El gobierno y el público de Estados Unidos están enfrentados sobre la política nacional de energía, según una encuesta de opinión que generó un fuerte debate en el Congreso.
La mayoría de los estadounidenses prefieren procurar la seguridad en el abastecimiento de energía mediante el aumento de la eficiencia y el desarrollo de fuentes alternativas, y no incrementando el suministro de petróleo, reveló un estudio de la firma de opinión pública Mellman Group.
La administración del presidente George W. Bush y algunos sindicatos consideran que los proyectos de ley sobre energía impulsados por el gobierno -que incluyen la explotación petrolera en áreas vírgenes y la construcción de centrales a carbón- son importantes para la seguridad nacional.
Bush también ha dicho que su plan reducirá la dependencia estadounidense del petróleo de Medio Oriente. Estados Unidos importa 60 por ciento del petróleo que consume, frente a 47 por ciento hace 10 años.
Pero 71 por ciento de los encuestados por Mellman no comparten los argumentos del presidente, y sólo uno de cada cinco votantes opinaron que el aumento de la producción es la mejor manera de resolver la deficiencia de energía.
Cerca de 19 por ciento creen que las perforaciones en territorio nacional para obtener más petróleo y gas natural lograrán aumentar el suministro de energía, mientras dos por ciento son partidarios de obtener más petróleo de aliados exportadores.
Una mayoría de 63 por ciento rechaza el argumento de Bush de que la explotación petrolera en el Refugio Nacional de Fauna del Artico aumentará la seguridad nacional y el empleo, mientras 47 por ciento se opone «férreamente» a las perforaciones en el Artico.
Mientras, 31 por ciento son partidarios de la explotación petrolera en esa reserva natural y 20 por ciento manifestaron un «fuerte apoyo».
Más de dos tercios (69 por ciento) de los encuestados creen que el desarrollo de fuentes alternativas de energía generaría más empleos que las perforaciones en el Artico, y sólo 18 por ciento creen lo contrario.
Los sindicatos, en general alineados con el opositor Partido Demócrata, están divididos en cuanto a la política energética nacional.
Mientras la Hermandad Internacional de Camioneros defiende fervorosamente la explotación petrolera en el Artico, los trabajadores del acero y los funcionarios públicos están alineados con las organizaciones ambientalistas en la defensa del refugio de fauna.
Los legisladores demócratas aprovechan los resultados de la encuesta para oponerse al plan de Bush.
A principios de agosto último, la Cámara de Representantes, controlada por el gobernante Partido Republicano, aprobó un amplio proyecto sobre energía que permitiría perforaciones en el refugio del Artico.
La propuesta todavía debe pasar por el Senado, donde los demócratas tienen un escaño más que los republicanos. Se prevé que el proyecto será considerado a mediados de febrero.
Los conservacionistas han advertido que la estrategia de Bush agravará el recalentamiento del planeta al aumentar la quema de combustibles fósiles y en consecuencia la emisión de los llamados gases de invernadero, principalmente dióxido de carbono.
La oposición está convencida de que las contribuciones de las grandes empresas de energía a la campaña electoral de Bush moldearon la política energética del gobierno. Legisladores demócratas exigieron la publicación de los registros de la Casa Blanca sobre el desarrollo de esa política.
Durante los últimos nueve meses, el gobierno se ha negado a publicar las actas de reunión del grupo de trabajo sobre energía de la Casa Blanca, presidido por el vicepresidente Dick Cheney.
Antes de los atentados terroristas del 11 de septiembre, la Contaduría General se disponía a demandar al gobierno porque la oficina de Cheney había afirmado que tenía derecho a mantener en secreto el nombre de los integrantes del grupo de trabajo.
La Contaduría General anunció que en las próximas semanas decidirá si lleva al gobierno ante los tribunales.
Algunos legisladores creen que la investigación sobre el grupo de trabajo podría vincularse con las investigaciones legislativas sobre la quiebra de Enron, una de las compañías de energía más grandes del mundo, que integraba ese grupo.
Mientras, legisladores demócratas plantean sus propias propuestas energéticas relacionadas con el desarrollo de tecnologías alternativas, como las células de combustible, y de fuentes de energía renovables como el viento, el sol y la biomasa.
El senador demócrata Tom Daschle, líder de la mayoría del Senado, planteará un proyecto tendente a reducir la dependencia de las importaciones de petróleo, promover las fuentes alternativas de energía y proteger al refugio del Artico y otras zonas naturales.
«El proyecto del senador Daschle podría significar un cambio radical y positivo en el futuro de la energía de este país», opinó Rodger Schlickeisen, presidente de Defensores de la Fauna, un grupo ambientalista de Washington.
El representante Richard Gephardt, líder de la bancada demócrata en la cámara baja, exhortó el pasado jueves a los legisladores a lanzar el Proyecto Apollo con el fin de desarrollar «soluciones ambientalmente sanas de energía renovable para volver a nuestra nación autodependiente a fines de esta década».
El objetivo sería reducir la dependencia del petróleo extranjero, hacer crecer el sector de la energía y crear nuevas fuentes para proteger el ambiente, dijo Gephardt al Consejo de Líderes Demócratas.
Si se atiende la propuesta, que requiere créditos impositivos y gasto en investigación y desarrollo, Estados Unidos aumentaría su producción de vehículos con células de combustible a 2,5 millones para 2020, y 20 por ciento de la energía consumida en el país se derivaría de fuentes alternativas y renovables para ese año.
«Estamos tan sumergidos en los detalles del actual debate que no levantamos la mirada para ver más allá y decidir qué país queremos no en un año, sino en 10», dijo Gephardt. (FIN/IPS/tra-en/dk/aa/mlm/en/02