El colapso de Argentina no abrirá brechas en el orden financiero mundial, pero debilita las bases ideológicas del llamado «Consenso de Washington», opinaron analistas en Brasil y Uruguay.
El economista uruguayo Walter Cancela observó que la participación argentina en el comercio internacional es casi «marginal», por lo que la crisis tampoco tendrá influencia en el mercado global de bienes y servicios.
Pero los expertos consultados creen que el caso de Argentina, donde en los años 90 se realizaron las reformas aconsejadas por el Consenso de Washington, dejará una profunda huella en el campo de las ideas económicas.
La crisis argentina agregará un nuevo y «fuerte argumento» a favor de un comercio más equilibrado y al conjunto de críticas contra el neoliberalismo del Consenso de Washington, que propugna la desregulación interna de los mercados, dijo a IPS Antonio Carlos Lacerda, presidente de la Sociedad Brasileña de Estudios sobre Empresas Trasnacionales y Globalización.
Argentina es un mal ejemplo para esas ideas «conservadoras, que todavía son hegemónicas en el mercado financiero, en los medios de comunicación y en los centros de poder», sostuvo Lacerda, también profesor de la Universidad Católica de Sao Paulo.
El mundo aguarda el impacto de la caótica situación financiera argentina, que causó una grave crisis instituacional y el fin del plan de convertibilidad, que por más de 10 años fijó en un dólar la cotización del peso.
El nuevo gobierno argentino, presidido por el justicialista Eduardo Duhalde, impuso un sistema dual de cambio, a diferencia del mercado único impuesto en Brasil, México y Rusia en crisis similares.
El peso tendrá una cotización fija de 1,40 dólares para el comercio exterior y transacciones financieras y flotante para el turismo y otras operaciones.
Lacerda afirmó que no espera grandes efectos de la crisis argentina en el orden financiero internacional.
«Con un nuevo sistema cambiario, Argentina puede salir de la recesión, atraer inversiones y superar el desequilibrio fiscal» después de un primer periodo de turbulencia, señaló.
El discurso crítico de Estados Unidos y del Fondo Monetario Internacional (FMI) hacia Argentina «está cambiando», pues a nadie le interesa un mayor agravamiento de la situación, agregó.
Lacerda opinó que la crisis argentina sólo tendrá impacto en el orden financiero si Brasil, «otro candidato a dificultades financieras a corto plazo», no logra superar su vulnerabilidad externa.
Pero el superávit comercial brasileño de 2.643 millones de dólares en 2001 y la perspectiva de obtener 5.000 millones este año por el mismo concepto y duplicar ese monto en los próximos alejan ese riesgo, puntualizó.
También podría ampliarse la crisis al exterior si Duhalde no logra ayuda externa o sólo obtiene un apoyo «vacilante y condicionado», dijo Lacerda.
Tullo Vigegani, profesor de la Universidad Estadual de Sao Pablo y vicepresidente del Centro de Estudios de Cultura Contemporánea, coincide en que la crisis en Argentina no provocará transformaciones sustanciales en el orden financiero mundial.
«El Banco Mundial y el FMI ya modificaron su discurso, pero en relación a aspectos paliativos. No habrá cambios sustanciales. El caso argentino será tratado de manera aislada, como ocurrió con Brasil, México y Rusia», predijo Vigegani.
Sin embargo, el presidente del Consejo de Relaciones Internacionales del gobierno estadual de Río de Janeiro, Theotonio Dos Santos Junior, prevé una «sucesión de moratorias» de pagos.
Dos Santos Junior, profesor de la Universidad Federal Fluminense, cree posible un ciclo de devaluaciones cambiarias que obligaría a los organismos multilaterales a una serie renegociaciones de deuda, como ocurrió entre 1987 y 1993 con el estadounidense Plan Brady.
Por su parte, Cancela, profesor de Economía Monetaria en la Universidad estatal de Uruguay y asesor del izquierdista Encuentro Progresista, consideró que podría haber «una disminución de las oportunidades de inversión financiera».
La crisis argentina «produce efectos indirectos importantes sobre todos los actores del sistema. Al elevar el riesgo de las obligaciones argentinas, eleva también el de sus acreedores y el de las obligaciones de éstos con terceros, generando un efecto en cadena que involucra a todos», dijo Cancela a IPS.
«Los efectos más importantes en el plano comercial pueden esperarse sobre sus socios del Mercosur, en la medida en que la modificación de paridad cambiaria resultará, en mayor o menor medida, en una mejora relativa de competitividad (de la producción argentina), tanto en la región como en los mercados donde estos compiten», añadió.
En tanto, Lacerda descartó una apertura comercial mundial para propiciar la recuperación argentina. «El proteccionismo de los ricos se mantendrá. La Unión Europea no cede con los subsidios agrícolas. Los países ricos sólo se muestran más conciliadores en el discurso», afirmó.
Vigegani coincidió en que la crisis financiera argentina contribuirá a debilitar el discurso liberal y a fortalecer a sus opositores.
En Brasil, por ejemplo, servirá de argumento para las corrientes «progresistas» del Partido Socialdemócrata del presidente Fernando Henrique Cardoso, señaló.
El colapso argentino «no sepultará al neoliberalismo», pero es un hecho importante para «construir una propuesta alternativa, de centro-izquierda, con unión de las fuerzas productivas, hacia el pleno empleo y el desarrollo económico», dijo por su parte Dos Santos Junior.
El experto vislumbra incluso el surgimiento de condiciones para «reconstruir el movimiento obrero y promover el renacimiento del socialismo como propuesta mundial».
Al respecto, citó como ejemplo el caso de Europa, donde la población condena «políticas neoliberales» que provocaron un alto desempleo, y apoya nuevas «alianzas socialistas» con sectores socialdemócratas y verdes.
Para Cancela, es posible que «estas experiencias (como la argentina) lleven a revalorizar enfoques más integrales sobre los problemas económicos, a reconsiderar que éstos son esencialmente sociales»
Es probable, incluso, que los hechos puedan contribuir, «volviendo a los fundamentos originales de la ciencia, a avanzar hacia una nueva economía política», afirmó.
Cancela sostuvo que en el escenario argentino «queda dolorosamente expuesto el hecho de que, para hacer política económica, no es suficiente ser un buen economista. Es necesario, ante todo, ser un buen político». (FIN/IPS/mo rp-ff/if/02