El comercio parece ser la estrategia de Pakistán para ganarse la amistad del nuevo gobierno interino de Afganistán, cuyas autoridades son hostiles a Islamabad por el apoyo que concedió a la derrocada milicia Talibán.
Mientras continuaba explorando la vía diplomática para acercarse a los nuevos gobernantes de Afganistán, Pakistán anunció importantes incentivos para que los empresarios pakistaníes puedan aprovechar las oportunidades que surgirán en el vecino país mediterráneo, devastado por la guerra.
El lunes 7, Islamabad anunció la reapertura de su embajada en la capital afgana, Kabul, y de un consulado en la ciudad oriental de Jalalabad. Lo sorprendente fue que el anuncio fue realizado por el ministro de Comercio pakistaní, Abdul Razak Dawood.
«Es probable que Pakistán abra su embajada y consulado en 10 días, para que los empresarios puedan visitar Afganistán y buscar oportunidades que surjan de la reconstrucción», dijo Dawood, quien pidió a la autoridad interina afgana que establezca su embajada en Islamabad lo antes posible.
Pakistán cerró su embajada en Kabul citando «razones de seguridad» poco antes del inicio de los bombardeos de Estados Unidos, el pasado 7 de octubre, para derrocar a Talibán y capturar al principal sospechoso de los atentados del 11 de septiembre en Nueva York y Washington, el saudí Osama bin Laden.
Islamabad ya había cerrado sus fronteras y suspendido los suministros a Afganistán a pedido de Estados Unidos poco después de los ataques terroristas del 11 de septiembre.
«Desde esa fecha, suspendimos toda aprobación y transporte de alimentos, equipos y otros artículos importados por Afganistán desde Pakistán u otros países», declaró un funcionario de la Oficina Central de Recaudación, supervisora del Acuerdo de Tránsito Comercial con Afganistán (ATCA).
En virtud de ese acuerdo, firmado en 1965, Pakistán ofrecía pasaje gratuito por su territorio a todas las mercaderías destinadas a Afganistán. Ahora, Islamabad parece decidido a poner ese acuerdo en funcionamiento de nuevo, aunque no lo ha anunciado en forma explícita.
«El ATCA todavía está intacto, y el gobierno lo cumplirá», aseguró el ministro, sugiriendo que los comerciantes afganos pueden utilizar una vez más a Pakistán como ruta comercial.
Aunque el acuerdo de 1965 volvió a Afganistán dependiente de Afganistán, fue aprovechado para contrabandear artículos gravados con altos aranceles a Pakistán, y en los últimos años, para introducir mercancías sujetas a estrictas licencias de importación y restricciones de divisas.
Preocupado por el contrabando, Pakistán prohibió a principios de los años 90 el pasaje de acondicionadores de aire, sedas artísticas, autopartes, refrigeradores, jabones, champú, televisores, capacitores y relojes automáticos.
Así mismo, el té negro, los cigarrillos, las tintas y productos químicos, el poliéster, los filmes metalizados, el cloruro de polivinilo, los neumáticos y todo tipo de hilos fueron declarados contrabando en enero de 1995 por el mismo motivo.
«Esos artículos prohibidos representaban 85 por ciento del ATCA. Antes entraban a Afganistán gratuitamente y luego terminaban en el mercado pakistaní», dijo un funcionario del Ministerio de Comercio.
«Pero con las medidas del gobierno militar para erradicar el contrabando y desplegar tropas en todas las rutas regulares e irregulares, esperamos combatir el contrabando», agregó.
El comercio entre Pakistán y Afganistán sumaba 2.500 millones de dólares en 1996 y en 1997, pero la mayor parte era ilegal, según Zareen Naqvi, economista del Banco Mundial.
Actualmente, Islamabad tiene como prioridad reanudar los vínculos comerciales con Kabul, como forma de salvar la brecha diplomática con el gobierno interino afgano, dominado por miembros de la Alianza del Norte, opositora del derrocado régimen Talibán y contraria a Pakistán.
Pakistán también espera poder proveerle a Afganistán los artículos que necesita.
Mientras exhorta a los comerciantes afganos a reestablecer la ruta comercial utilizada aun antes de la independencia de Pakistán, en 1947, Islamabad se interesa también en participar de la reconstrucción de Afganistán, cuyo costo se estima en más de 15.000 millones de dólares en 10 años.
Pakistán comprometió 100 millones de dólares para el proceso de reconstrucción. Los detalles se definirán en una conferencia internacional a celebrarse en Tokio este mes.
Según proyecciones del Banco Mundial, la reconstrucción de Afganistán exige de inmediato de 62 a 80 millones de dólares para la educación primaria, de 40 a 50 millones para el sector de la energía, de 90 a 100 millones para servicios básicos de salud y 500 millones para el abastecimiento de agua.
«Estamos estimulando a empresarios pakistaníes a explorar las oportunidades emergentes en Afganistán, y hemos anunciado varios incentivos con ese fin», dijo un portavoz del Ministerio de Comercio de Pakistán.
Además de permitir a los empresarios nacionales comerciar con sus pares afganos en rupias pakistaníes, el gobierno también planea crear un fondo rotativo de créditos para facilitar las exportaciones a Afganistán.
Islamabad también estudia el establecimiento de depósitos en Kabul y Jalalabad para guardar mercancías pakistaníes.
Hasta ahora, el gobierno amplió la lista de artículos exportables a Afganistán a 32. La lista comprende desde ventiladores y productos textiles hasta hierbas medicinales, alimentos para aves de corral y pesticidas.
Pero esto no es suficiente para algunos empresarios. «Nos complace que el gobierno haya ampliado la lista, pero pretendemos el levantamiento total de las prohibiciones de artículos exportables», dijo Ghulam Sarwar Mohmand, un industrial de la Provincia de la Frontera Noroccidental, fronteriza con Afganistán.
«El devastado Afganistán precisa de todo en este momento, desde agujas hasta maquinaria pesada», destacó. (FIN/IPS/tra-en/mr/js/mlm/ip if/02