La enfermera Simi Joseph podrá ahorrar 10 por ciento de su salario mensual de 300 dólares, pues el gobierno recortó a la mitad las tarifas telefónicas de larga distancia, para afrontar la competencia privada.
Las empresas privadas de telecomunicaciones están pisando fuerte en el sector, históricamente monopolizado por el Estado.
En diciembre, las compañías de telefonía celular comenzaron a ofrecer el servicio de larga distancia inalámbrico casi a la mitad del valor de las tarifas estatales de larga distancia por teléfonos de línea.
«Algunos meses gasto más de 50 dólares en llamadas telefónicas», dijo Joseph, quien dejó a su familia en el estado meridional de Kerala, a más de 2.500 kilómetros de Nueva Delhi, para trabajar en un hospital de la capital.
«Lo único que me importa es que las llamadas que hago desde una cabina a mi familia en Kerala, una o dos veces por semana, me cuestan ahora la mitad», explicó Joseph.
Su entusiasmo es compartido por dos colegas de Kerala, Santini Babu y Judy Kurien, quienes debían esperar casi hasta medianoche para comunicarse con sus familiares, evitando los altos precios de las horas de mayor utilización del servicio.
La mayoría de las enfermeras de Nueva Delhi proceden de Kerala, un estado de alto nivel educativo. Aunque son profesionales y deben cumplir guardias, ninguna dispone de teléfono propio, pues el costo de la línea es elevado y la conexión demora muchos meses.
El ministro de Telecomunicaciones, Pramod Mahajan, admitió que las nuevas tarifas, dispuestas a mediados de este mes, pretenden mantener la competitividad, y predijo una guerra de precios entre los servicios privados y públicos.
La expansión de los operadores de telefonía celular al servicio de larga distancia representará una caída de 15 millones de dólares anuales en los ingresos del sector público, advirtió el director del estatal Departamento de Telecomunicaciones (DOT), D.P.S. Seth.
Con 30 millones de clientes en un país de 1.000 millones de habitantes, el DOT afronta la competencia de operadores de telefonía inalámbrica, y de empresas de telefonía de línea tradicional, cuyo ingreso al sector forma parte de los ambiciosos planes de privatización que el gobierno puso en marcha hace dos años.
Sin embargo, aún pasará cierto tiempo antes de que los nuevos actores privados hinquen el diente a los 2.000 millones de dólares de ganancias que el Estado percibe por el servicio de larga distancia, estimó Seth. «Aún es prematuro hacer predicciones», sostuvo.
Por otra parte, los empleados del burocrático servicio estatal están disconformes con la acelerada campaña privatizadora, aunque pocos se atreven a manifestarlo públicamente.
La reducción de tarifas beneficiará a los residentes urbanos pero no hará nada por la población rural de India, que debe recorrer kilómetros para encontrar un teléfono, dijo S.M. Agarwal, ex alto funcionario de telecomunicaciones.
La caída de las ganancias reducirá los recursos del DOT para la gigantesca tarea de ampliar los servicios en las áreas rurales, donde habita la mayoría de la población, sostuvo Agarwal.
«Hasta ahora, con sus ganancias el DOT instalaba cinco millones de teléfonos por año, convirtiendo a India en el segundo país después de China en cantidad de aparatos conectados», dijo Agarwal.
De esos cinco millones, 40 por ciento se instalaban en poblados y aldeas, a precios accesibles para usuarios pobres, una política sólo posible por los subsidios estatales, destacó el ex funcionario.
Sin embargo, buena parte de la opinión pública india empieza a impacientarse con este tipo de argumentos, pues la ineficiencia del DOT es casi legendaria, y a ella se le achaca el segundo lugar que ocupa el país, detrás de China, en cantidad de teléfonos instalados.
«Hay que ver dónde está China ahora», señaló Ashok Jhunjhunwala, del Instituto Indio de Tecnología, con sede en la meridional ciudad de Channai.
Hace una década, ambos países tenían apenas cinco millones de teléfonos conectados cada uno. Pero en noviembre de 2001, China alcanzó 317 millones de usuarios, mientras India sólo tiene 40 millones, entre los clientes del DOT y de los servicios locales que funcionan en Nueva Delhi y Mombai.
Jhunjhunwala señaló el enorme crecimiento de las conexiones de televisión por cable, no reguladas por el Estado, preferidas por el público para conectarse simultáneamente a la red de informática Internet, en lugar de las ineficientes líneas telefónicas estatales.
Según Agarwal, el DOT debería invertir en tecnología, como la instalación de centrales informatizadas, que permiten a las compañías privadas introducir innovaciones en los servicios.
«Se trata de una guerra en la que nadie pide tregua y todos apelan a las últimas tecnologías para luchar. El ganador será el público», aseguró el ministro de Telecomunicaciones, Pramod Mahajan. (FIN/IPS/tra-en/rdr/js/lp/if ic/02