La cuidadosa reacción de Cuba al anunciado traslado de prisioneros capturados en Afganistán a la base naval de Estados Unidos en Guantánamo, sugirió un inusual clima de distensión entre ambos países.
La cancillería informó el domingo que Cuba no había adoptado «posición alguna» ante la prevista reclusión de los talibán y militantes de la organización Al Qaeda en la base de Guantánamo.
Agregó que el gobierno no tiene jurisdicción sobre ese enclave militar estadounidense, situado en el extremo oriental de la isla.
Por su parte, legisladores de Estados Unidos de visita esta semana en Cuba, luego de una extensa entrevista con el presidente Fidel Castro, manifestaron su impresión de que no había oposición de La Habana a los propósitos de Washington.
«En nuestra conversación de anoche (jueves), el presidente Castro se expresó en términos similares a la declaración», indicó este viernes el senador estadounidense Arlen Specter, poco antes de finalizar su estancia de tres días.
Specter, del mismo Partido Republicano que el presidente George W. Bush, también consideró posible la colaboración en asuntos sensibles para los dos países, como el terrorismo y el narcotráfico, cuestiones que habrían ocupado buena parte de las más de seis horas de reunión.
«En mi percepción, Cuba tiene fuentes de inteligencia en el mundo que podrían ser un gran apoyo en la lucha contra el terrorismo», apuntó Specter, quien viajó a la isla acompañado del senador por Rhode Island, Lincoln Chafee.
Destacó, además, que Bush solicitó ayuda a todas las naciones para enfrentar ese flagelo, cada una de las cuales puede aportar «diversos grados» de cooperación.
«Creo que hay algunas áreas en las que puede haber más asistencia de Cuba», dijo Specter, en un breve contacto con periodistas.
A los dos legisladores les resulta «incuestionable» también la posibilidad de cooperación en el terreno de la lucha contra las drogas, un asunto de mucho interés en su país.
Al respecto, Castro les habría reiterado una oferta, hecha hace alrededor de un año, de colaborar con Estados Unidos en la represión del narcotráfico, en forma incondicional y «sin pedir nada a cambio».
«Creo que es una materia que puede legislarse y el Departamento de Estado (de Estados Unidos) puede tomar en sus manos», dijo Specter, que el miércoles también mantuvo contactos con representantes de la disidencia interna cubana.
Specter y Chafee coincidieron en Cuba con otros pares suyos del Congreso de Estados Unidos, que permanecerán en este país hasta el martes próximo, en el marco de una gira organizada por el Lexington Institute, con sede en Arlington, en el oriental estado de Virginia.
En tanto, la prensa oficial cubana brindó espacios privilegiados a una charla sostenida por Castro con alrededor de 500 integrantes (y familiares) de la Young Presidents Organization, con sede en Dallas, en el meridional estado estadounidense de Texas.
«Yo creo en los intercambios de ideas, porque la solución a los problemas está en la cooperación y no en las guerras», les dijo el mandatario, quien añadió que últimamente han aumentado las visitas de políticos, artistas y estudiantes de Estados Unidos.
Aunque persiste en la isla la retórica antiimperialista, para muchos observadores resulta evidente la «tregua no declarada» que abrió la oferta de ayuda humanitaria hecha por Washington tras el paso del huracán Michelle.
Bajo ese paraguas, empresarios estadounidenses pudieron vender a la isla caribeña de régimen socialista casi 40 millones de dólares en alimentos, primera transacción comercial entre ambos países en más de 40 años de embargo por parte de Estados Unidos.
Sin embargo, medios diplomáticos no dejaron de sorprenderse por el tono moderado con que la cancillería del gobierno de Castro respondió a las intenciones estadounidenses de convertir en campo de prisioneros a la base de Guantánamo.
La jurisdicción de la base naval ocupa una superficie de 117 kilómetros cuadrados, 49 de los cuales es tierra firme, 38 en agua y 29 es terreno pantanoso. Una cerca de 28 kilómetros de longitud rodea el área, cedida a perpetuidad a Estados Unidos mediante un tratado de 1934.
Esa concesión sólo podría ser anulada por consentimiento mutuo o por la retirada unilateral estadounidense, y ha sido especial motivo de discordia entre los dos países.
Según fuentes estadounidenses, las instalaciones de la base están siendo preparadas para recibir a unos 2.000 prisioneros, que podrían comenzar a llegar en los próximos días.
Cuba condenó don dureza los ataques terroristas del 11 de septiembre en Nueva York y Washington, pero también rechazó la represalia militar desatada por Estados Unidos contra Afganistán.
En abril de 1999, el gobierno de Castro ofreció cooperar con asistencia médica para refugiados kosovares que Washington intentó trasladar a la base y que finalmente recibió en territorio estadounidense. (FIN/IPS/pg/dm/ip/02