El sistema de empresas estatales de la era comunista se derrumba en la república yugoslava de Serbia, donde a comienzos de 2002 fueron cerrados cuatro importantes bancos, mientras los malos presagios dominan el panorama económico.
El colapso de las cuatro instituciones financieras se produjo tras seis meses de infructuosos esfuerzos de salvamento conducidos por el Banco Nacional (central) y el gobierno, ahora orientado a la reforma de la economía.
«Este es el fin del sistema político bancario», dijo en conferencia de prensa el viceprimer ministro, Miroljub Labus.
El gobierno de Slobodan Milosevic (1990-2000) mantuvo artificialmente a flote los bancos ahora clausurados, mientras las estrictas sanciones internacionales impuestas en dos oportunidades devastaban la economía serbia.
«Es difícil decir que sólo esos bancos están en quiebra. Toda la economía está en quiebra y tenemos que empezar de nuevo», dijo el ministro de Finanzas, Bozidar Djelic.
Según Labus, los cuatro bancos tienen una deuda directa de más de 1.250 millones de dólares, originada en la era de Milosevic, y necesitarán 4.125 millones de dólares para sobrevivir.
El funcionamiento de Beobanka, Beogradska Banka, Investbanka y Jugobanka «era ilusorio», dijo el gobernador del Banco Nacional, Mladajan Dinkic, a la cadena de Radio y Televisión de Serbia.
«Sólo tenían mostradores y cajeros, pero nada de capital. Sobrevivieron los últimos seis meses gastando los depósitos de los clientes», agregó.
El cierre de los cuatro bancos es un requisito impuesto por el Banco Mundial para asistir a Serbia, que junto con Montenegro conforma la Federación de Yugoslavia.
El gobierno garantizó los depósitos de los ahorristas y los salarios y pensiones que se pagaban a través de las cuatro instituciones clausuradas. Los pagos se realizarán con recursos del presupuesto nacional, aunque se ignora hasta cuándo habrá disponibilidad de fondos.
Cientos de empleados de los cuatro bancos respondieron al cierre ocupando las principales oficinas desde el 1 de enero. Más de 8.500 están a punto de perder su empleo, pero el gobierno dijo que destinará más de 25 millones de dólares para el retiro o la recapacitación de los funcionarios.
Los empleados dudan de que esos planes se materialicen y el dinero llegue a sus manos. «No creemos en Djelic y su programa social», dijo a IPS Dragica Sipka, empleada de Beogradska Banka.
«La mayoría de nosotros tenemos alrededor de 50 años y hay muchas madres solteras. Nuestros bancos irán a manos de extranjeros y nosotros quedaremos desempleados», pronosticó Sipka.
Algunos analistas sostienen que voces como las de Sipka expresan la preocupación de muchos serbios recelosos de los planes apoyados por el Banco Mundial y de la economía de libre mercado, tras una década de aislamiento con el gobierno de Milosevic.
Parte de la propaganda de Milosevic, basada en las cuatro décadas previas de sistema comunista, se basó en que la economía de mercado y las inversiones extranjeras significarían la venta total de los intereses nacionales. Y la economía serbia en ruinas era presentada como un modelo de supervivencia.
«Uno de los grandes logros fue mantener la economía libre de privatizaciones», dijo Mirko Marjanovic, ex primer ministro de Milosevic, al describir la década de 1990.
Los serbios afrontaron cuatro guerras en los años 90 y sobrevivieron con ingresos inferiores a 100 dólares al mes. En los años 80, el salario promedio era 1.000 dólares. No obstante, muchos creyeron que las políticas de Milosevic eran necesarias para salvar el orgullo nacional.
Así mismo, gran parte de la población pensó que con el fin del gobierno de Milosevic, en octubre de 2000, la pobreza de los años 90 desaparecería automáticamente y la economía recuperaría los niveles de la década anterior, dijo un analista.
«Los serbios tienen sentimientos encontrados sobre la transición. Por un lado quieren vivir mejor, y por otro, evitar los sacrificios», señaló el profesor de psicología Bora Kuzmanovic.
«Quieren la transición, pero no sus consecuencias, y este es el motivo por el cual el colapso de los cuatro bancos fue presentado por los nostálgicos del viejo régimen como una conspiración contra la economía nacional», observó Kuzmanovic.
El Banco Nacional divulgó una lista de empresas cuyo colapso jugó un papel decisivo en el cierre de los cuatro bancos.
Las primeras 10 de la lista fueron calificadas de «elefantes blancos» del régimen de Milosevic. Entre ellas figuran la empresa nacional de energía, EPS, la aerolínea JAT, las fábricas de acero SARTID y la compañia automovilística Zastava, cerrada en julio.
Según los economistas, la caída de esas compañías es sólo el principio del fin del sistema heredado de Milosevic, y posiblemente otras empresas cerrarán sus puertas antes de que comience la reconstrucción de la economía serbia. (FINS/IPS/tra- en/vpz/sm/lp-ff/if/02