Declaraciones y hechos contradictorios de grupos palestinos siembran confusión sobre el cese del fuego anunciado en diciembre por el presidente Yasser Arafat luego de una serie de atentados suicidas en Israel.
Por un lado, los grupos militantes islámicos juran venganza por las acciones de Israel contra el pueblo palestino, pero por otro, sus líderes políticos reiteran su compromiso con la tregua dispuesta por Arafat.
Mientras, la Autoridad Nacional Palestina (ANP) de Arafat se esfuerza por reprimir y a la vez apaciguar a las organizaciones radicales islámicas.
La policía palestina detuvo el martes a Ahmed Saadat, líder del Frente Popular para la Liberación de Palestina, horas después del asesinato de un colono judío estadounidense y una mujer israelí.
Saadat ya era requerido por Israel por el asesinato en octubre del ministro Rehavam Zeevi.
La relación entre los grupos militantes y la ANP cambió desde que Arafat llamara a la tregua en diciembre y anunciara la represión de grupos involucrados en los atentados suicidas en Israel, bajo intensa presión internacional.
Mientras la ANP se esfuerza por calmar la situación, Hamas (Movimiento de Resistencia Islámica) y otros grupos radicales prometen más violencia.
«Es mejor morir peleando que ser masacrados como ovejas», declaró el fin de semana Hassan Yussef, líder de Hamas, al margen de una pequeña manifestación en Ramalá con motivo del 14 aniversario del movimiento.
La ANP había negado permiso a Hamas para realizar una manifestación masiva en el centro de esa ciudad.
Yussef se refirió indirectamente a la demolición por parte de Israel de decenas de viviendas de refugiados palestinos en el sur de la franja de Gaza, que dejó a cientos de personas sin hogar. Hamas anunció que reaccionaría a esa «atrocidad».
A su vez, la acción de Israel fue una represalia por la matanza de cuatro soldados israelíes.
«Esa operación tuvo lugar dentro del territorio ocupado», justificó Yussef.
Sin embargo, aseguró que su grupo mantendría el cese del fuego limitado que anunció en diciembre.
El martes, Hamas declaró oficialmente que se abstendría de realizar ataques suicidas dentro de Israel y de disparar morteros contra asentamientos judíos en territorios palestinos.
La facción Al Fatah de la Organización para la Liberación de Palestina, liderada por Arafat, contribuyó a la confusión.
La Brigada de Mártires de Al-Aqsa, un grupo militante vinculado con Fatah, prometió venganza por la muerte el lunes en una explosión de uno de sus líderes, Raed al Karmi, atribuida a Israel. Posteriormente, se atribuyó la muerte de un soldado israelí en Cisjordania y de los dos colonos judíos el martes.
Sin embargo, los dirigentes oficiales de Fatah se apresuraron a contradecir la declaración de Al-Aqsa que ponía fin al cese del fuego.
Hussein Al-Sheikh, líder de la milicia Tanzim de Fatah, en Ramalá, aseguró que «el movimiento Fatah está comprometido con el cese del fuego y exhorta a respetar esta decisión».
Jibril Rajoub, jefe del servicio de seguridad preventiva de la ANP en Cisjordania, también declaró que la tregua sigue vigente y que las acciones de Israel están destinadas «a provocar al pueblo palestino y continuar el ciclo de violencia».
La actitud de la ANP hacia los militantes también es ambigua. Por un lado los presiona para que no realicen atentados contra israelíes, pero por otro trata de apaciguarlos.
Ahmed Abdul Rahman, secretario del gabinete palestino, se dirigió el fin de semana en nombre de Arafat a los manifestantes convocados por Hamas en Ramalá.
«He venido para destacar la unidad del pueblo palestino y la necesidad de decisiones colectivas», dijo a la multitud, en una velada exhortación a respetar el cese del fuego.
«No todas las decisiones son correctas», agregó, en una velada crítica al ataque perpetrado por Hamas la semana pasada.
Sin embargo, la mayor parte del discurso de Rahman elogió al movimiento. «Hamas está en la primera línea de la lucha por nuestra tierra y nuestros lugares sagrados», declaró.
Hamas sabe que su popularidad entre los palestinos se debe a su papel de vanguardia en la lucha contra Israel, y que en los períodos de calma pierde apoyo.
El acto del fin de semana no contó con más de 1.000 manifestantes, y muchos de ellos no eran partidarios incondicionales de Hamas.
«Estoy aquí para apoyar la lucha contra Israel, no a Hamas como movimiento», declaró Abdul, un estudiante de 18 años.
«Esta es apenas una pausa transitoria en la lucha», dijo Abdul en referencia a la ausencia de atentados en las últimas semanas.
«Tratamos de dialogar (con Israel) durante 10 años y no obtuvimos nada. Ahora volvimos a la lucha y todavía no ha terminado», agregó.
Al menos 804 palestinos y 240 israelíes han muerto desde el estallido de la segunda «intifada» o levantamiento palestino contra la ocupación de Israel, en septiembre de 2000. (FIN/IPS/tra-en/fb/sm/mlm/ip/02