La actividad política no violenta empieza a revivir en el disputado estado indio de Jammu y Cachemira, tras las medidas represivas contra el movimiento extremista islámico que puso en marcha el presidente militar de Pakistán, Pervez Musharraf.
El Comité Multipartidario Hurriyet (APHC), una coalición de 23 partidos políticos del estado indio septentrional, anunció esta semana que ha concluido la fase militante de la lucha por la autodeterminación de Cachemira.
«Los muchachos armados han hecho su trabajo destacando (la existencia) del movimiento. Ahora es tiempo de que los políticos lo capitalicen», dijo a la prensa el presidente del APHC, Abdul Ghani Bhat, en Srinagar, capital del único estado de mayoría musulmana de India.
Bhat, considerado un independentista moderado, rechazó la idea de que el movimiento cachemiro sea religioso, una de las razones que explicaban el abierto respaldo de Pakistán a la militancia separatista islámica.
El predecesor de Bhat en la presidencia del APHC, Syed Alí Shah Geelani, líder de la Congregación Islámica, sostuvo con firmeza el fundamento religioso del movimiento independentista.
«El (Geelani), que habla en términos religiosos, olvida quizás que cuando se otorgue al pueblo del estado el derecho a la autodeterminación, éste será ejercido por cada uno de nosotros, sin consideración de casta, credo, color o religión», afirmó Bhat.
La parte india de Cachemira incluye la extensa región de población budista de Ladakh, al norte del valle de Srinagar, y la región meridional de Jammu, donde predomina la religión hindú, como en el resto del país.
Al producirse la creación de los estados de Pakistán e India, en 1947, fuerzas de Islamabad invadieron un tercio del territorio de Cachemira.
La Organización de Naciones Unidas estableció entonces la Línea de Control de cese del fuego, que dividió Cachemira según las posiciones ocupadas por los ejércitos de ambos países: dos tercios para India y un tercio para Pakistán.
Desde entonces, el enfrentamiento armado fue permanente a través de esa frontera provisional. En los años 80 se sumó la actividad de grupos separtistas extremistas del lado indio.
La nueva posición asumida por el influyente APHC, que trabaja en coordinación con las organizaciones militantes, parece indicar que concurrirá a las elecciones legislativas estaduales, previstas para septiembre.
En la última elección, celebrada en 1997, triunfó el Partido de la Conferencia Nacional, del primer ministro Farooq Abdullah, pero la mayoría de los grupos políticos la boicotearon, y los votantes fueron amenazados por las organizaciones Lashkar-e-Toiba (Soldados de Dios) y Jaish-e-Mohammed (Ejército de Mahoma), con base en Pakistán.
Ambos grupos integran la lista de organizaciones terroristas proscriptas por el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, luego de los atentados del 11 de septiembre, perpetrados, según Washington, por la red Al-Qaeda, del saudita Osama bin Laden.
Nueva Delhi acusó a las dos organizaciones de llevar adelante una guerra terrorista en Cachemira, con asesinatos, secuestros extorsiones y sabotajes, como el ataque suicida contra la sede del parlamento estadual, el 1 de octubre, que causó la muerte de 50 personas.
India también responsabilizó a estos grupos del atentado suicida del 13 de diciembre contra el parlamento nacional, en el que murieron 14 personas, y acusó a Pakistán de promoverlo.
Finalmente Musharraf los proscribió el día 12 en un discurso televisado, en el que prometió erradicar de Pakistán a los grupos «jihadistas» o partidarios de la «guerra santa» islámica.
Posteriormente, ordenó clausurar las sedes de varias organizaciones radicales e hizo arrestar a sus máximos líderes.
El secretario de Estado (canciller) de Estados Unidos, Colin Powell, expresó satisfacción por la represión ordenada por Musharraf, durante su gira por Asia meridional, la semana pasada.
Musharraf prometió a Powell que las medidas se aplicarían a grupos que operan fuera de la parte de Cachemira controlada por Pakistán (Cachemira Azad), aseguró el secretario de Estado a gobernantes indios.
Sin embargo, el primer ministro de Cachemira Azad, Sardar Hayat Khan, se negó a clausurar las sedes de las oficinas de los grupos radicales y a ordenar arrestos. Así mismo, se opuso a la extradición a India de cualquier «combatiente por la libertad».
«La ONU reconoce a Cachemira como un territorio en disputa, y los cachemiros libran una lucha legítima. No reconocemos la Línea de Control y nadie puede impedir que los cachemiros la crucen», declaró Khan en Muzaffarabad, la capital provincial.
Funcionarios pakistaníes afirmaron que Musharraf ordenó al servicio secreto del Estado que ponga fin a su apoyo a grupos jihadistas vinculados con la red terrorista Al-Qaeda, pero no a los grupos militantes cachemiros, según un artículo publicado en el diario The New York Times.
La visita de Powell a Pakistán e India estuvo destinada a reducir la tensión entre ambos países con arsenales nucleares, envueltos en una escalada militar desde el atentado del 13 de diciembre.
Desde entonces, ambos países acumularon tropas y equipos militares sobre la frontera común, además de intensificar sus discursos belicistas.
Pero ni la misión de Powell ni la visita anterior del primer ministro de Gran Bretaña, Tony Blair, persuadieron a India de reanudar el diálogo con Pakistán ni de retirar sus tropas de la frontera.
Nueva Delhi exige que Islamabad extradite primero a 20 personas requeridas por actos terroristas, incluido el fundador de Jaish-e- Mohammed, Maulana Masood Azhar.
Azhar y otros dos militantes pakistaníes fueron liberados de una cárcel de India en diciembre de 1999 a cambio de la entrega de un avión de Indian Airlines que había sido secuestrado en Kandahar, Afganistán, con 150 pasajeros a bordo.
Pero Pakistán respondió que también tiene su propia lista de personas requeridas, que entregará en breve a Nueva Delhi.
Ambos países, que se declararon potencias nucleares en mayo de 1998, ya pelearon tres guerras por Cachemira. La última de ellas fue un conflicto no declarado, en el verano boreal de 1999, provocado por la infiltración de mujaidines respaldados por Pakistán a la zona montañosa de Kargil.
La guerra de Kargil terminó debido a la intervención del entonces presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, que obligó a Pakistán a replegar a los mujaidines. (FIN/IPS/tra-en/rdr/js/dc-mlm/ip/02