Las insurgentes FARC ponen en riesgo su diálogo con el gobierno de Colombia al pretender que el cese del fuego se discuta sólo después de algunos asuntos sin vinculación directa con el conflicto armado, advirtió un ex mediador internacional en la negociación de paz de El Salvador.
El orden del cronograma de las negociaciones es decisivo, dijo a IPS Augusto Ramírez, ex embajador y ex ministro colombiano.
Las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) han insistido en comenzar por el estudio de un seguro de desempleo y sólo en abril o mayo analizar el cese del fuego, que es prioritario para el gobierno de Andrés Pastrana.
«Si persisten en esa posición, se estaría revelando que lo convenido sirve sólo como dilación para mantener el proceso enredado», sostuvo Ramírez, afiliado al gobernante Partido Conservador. «El proceso no puede hacer crisis todos los días», agregó.
Sería lógico, para el experto, iniciar el cronograma con la negociación de un acuerdo en materia humanitaria. En ese sentido, consideró que el modo más sencillo de alcanzarlo es reconocer las convenciones de Ginebra, que obligan a los combatientes a respetar a la población civil.
Pero entre los observadores internacionales reinaba el optimismo este jueves, segundo día de negociaciones de una serie de cinco en el sudoriental departamento del Caguán, centro de la zona desmilitarizada.
«Hoy es un bello día en el Caguán porque centenares de colombianos» que «estarían muertos» si el diálogo se hubiera roto «están vivos», dijo James Lemoyne, delegado del secretario general de la ONU (Organización de Naciones Unidas), Kofi Annan, para la paz en Colombia.
Lemoyne, los embajadores del grupo de países facilitadores del proceso de paz y un delegado de la Iglesia Católica continuarán supervisando las negociaciones a solicitud de las FARC y del gobierno.
La desmilitarización de la denominada «zona de distensión» de 42.000 kilómetros cuadrados perderá vigencia este domingo y su prórroga, como lo decidió Pastrana, depende de la fijación de un cronograma que cumpla con el Acuerdo de San Francisco de la Sombra, firmado en octubre.
En el primer artículo del Acuerdo de San Francisco de la Sombra, gobierno y guerrilla se comprometieron a considerar las propuestas de la Comisión de Notables nombrados por ambas partes sobre tregua, cese de hostilidades, fin de los secuestros a manos de las FARC y de las acciones de los paramilitares de derecha.
La iniciativa de la Comisión de Notables incluye también la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente.
«Apuesto a que se hace el cronograma y creo que eso le da vida al proceso. La gran prueba será ver qué pasará después» de que venza la vigencia de la zona de distensión este domingo, dijo Ramírez.
Pero si se establecen plazos para alcanzar acuerdos en determinadas cuestiones y éstos no se cumplen, el proceso se complicará de nuevo, sostuvo Ramírez, quien fue delegado de la ONU en las negociaciones que pusieron fin en 1992 a la extensa guerra civil en El Salvador.
Ese acuerdo debería poner fin a los secuestros, las extorsiones y los ataques a la infraestructura a manos de las FARC y a las ejecuciones extrajudiciales, así como garantizar el respeto de la vida de los vencidos.
Ramírez ubicó en el segundo lugar del cronograma el cese de hostilidades y en el tercero la tregua, que, de ser bilateral, deberá incluir el acuartelamiento de militares y de guerrilleros para garantizar su cumplimiento.
Pero, según algunos analistas, el ejército no podría permanecer inactivo pues, además de las FARC, debe combatir a otras organizaciones guerrilleras, a paramilitares y a asesinos contratados por narcotraficantes.
«De esta manera, a la tregua la puede dañar un borracho en un domingo», dijo Ramírez, para quien «la paz no se consolidará mientras no entren en el proceso todos los actores armados».
Algunos expertos consideran que la negociación debe incluir formas de financiar, con recursos del presupusto nacional o con ayuda internacional, las actividades de las FARC, pues sus ingresos menguarán si ponen fin a los secuestros.
Ramírez afirmó que el proceso se encuentra en una crisis profunda, al punto que ya recibió «cristiana sepultura», y que debe abrirse uno nuevo con credibilidad nacional e internacional.
«Hay que recuperar lo que se perdió en tres años de esfuerzo inútil», durante los cuales, según el experto, el mayor avance fue el acuerdo entre el gobierno y las FARC de una agenda de 12 puntos para la negociación.
«Los tres años se han ido en reparar el pecado original de no haber establecido las reglas de juego de la zona de distensión, la madre de todas las confusiones», manifestó Ramírez.
Según el ejército, esa zona es utilizada por las FARC para mantener cautivos a los secuestrados, aprovisionarse para su combate en otras áreas y para realizar negocios con narcotraficantes.
El ex ministro afirmó que una sola comisión verificadora del proceso de paz deberá reemplazar las más de ocho que fueron convenidas pero que nunca actuaron.
La nueva comisión, agregó Ramírez, deberá controlar el cumplimento del nuevo cronograma y que se llegue a los acuerdos en los plazos fijados, así como la actividad de las FARC dentro y fuera de los cinco municipios desmilitarizados desde noviembre de l998.
Ramírez afirmó, sin embargo, que para que se consolide la paz es necesario facilitar la actuación en la vida política a las organizaciones armadas. «Están en guerra porque se sienten marginados», señaló. (FIN/IPS/yf/mj/ip/02