/Integración y Desarrollo/ ECONOMIA-AMERICA LATINA: Inflación podría volver

La economía de América Latina tuvo el último año sus menores niveles históricos de inflación, de la mano de la caída del producto, pero los precios podrían volver a crecer en 2002 debido a la devaluación argentina y su impacto sobre las monedas de la región.

Los índices de precios al consumidor (IPC) bajaron en 2001 respecto de 2000 en los países de América Latina, salvo en Brasil, Costa Rica y Guatemala, según los informes que IPS recoge regularmente.

El retroceso más pronunciado del IPC tuvo lugar en Ecuador, donde la dolarización de la economía permitió bajar la tasa anual de inflación de 91 por ciento en 2000 a 22,4 por ciento el año pasado.

Otro aspecto novedoso en materia de precios al consumidor en el último año fue que hubo dos economías con deflación, ya que Perú se sumó en ese aspecto a Argentina, donde el tercer año consecutivo de recesión fue también el tercer año de contracción del IPC.

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), en su balance anual de la economía para 2001 divulgado el 19 de diciembre, calculó una tasa ponderada de inflación regional de siete por ciento, sin precedentes en la historia.

La proyección se realizó con base en el periodo anual de noviembre de 2000 al mismo mes de 2001, y es muy probable que la tasa definitiva sea inferior, ya que en varios países los precios mantuvieron una tendencia a la baja en diciembre.

La tasa ponderada de inflación establece el promedio del IPC por habitante de la región o, si se quiere, «la inflación por persona».

Según este sistema de cálculo, los logros antinflacionarios de la economía latinoamericana reflejan sobre todo los éxitos en la estabilidad de precios de los países más poblados en términos absolutos, como Brasil, México, Colombia y la propia Argentina.

La región ingresó a los años 90 con el lastre de la «década perdida del 80», que se caracterizó por fenómenos de estanflación, en que se dieron simultáneamente las recesiones económicas con altos índices del IPC, que en algunos países superaron los cuatro dígitos.

Las tasas ponderadas de inflación de América Latina continuaron altas, en rangos de 414,4 por ciento en 1992, de 876,6 en 1993 y de 333,1 por ciento en 1994, debido a que Brasil seguía bajo presión hiperinflacionaria, con IPC de 1.149 por ciento en 1992, de 2.489 en 1993 y de 929 por ciento en 1994.

En esos mismos años, la inflación seguía siendo un problema grave para Ecuador, Perú, Uruguay y, en menor medida, para Venezuela.

Pero en 1995 se registró uno de los éxitos mayores en la lucha contra los precios, cuando la tasa regional ponderada cayó abruptamente a 25,8 por ciento, gracias al éxito del «Plan Real» de Brasil y a que en Argentina daba sus frutos la política de paridad cambiaria uno a uno entre el peso y el dólar.

La inflación de América Latina se mantuvo hasta 1998 en tasas de dos dígitos, con una caída constante de 18,4 por ciento en 1996, 10,4 en 1997 y 10,3 por ciento en 1998. En esos años, los dos únicos países que presentaron cuadros difíciles en cuanto a su IPC fueron Venezuela y Ecuador.

América Latina tiene una inflación regional de un dígito de 1999, siempre en un curso decreciente, de 9,5 por ciento en ese año, de 8,7 por ciento en 2000 y de siete por ciento en 2001.

Para Cepal, uno de los grandes méritos de las economías latinoamericanas en 2000 fue el de mantener los precios bajos, aún en condiciones de reactivación de la economía.

Como se sabe, la década del 90 estuvo jalonada por altos y bajos en el crecimiento del producto interno bruto, debido al efecto de la crisis mexicana y su extensión a Argentina, entre 1994 y 1995, y a la crisis asiática y su expansión a Rusia y Brasil, entre 1997 y 1999.

El producto regional creció apenas 0,4 por ciento en 1999 y en 2000 repuntó a 4,1 por ciento, en lo que Cepal y otras agencias internacionales proclamaron como el inicio de un nuevo ciclo expansivo de las economías latinoamericanas.

Sin embargo, el ciclo, como se sabe, no fue breve sino brevísimo.

La desaceleración de la economía mundial, sobre todo en Estados Unidos, sumada a la incontenible recesión de Argentina, hizo que el último año el producto interno bruto (PIB) de América Latina creciera apenas 0,5 por ciento.

En esa realidad, la nueva reducción de la tasa ponderada del IPC en 2001 fue casi lógica, ya que los síntomas recesivos tienen como expresión natural una contracción del consumo.

«La moderada inflación de 2001 obedeció principalmente a la estabilidad del tipo de cambio en la mayoría de los países y el fin de la escalada del precio del petróleo», señaló Cepal.

También incidió «el mantenimiento de políticas monetarias prudentes y la situación recesiva que afronta la región, con algunos países en deflación, lo que podría ser preocupante», agregó.

Por lo menos uno de los factores señalados por la agencia regional de la Organización de las Naciones Unidas, el de la estabilidad del tipo de cambio, comenzó a alterarse hacia fines del año.

El secretario ejecutivo de Cepal, José Antonio Ocampo, advirtió que durante 2001 el fortalecimiento del dólar llevó a una devaluación real efectiva de las monedas latinoamericanas de 2,3 por ciento, respecto del conjunto de los socios comerciales de la región.

Al comenzar este año, la devaluación del peso argentino, de 28,6 en términos nominales y mayor a 50 por ciento en las transacciones del mercado libre, creó un efecto en cadena que de una u otra forma está afectando la estabilidad cambiaria de todos los países de América Latina.

De hecho, el traspaso a los precios de la devaluación significará que Argentina dejará atrás sus tres años de deflación y que volverá en 2002 a tasas del IPC de por lo menos dos dígitos para sus 36 millones de habitantes.

Un interrogante todavía por dilucidar es el de la magnitud del efecto de la devaluación argentina sobre las otras monedas latinoamericanas. De ello dependerá en gran medida si la región sigue acumulando éxitos antinflacionarios este año. (FIN/IPS/ggr/dm/if/02

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