El presidente de Argentina, Eduardo Duhalde, rechazó las políticas globales asimétricas que dieron protección comercial al Norte y apertura al Sur, y aseguró que no aplicará recetas del FMI, sino que presentará al organismo multilateral un plan de desarrollo.
Cada vez que un gobierno comienza a trabajar descuenta que recibirá la ayuda de los organismos financieros multilaterales a los que pertenece, sobre todo si el país está en una crisis tan profunda como Argentina, dijo el martes en reunión con la prensa extranjera.
Si el FMI (Fondo Monetario Internacional) no brinda esa asistencia, ya «veremos cómo nos arreglamos», agregó.
Duhalde, que asumió la presidencia el 2 de este mes, observó que, hasta ahora, los gobiernos se presentaban ante el FMI con «programas que fracasaban y promesas que no se cumplían».
Pero aseguró que su gobierno se dirigirá al organismo multilateral con «un modelo propio de desarrollo» y no con un plan de ajuste que agudice la recesión.
Poco después de las declaraciones de Duhalde, el director para el Hemisferio Occidental del FMI, Claudio Loser, señaló que, «en el contexto de un programa económico coherente como el que se discute en Argentina, el apoyo del FMI sería una consecuencia razonable».
Loser agregó que el FMI «está jugado a apoyar a Argentina», aunque no indicó el monto de la asistencia que otorgará.
A su vez, el vocero presidencial, Eduardo Amadeo, aclaró que el programa económico que diseña el gobierno «tiene un fondo de ortodoxia muy fuerte» y es «muy ordenado» desde el punto de vista fiscal y monetario.
Duhalde, que fue impuesto en el cargo el día 1 por el Congreso, precisó que sus críticas contra el FMI «no son una novedad».
Señaló que Argentina debió cambiar el modelo económico hace tres años, cuando presentaba superávit, y lamentó que entonces se hubiera seguido las indicaciones del FMI, que fueron «parte del problema».
«Estamos en desacuerdo con el diseño de políticas globales, absolutamente asimétricas, que significaron proteccionismo en el Norte para productos en los que somos fuertes y apertura indiscriminada en el Sur. Este es el nuevo orden que hemos creado, y llegamos a fin de siglo dominados», remarcó.
El mandatario también apuntó que, «si queremos un país independiente, soberano y con justicia, tenemos que ir con nuestras propuestas, ser serios y, por todos los medios, hacer que nos respeten como nosotros respetamos a todos los países».
Respecto de una consulta sobre el modelo de desarrollo a presentar, puso como ejemplo el que lleva adelante Chile, que es el más cercano.
El plan de desarrollo contendrá características de una economía abierta en algunos rubros y de protección a la producción local en otros. Indicó, además, que trabajará de manera mancomunada con el sector empresarial.
Duhalde dijo que reclamaba desde 1996 el abandono del sistema de convertibilidad de la moneda, con la paridad de un peso un dólar, pues ya había cumplido con su principal objetivo que fue derrotar la inflación, para pasar a la defensa de la producción local. «Pero me acusaron de pretender aislar el país del mundo», dijo.
Se refirió, además, a las privatizaciones realizadas en los años 90 por el gobierno de Carlos Menem (1989-1999), de su mismo Partido Justicialista (peronista), pero actualmente enfrentado.
Al respecto consideró que las tarifas, las cuales permanecieron dolarizadas hasta la semana pasada, «eran muy altas» respecto de otros países, por lo cual debió «colocar las cosas en su lugar».
El nuevo presidente argentino confirmó que el país afronta una grave crisis, que lo coloca «al borde de un baño de sangre», con situaciones de violencia que juzgó propias de una sociedad «preanárquica».
«Nos sentimos como en una ciénaga y no sabemos si aún tocamos fondo», confesó ante casi un centenar de corresponsales de la prensa extranjera.
Duhalde informó, por otra parte, que se estudian medidas de flexibilización de las restricciones al retiro de depósitos bancarios, para destrabar la economía.
«Creo que no se va a caer ningún banco», declaró, aunque admitió que el dinero que los ahorristas reclaman no está en las entidades, sino que está prestado a un promedio de cuatro años y medio de plazo.
Admitió que la situación no puede resolverse con ligereza y entiende que el Congreso y la justicia deberán investigar la fuga de dinero desatada el año pasado y que obligó al gobierno de Fernando de la Rúa a disponer 17 días antes de su renuncia el 20 de diciembre las primeras restricciones de retiro bancario.
Precisamente, las reacciones sociales contra los bancos arreciaron el martes en dos provincias, en la centrooriental Santa Fe y en la noroccidental Jujuy, con hechos de violencia similares a los ocurridos el día 10 en Buenos Aires.
Unas 7.000 personas se movilizaron en la localidad santafecina de Casilda, arrojando huevos contra las sedes de los bancos Credicoop y Galicia, mientras otro grupo más violento atacó con piedras el banco Bisel y diversos comercios.
Los manifestantes, que rompieron vidrios y prendieron fuego a muebles sacados de los locales, fueron reprimidos con gases lacrimógenos y balas de goma por la policía, que actuó fuertemente pertrechada y con chalecos antibalas.
Escenas parecidas se registraron en Jujuy, donde una protesta de empleados estatales, a los que se les deben los salarios de diciembre, derivó a ataques contra al menos cinco instituciones bancarias y contra una empresa de servicios públicos.
Computadoras, bibliotecas, sillones y escritorios fueron también lanzados fuera de los locales y quemados en Jujuy.
En el caso de la Empresa de Energía Provincial, que aumentó reiteradamente las tarifas a pesar de las quejas de los usuarios, los manifestantes rompieron el frente del local sin que la policía interviniera.
Argentina afronta una profunda recesión desde hace 42 meses y el desempleo alcanza ya a casi 20 por ciento de la población económicamente activa.
Estos indicadores se agudizaron en los últimos meses, lo cual llevó a una profunda crisis institucional, al punto que en sólo 12 días se sucedieron cinco presidentes. (FIN/IPS/mv/dm/ip if/02