Guyana y Suriname se aprestan a resolver un contencioso por riquezas petroleras submarinas que podrían constituir una de las reservas más grandes del mundo en su clase.
La disputa entre Guyana y Suriname, que fueron respectivamente enclaves coloniales de Gran Bretaña y Holanda, los llevó en 2000 casi al borde de una guerra.
Una comisión bilateral de cooperación fronteriza está reunida esta semana en Suriname, preparando el encuentro del presidente de Guyana, Bharrat Jagdeo, y su par de Suriname, Ronald Venetiaan, que se realizará el 31 de este mes.
La semana pasada, la ministra de Asuntos Exteriores de Suriname, Marie Levens, y su par de Guyana, Rudy Insanally, manifestaron la voluntad de ambos gobiernos de resolver el diferendo.
Durante casi 30 años, ambos vecinos de la región septentrional de América del Sur mantuvieron buenas relaciones, más allá de ocasionales desacuerdos sobre el contrabando transfronterizo.
Pero el 3 de junio de 2000, lanchas cañoneras de Suriname expulsaron de las aguas continentales a una plataforma petrolera submarina canadiense que se aprestaba a explotar una concesión de 15.000 kilómetros cuadrados, otorgada por Guyana en 1998.
La compañía CGX Energy, con sede en Toronto, fue obligada a cerrar sus operaciones y marcharse, llevándose sus planes de dejar de ser la empresa petrolera más pequeña del mundo, para ocupar el lugar 20 en la lista de firmas internacionales del sector.
Suriname alegó que Guyana ubicó la plataforma en sus aguas, argumento que fue rechazado por Georgetown. Ambos gobiernos concentraron tropas en la frontera y violaron los respectivos espacios aéreos.
Guyana se vio obligada a adquirir rápidamente cinco barcos patrulleros para contrarrestar el potencial efecto de las lanchas cañoneras comprados por Suriname.
La preocupación por una guerra llevó a los líderes de la regional Comunidad del Caribe (Caricom), a cinco frustrados intentos de mediación.
Pero ahora ambas partes se preparan para un nuevo diálogo, esta vez sin ninguna intervención externa, dijo Levens.
Los gobernantes hablan incluso de un mecanismo que permita compartir la producción de petróleo que se encuentre a ambos lados de la frontera marítima.
Según el Servicio Geológico de Estados Unidos, la zona contendría más de 15.000 millones de barriles de crudo y un volumen incalculable de gas natural.
De acuerdo con las estimaciones de la agencia estadounidense, en el área existen al menos 117 campos petrolíferos, 24 de ellos con una capacidad que supera los 100 millones de barriles, y otros seis con 500.000 barriles cada uno.
«Quedamos consternados por la aparición de las lanchas. Esperamos que la cuestión se resuelva rápidamente y podamos volver a la zona», dijo el ejecutivo de CGX, Denis Clements.
«No soy experta en el campo del petróleo. Sólo sé que ambos mandatarios nos urgieron a poner el acento en la cooperación en todos los terrenos», afirmó la canciller de Suriname, Levens.
La tranquilidad ya se había quebrado en 1969, cuando soldados guyaneses expulsaron a tropas de Suriname del extremo sudoriental de Guyana, una zona largamente reclamada por Suriname.
Cuando fracasaron las conversaciones sobre el diferendo petrolero en 2000, el entonces canciller guyanés y actual ministro de Comercio Exterior, Clement Rohee, afirmó que Suriname «nunca superó el incidente» de 1969.
Ambos países, junto a Belize, son los únicos estados continentales de la Caricom, y los que poseen la mayor parte de las riquezas minerales del bloque.
Guyana también está envuelta en un prolongado diferendo territorial en su frontera occidental con Venezuela, que reclama la devolución de la rica región minera de Essequibo, pese a un acuerdo de la era colonial, firmado en París en 1899. La mediación está en manos de la Organización de Naciones Unidas.
Ambas disputas fronterizas están frustrando los intentos de Guyana por desarrollar su industria petrolera y atraer inversiones extranjeras, sostuvo la semana pasada el primer ministro Samuel Hinds. (FIN/IPS/tra-eng/bw/aa/dc/ip if/02