Colaboración militar, operaciones comerciales y una verdadera invasión a Cuba de políticos y empresarios de Estados Unidos matizan este inicio de año las relaciones casi siempre turbulentas entre La Habana y Washington.
El vínculo comieza a exhibir una tendencia tan dinámica que algunos analistas vaticinan un posible nuevo deshielo en la atmósfera de guerra fría dominante entre ambos países.
Otros, menos optimistas, recuerdan un escenario similar que precedió, en 1996, el derribo por la fuerza aérea cubana de dos avionetas civiles que, procedentes del sur del estado estadounidense de Florida, habían penetrado en espacio aéreo cubano.
La llamada «crisis de las avionetas» puso punto final a un periodo de distensión y alejó la probabilidad, que entonces llegó a parecer cercana, del levantamiento de las sanciones económicas impuestas a Cuba por Washington desde 1960.
El ministro de Defensa cubano, general Raúl Castro, afirmó el sábado que se observa un ambiente de respeto mutuo y colaboración en las relaciones bilaterales, pero reconoció su carácter «impredecible».
Hermano del presidente Fidel Castro y uno de sus principales colaboradores desde antes del triunfo de la Revolución Cubana en enero de 1959, Raúl Castro visitó las cercanías de la Base Naval de Guantánamo, enclave estadounidense 970 kilómetros al sudeste de La Habana.
La base recibió en los últimos días a más de 100 prisioneros de Estados Unidos en su guerra contra Afganistán. Según el ministro de Defensa cubano, su país, además de no oponerse al traslado, está dispuesto a brindar asistencia médica y sanitaria.
Raúl Castro añadió que, tras varias décadas de tensión en el límite terrestre con el enclave militar estadounidense, los años 90 se caracterizaron por la distensión en la zona, que incluyó comunicaciones sistemáticas entre ambas partes.
El ambiente de cooperación podría extenderse a la lucha contra el narcotráfico y también al combate contra el terrorismo, en el que Cuba discrepa con Estados Unidos únicamente en los métodos, afirmó Raúl Castro.
«Estamos listos a cooperar en todo lo que sea posible», añadió el militar.
La postura sobre el uso de la base naval sorprendió a no pocos cubanos, acostumbrados a la tradicional oposición del gobierno de Fidel Castro a cualquier uso que haga Estados Unidos de ese enclave, ocupado desde 1903 en virtud de un acuerdo a perpetuidad.
El gesto de La Habana sucedió a su ofrecimiento de colaboración médica a las víctimas de los ataques terroristas del 11 de septiembre contra Nueva York y Washington.
También en un acto sin precedentes en más de cuatro décadas, el gobierno de George W. Bush ofreció ayuda humanitaria a Cuba por la catástrofe causada al paso del huracán Michelle, el 4 noviembre.
El presidente Castro declinó la ayuda, pero solicitó aprobación para la compra de forma acelerada en Estados Unidos de alimentos necesarios para sustituir la reserva estatal, que se había usado para proveer a los damnificados por el huracán.
Cuatro barcos han llegado hasta ahora a Cuba cargados de pollo congelado, maíz, trigo, soja y arroz, como parte de la primera operación comercial bilateral desde 1963, estimada en unos 30 millones de dólares.
Las oportunidades de comercio entre Cuba y Estados Unidos serán analizadas el próximo fin de semana en el sudoriental centro turístico mexicano de Cancún, en una reunión a la que asistirán una docena de ministros y altos funcionarios cubanos, según fuentes estadounidenses.
«Estamos en un momento de nuestra historia en que podemos lograr grandes progresos hacia la normalización de las relaciones», afirmó este mes en La Habana el congresista estadounidense William Delahunt, del Partido Demócrata.
Delahunt visitó La Habana como parte de una delegación de seis legisladores estadounidenses, y tras una reunión con Fidel Castro la noche del día 6, destacó la «disposición a la apertura» y a «aceptar oportunidades» mostrada por el presidente cubano.
El congresista había visitado antes Cuba y también había sido recibido por Castro en esas ocasiones.
«Podríamos ver dramáticos cambios» en las relaciones bilaterales, a pesar de los hechos del 11 de septiembre y de los que marcaron los 40 años transcurridos desde la Revolución Cubana, sostuvo el 8 de este mes, por su parte, la ex diplomática estadounidense Sally Grooms Cowal.
La delegación estaba integrada, además, por la congresista Jo Ann Emerson, del Partido Republicano al que pertenece el presidente Bush, y por los demócratas Hilda Solís, Collin Peterson, William Clay, Victor Snyder y Stephen Lynch.
A inicios de año, también visitaron Cuba los senadores Arlen Specter y Lincoln Chafee y un grupo de unos 500 empresarios estadounidenses y familiares suyos. Tanto los senadores como los empresarios fueron recibidos por el presidente Castro.
Fuentes del Consejo Económico Comercial Estados Unidos-Cuba, organización sin fines de lucro radicada en Nueva York, calcularon que 160.000 estadounidenses visitaron la isla en 2001.
La cancillería cubana, sin embargo, redujo la cifra a más de 68.000, y especificó que habían llegado de ese país 90 delegaciones, entre ellas 10 integradas por miembros del Congreso y 15 de carácter empresarial.
En medio de este clima de distensión, La Habana habría pedido la asistencia del estadounidense Buró Federal de Investigaciones (FBI) para el esclarecimiento del asesinato en Cuba de una pareja de cubanos residentes en Miami.
Una fuente del gobierno estadounidense afirmó que las autoridades cubanas tratan de confirmar la relación entre Osmani Placencia, ciudadano estadounidense e hijo de la pareja asesinada, con el tráfico de personas hacia el sur de Florida. (FIN/IPS/da/mj/ip/02