La quiebra de la compañía estadounidense de energía Enron, con multimillonarios negocios en India, puede desatar una ola de revisionismo sobre la corrupción gubernamental y las políticas privatizadoras que el país adoptó en la última década.
Una comisión gubernamental, presidida por S.P. Kurudkar, deberá determinar si Enron pagó sobornos para ingresar al sector estatal energético indio en los años 90, y sobrevivir a diversos cambios de gobierno en el occidental estado industrial de Maharashtra.
La ex vicedirectora ejecutiva de Enron Rebecca Mark aseguró que la firma gastó 28 millones de dólares en un «fondo de educación» para políticos indios, y subrayó que las leyes estadounidenses son muy duras con la corrupción.
Durante los años de turbulentas negociaciones para el desarrollo del proyecto energético de 3.000 millones de dólares en Dabhol, estado de Maharashtra, los ejecutivos de Enron insistían al gobierno en que el mismo sería la prueba de fuego de las reformas liberalizadoras. Y de un modo, extraño, tenían razón.
Enron se declaró en quiebra en diciembre, cuando se supo que ocultaba de sus registros negocios de miles de millones de dólares. El viernes apareció muerto en su automóvil con una nota de suicidio el ex vicepresidente de la compañía Clifford Baxter.
La gigante empresa vendedora de energía aportó millones de dólares a la campaña electoral que llevó al gobierno de Estados Unidos al Partido Republicano y Kenneth Lay, el renunciante director ejecutivo, es amigo del presidente George W. Bush.
Los ejecutivos de la firma se reunieron varias veces con el vicepresidente estadounidense Dick Cheney para discutir el programa energético republicano.
El Congreso legislativo, el Departamento (ministerio) de Justicia y la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) de Estados Unidos están investigando el caso.
Hasta su abrupta caída, Enron fue «el símbolo e incluso el modelo de la actividad económica en India y en el mundo», sostuvo el profesor de economía Jayati Ghosh, de la Universidad Jawaharlal Nehru.
En 1996, la compañía obtuvo de la estadounidense Corporación de Inversiones Privadas en el Exterior un seguro por riesgos políticos de 200 millones de dólares, por su proyecto energético en Dabhol.
Pero Enron lidió exitosamente con sucesivos cambios de gobiernos estaduales y centrales, así como con la formidable burocracia india.
La investigación india deberá determinar el destino de los 28 millones de dólares, que podrían haber beneficiado a funcionarios estaduales del Partido del Congreso, del ex ministro jefe Sharad Pawar, así como el curioso cambio de actitud de sus adversarios, el Partido Bharatiya Janata (BJP) y su aliado, el partido fundamentalista hindú Shiv Sena (SS).
El Partido del Congreso perdió las elecciones de 1995, en gran medida por la campaña de la alianza BJP-SS contra un acuerdo de compra de energía firmado en 1993 entre el gobierno de Maharashtra y Enron, la primera privatización importante en India.
Según los términos del acuerdo con Enron, el Consejo de Electricidad del Estado de Maharashtra fue obligado a cerrar sus propias centrales para comprar electricidad a la central de Enron, Dabhol, multiplicando por siete el precio del servicio al público.
Pero luego de haber prometido «arrojar a Enron al mar Arábigo», la nueva alianza gobernante renegoció el acuerdo —tras una visita personal de Rebecca Mark al líder de SS, Bal Thackeray— que terminó siendo más favorable para la compañía, a expensas del estado.
Cuando el BJP llegó al gobierno nacional, en 1996, conducido por el primer ministro Atal Bihari Vajpayee, le llevó sólo 13 días obtener un voto de censura en el parlamento. Pero en ese periodo, Vajpayee firmó una garantía recíproca que benefició en gran medida a Enron.
Al retornar al poder al frente de una coalición, el BJP defendió el negocio alegando que el sector energético estatal requería inversiones y tecnologías que sólo podían obtenerse en el exterior, y que las empresas estatales estaban muy endeudadas.
Vajpayee sostuvo que sólo seguía cambios estructurales establecidos en 1991 por el entonces gobierno del Partido del Congreso, para limitar el control del gobierno sobre la industria, otorgar licencias al sector privado y abrir el país a la inversión extranjera, abandonando décadas de economía estatal y centralizada.
Nueva Delhi ignoró las acusaciones de brutalidad policial y represión contra los habitantes cercanos a la zona de Dabhol, que protestaban por el desastre ambiental provocado por la construcción de la enorme central.
La Comisión Nacional de Derechos Humanos criticó la represión del gobierno local contra activistas, entre los cuales se encontraban prestigiosos abogados y ambientalistas.
Tan bueno era el negocio para Enron que cuando su central alcanzó en 2000 su primera etapa de generación, con 746 megavatios, el Consejo de Electricidad del Estado de Maharashtra y el propio gobierno estadual quedaron al borde de la quiebra.
Para entonces había vuelto al gobierno local el Partido del Congreso. El ministro jefe, Vilasrao Deshmukh, declaró financieramente inviable el acuerdo de compra de electricidad y se preparó para una acción legal de Enron, que podía invocar la garantía recíproca, firmada por Nueva Delhi.
Si se hubiera alcanzado la segunda etapa, el estado habría pagado a Enron 52 por ciento de sus ingresos, a cambio de un incremento de menos de 20 por ciento de su actual capacidad instalada, de 10.000 megavatios, según estudios de la consultora privada Prayas, con sede en Maharashtra.
La única forma de saldar la deuda es que la empresa estatal entregue todos sus activos a Enron, dijo Prabir Purkayastha, del Foro de Ciencia de Delhi, un grupo de científicos y técnicos independientes.
«Para pagar una central generadora de 2.192 megavatios, el estado de Maharashtra tendría que entregar su capacidad de generación de 10.000 megavatios», afirmó Purkayasha.
Como reacción al aumento del precio de la electricidad, las industrias comenzaron a abandonar Maharashtra.
Incluso el Banco Mundial cuestionó la viabilidad del proyecto, citando los altos costos de la importación de gas natural licuado, que debía utilizarse para la generación de energía.
Incluso el cierre de la central, seis meses atrás, dejó a India en peor situación que a Enron. Las instituciones financieras indias aportaron 1.400 millones de dólares para la obra, mientras la contraparte de Enron fue de 1.000 millones.
Enron posee 65 por ciento de las acciones de Dabhol, y sus socios General Electric y Bechtel, 10 por ciento cada uno, mientras el estado de Maharashtra sólo es propietario del 15 por ciento restante.
En la coyuntura de Enron, ese 85 por ciento será ofertado públicamente, pero a un precio que refleje el valor real de Dabhol, casi la mitad del declarado por Enron, según las autoridades indias.
Mientras, el departamento de Aduanas envió una advertencia a Dabhol por la desaparición de valiosos y esenciales componentes, importados libres de aranceles para el proyecto de Enron. (FIN/IPS/tra-eng/rdr/js/dc/dv if/02