El enviado especial de Estados Unidos a Medio Oriente, general Anthony Zinni, volverá este jueves a la región para dialogar con israelíes y palestinos sobre un cese del fuego que ponga fin a 16 meses de violencia.
Autoridades de Estados Unidos consideran que las medidas dispuestas en las últimas dos semanas por el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Yasser Arafat, contra dos organizaciones islámicas extremistas, justifican un nuevo esfuerzo de negociación.
Zinni abandonó Medio Oriente el 16 de diciembre, tras tres semanas de frustradas gestiones por acabar con el conflicto desatado en septiembre de 2000, y por el cual han muerto unas 1.000 personas, más de 800 de las cuales eran palestinas.
Washington aspira a alcanzar un acuerdo que permita implementar un cese del fuego permanente y el retorno al diálogo de paz.
Zinni permanecerá cuatro días en la zona, pero varios funcionarios advirtieron que no debe esperarse mucho más que un marco iniciar conversaciones sobre el plan de paz concebido por el ex senador estadounidense George Mitchell.
El plan reclamaba la suspensión de nuevos asentamientos israelíes en los territorios palestinos ocupados, y esfuerzos sustanciales de la ANP para detener los ataques contra ciudadanos israelíes y colonos judíos, como condiciones para reiniciar las negociaciones suspendidas en septiembre de 2000.
Zinni presionará al primer ministro de Israel, Ariel Sharon, para que levante los bloqueos en Gaza y Cisjordania y retire al ejército de ciudades palestinas como Ramallá, donde se encuentran las oficina de Arafat, invadidas luego que palestinos suicidas mataron a más de 30 israelíes en diciembre.
«No esperamos milagros de este viaje», dijo un funcionario de Washington.
Por otra parte, Zinni también presionará a Arafat para que redoble la represión al Movimiento de Resistencia Islámica- Hamas y Jihad Islámica (Guerra Santa), responsables de los atentados suicidas contra civiles israelíes.
Desde que la ANP ordenó el 16 de diciembre un cese del fuego que alcanzó a los ataques suicidas, la policía palestina detuvo a más de 50 sospechosos y cerró varias sedes de ambas organizaciones.
En los últimos 15 días no se registraron explosiones suicidas y los territorios ocupados vivieron en cierta tranquilidad, excepto por los choques entre fuerzas de la ANP y militantes, en un campamento de refugiados en la franja de Gaza, en que murieron siete personas y más de 80 resultaron heridas.
La ANP reclamó a Washington el regreso de Zinni, como reconocimiento a los esfuerzos y riesgos políticos que corre Arafat al reprimir a Hamas y Jihad.
Los palestinos sostienen la necesidad de implementar de inmediato el Plan Mitchell, en vista de la tranquilidad de los últimos 15 días.
Sharon manifestó su apoyo al plan el año pasado, pero insistió que las conversaciones para ponerlo en marcha sólo podían iniciarse luego de siete días sin violencia.
Sharon no se muestra nada entusiasmado con la visita de Zinni, mientras su gobierno de coalición está dividido entre las posiciones duras de su partido Likud, y las más moderadas del Partido Laborista, al que pertenece el canciller Shimon Peres.
En efecto, Peres criticó duramente a Sharon el lunes por no aliviar las restricciones a la población palestina antes de la llegada de Zinni, tal como Washington reclamaba.
Mientras tanto un portavoz del primer ministro reiteró que en los últimos siete días no se cumplieron las condiciones de «completa calma» para poner en marcha el diálogo del Plan Mitchell.
Tel Aviv se refirió a dos incidentes del viernes pasado, en que sus fuerzas mataron a seis palestinos que planificaban supuestos ataques contra Israel. Pero, según los palestinos, al menos tres de los seis muertos fueron víctimas de la política de «asesinatos selectivos» de Sharon.
La nueva misión de Zinni marca un cambio en el respaldo incondicional a Sharon sostenido por Washington en las últimas tres semanas, hacia una postura de mayor compromiso, reclamada por gobernantes europeos y árabes.
El gobierno de George W. Bush se negó a exigir contención a Israel tras los atentados suicidas que mataron a casi 30 civiles israelíes en los primeros días de diciembre.
Sin embargo, Washington no respaldó a Sharon cuando éste declaró a Arafat «irrelevante» para el proceso de paz, pero reiteró al líder palestino que debía probar su vigencia reprimiendo a las organizaciones fundamentalistas.
Simultáneamente, el secretario (ministro) de Defensa, Donald Rumsfeld, pareció suscribir la acusación de «terrorista» lanzada por Sharon contra Arafat, y atacó públicamente al líder palestino por «no haber (logrado) nada para el pueblo palestino a través de la historia».
Varios asesores de Rumsfeld expresaron opiniones sobre el conflicto palestino-israelí muy similares a las de Sharon.
Sólo el secretario de Estado (canciller), Colin Powell, quien nombró a Zinni como enviado especial en noviembre, sugirió a Sharon que tuviera cuidado en sus represalias.
En este sentido, el regreso de Zinni a Medio Oriente parece indicar que Powell está recuperando su influencia en Washington, e impulsando la reanudación del proceso de paz. (FIN/IPS/tra- eng/jl/dc/ip/02