medios» de prensa.
Mientras, en todo Belgrado se escucha el rumor sobre un serbio anónimo que, con una oferta en Internet, logró vender un riñón por la fantástica suma de 1,5 millones de dólares.
¿Se tratará de un mito urbano o será la simple verdad? (FIN/IPS/tra-en/vpz/sm/lp/cr/02