/Integración y Desarrollo/ DESARROLLO: Sociedad civil dividida ante Pacto Mundial de ONU

Organizaciones de la sociedad civil están dividas acerca del papel y los logros del Pacto Mundial, un acuerdo de corporaciones trasnacionales auspiciado por la ONU para promover los derechos humanos y laborales y el ambiente.

Varias organizaciones no gubernamentales (ONG) participan con reservas de la iniciativa voluntaria de las empresas para cumplir nueve principios sociales y ambientales en sus operaciones internacionales, con el fin de amortiguar los efectos nocivos de la globalización.

Aunque los principios del Pacto Mundial deberían ser obligatorios, este tipo de compromisos son necesarios en el mundo real, arguyen entre otras Amnistía Internacional, Human Rights Watch, el Comité de Juristas para los Derechos Humanos y el Fondo Mundial para la Naturaleza.

Los principios del pacto puesto en marcha en julio de 2000, se basan en la Declaración Universal de Derechos Humanos, en las normas laborales de la Organización Internacional del Trabajo, y en los compromisos sobre ambiente y desarrollo alcanzados en la Cumbre Mundial del Medio Ambiente, de 1992.

Pero para organizaciones que critican el acuerdo, como Greenpeace y Amigos de la Tierra, éste no es más que un inescrupuloso intento de «lavar la cara» de las compañías trasnacionales, vinculando su imagen a la de la ONU (Organización de Naciones Unidas).

Esto se debe a que el mecanismo no hace otra cosa que confiar en la voluntad de las empresas participantes, a las que deja, además, la facultad de evaluar su propio rendimiento, sostienen los críticos.

Estos grupos instaron al secretario general de la ONU, Kofi Annan, a reformular o poner fin a la iniciativa.

Varios cientos de empresas de Alemania, Brasil, China, Estados Unidos, Gran Bretaña, India, Indonesia, Noruega, Rusia y Tailandia se han sumado a la propuesta, informó la ONU durante la primera reunión del Consejo Asesor del Pacto Mundial, celebrada la semana pasada en Nueva York.

Para los funcionarios del foro mundial, este cuerpo integrado por líderes civiles, empresariales y sindicales es esencial para hallar «soluciones cooperativas a los dilemas y desafíos de la globalización».

«Nuestra decisión de trabajar con el Pacto Mundial es realista. Si reclamamos a tiempo a las compañías que cumplan todos los principios, hay posibilidades de que lo hagan», dijo Salil Tripathi, integrante de Amnistía Internacional en Londres.

Tripathi aclaró que Amnistía «no forma parte» del Pacto Mundial y que su función es trabajar junto a las corporaciones, pero no en asociación con éstas, una distinción que efectuaron varias grupos durante el encuentro.

Si bien el Pacto es imperfecto, representa un reconocimiento tácito de los males generados por la globalización de la economía y de la necesidad de que las corporaciones empiecen a pagar sus deudas sociales, alegaron las ONG.

«En virtud de su propia existencia las compañías no son benevolentes», afirmó Achim Steiner, director general de la Unión Mundial para la Conservación e integrante del consejo asesor.

Esa es la razón por la cual el pacto debería ser reformulado para comprometer a las corporaciones, o ser disuelto, afirman los críticos.

De lo contrario, la ONU corre el riesgo de ser asociada a los excesos y abusos empresariales, y de perder su capacidad de suministrar algún control democrático al poder empresarial, y equilibrar el peso de instituciones promotoras de la agenda corporativa, como la Organización Mundial del Comercio.

Estos argumentos fueron expuestos en el informe «Enredo en azul», publicado por la organización civil CorpWatch, con sede en California.

La tapa del informe muestra al ratón Mickey envuelto en la bandera azul de la ONU, mientras cinco hombres intentan cobijarse en ella. Los cinco personajes representan a la minera Rio Tinto, la petrolera Shell, la empresa de vestimenta deportiva Nike y la fabricante de automóviles Daimler Chrysler y a la gigante de la bioltecnología Novartis.

La organización «envió una carta al secretario general (Annan reclamando) que el Pacto Mundial sea rebautizado, rediseñado o disuelto por completo», sostuvo Kenny Bruno, director de CorpWatch.

En su opinión, el pacto no puede tener credibilidad sin un cuerpo de evaluación independiente, sobre todo porque cuatro compañías violaron al menos uno de los principios «después de haber aparecido firmando el pacto con Annan».

Según Bruno, organizaciones que controlan la gestión de empresas denunciaron violaciones a los principios ambientales, laborales y de derechos humanos cometidos por socios del Pacto en 2001.

Las firmas Norsk Hydro, de Noruega, Hindustan Lever, subsidiaria de Unilever en India, Río Tinto y Nike negaron las acusaciones o las consideraron exageraciones.

Estas situaciones podrían evitarse si la ONU respaldara un Pacto Ciudadano, cuyo ingreso esté limitado a empresas con presencia continua en mercados e inversiones y que acepten un sistema de verificación obligatorio e independiente, propuso CorpWatch.

Durante el Foro Económico Mundial, efectuado el año pasado en la ciudad suiza de Davos, el Consejo Internacional de Comercio puso en marcha una sección especial para promover el Pacto Mundial en el diario International Herald Tribune.

Artículo tras artículo —aseguró el independiente Observatorio Corporativo Europeo— el Consejo afirma que las empresas promueven voluntariamente el progreso social, ambiental y de derechos humanos, pero advierte, sin embargo, que la facultad del «comando y el control» debe mantenerse fuera del Pacto Mundial. (FIN/IPS/tra-eng/au/aa/dc/dv if/02

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