CAMBOYA: Violencia pone democracia a prueba

Camboya se apresta a celebrar las primeras elecciones locales democráticas de su historia, pero hasta ahora no ha podido desprenderse de la violencia y la intimidación.

Organizaciones de derechos humanos y observadores electorales documentaron 15 asesinatos y cerca de 250 casos de amenazas y persecusiones relacionados con las elecciones antes del comienzo de la campaña oficial para los comicios del 3 de febrero, el 18 de este mes.

La mayoría de esos casos ocurrieron en un período de un año, entre principios de enero de 2001 y el 5 de enero de 2002.

«La violencia política está presente en casi todas las provincias, pero es más fuerte en las provincias del oeste, el centro y el sudeste», sostiene un informe de la Red Asiática para Elecciones Libres (Anfrel), con sede en Bangkok, que supervisa el proceso electoral en Camboya.

La violencia electoral no ha dado señales de cesar en las últimas semanas. El pasado domingo, el cuerpo de Vat Din, un candidato del partido opositor Sam Rainsy, fue hallado flotando en las aguas del río Mekong, en una provincia del norte.

Anfrel y la organización Human Rights Watch, con sede en Nueva York, acusan al gobernante Partido Camboyano del Pueblo (PCP) de promover la violencia, dado que todas las víctimas eran miembros del opositor Sam Rainsy y del partido monárquico Funcinpec, encabezado por el príncipe Norodom Ranariddh.

«Quince miembros de la oposición y candidatos a concejos comunales fueron asesinados desde principios de 2001, entre ellos dos candidatas mujeres que fueron muertas a tiros en la primera semana de este año», señaló Human Rights Watch.

El PCP, encabezado por el primer ministro Hun Sen, negó esos cargos y también los de compra de votos mediante ofertas de dinero y obsequios. Seis millones de los 11 millones de camboyanos están habilitados para votar.

Los comicios de febrero tienen gran trascendencia para los camboyanos, que elegirán a los conductores de las 1.621 unidades administrativas locales, cada una de ellas integrada por cuatro a siete aldeas.

«El PCP sabe que se juega mucho, porque estas elecciones determinarán quién tendrá el poder popular en el futuro», comentó Sunai Phasuk, coordinador de investigación e información de Anfrel.

El partido de gobierno dio a sus miembros el mensaje de que «hay que ganar a toda costa», afirmó Sunai. «A nivel partidario, se considera inaceptable una derrota electoral, y esto ha intensificado la lucha», agregó.

La estrategia del PCP no sorprende, porque este partido tiene mucho que perder si la oposición lo derrota, observó Watcharin Yongsiri, investigadora del Instituto de Estudios Asiáticos de la Universidad de Chulalongkorn, en Bangkok.

«En los últimos 20 años, los líderes comunales han sido designados por el PCP. Siempre estuvieron controlados por el centro», recordó.

El control de las autoridades locales por el gobierno central no fue instaurado por el PCP, sino que se trata de una tradición introducida por los colonizadores franceses.

Watcharin cree que la policía no hará mucho por detener la violencia, dado que «muchos de sus miembros pertenecen al PCP o tienen fuertes vínculos con el partido».

Por su parte, la policía rechazó un informe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre el nivel «inaceptable» de violencia electoral, y atribuyó las muertes de candidatos a disputas personales más que a razones políticas.

Mientras, el primer ministro Hun Sen exhortó públicamente a la policía a detener los asesinatos y otros crímenes. «Las autoridades deben prevenir y detener los secuestros, asesinatos, amenazas, intimidaciones y emboscadas», declaró a la prensa.

La violencia política y la impunidad de sus responsables han estado presentes en Camboya en las últimas tres décadas, por lo tanto las elecciones de febrero serán una prueba más de la transición hacia la democracia.

El período más violento tuvo lugar entre 1975 y 1979, durante el régimen comunista del Jemer Rojo, que mató a más de 1,7 millones de personas en su intento por reimponer una sociedad agrícola.

Las divisiones políticas persistieron desde entonces, incluso después de la expulsión del Jemer Rojo por el PCP, con la ayuda del ejército vietnamita. En ese entonces, el Funcinpec libraba junto al Jemer Rojo una guerra de baja intensidad contra el régimen del PCP.

El acuerdo de paz de París, firmado en 1991, acercó a ambos grupos rivales y puso en Camboya una presencia internacional, seguida por comicios patrocinados por la ONU en 1993. Más de 100 miembros del Funcinpec fueron asesinados ese año en una ola de violencia electoral.

Después de esas elecciones, el PCP y el Funcinpec se transformaron en socios de coalición en un régimen que condujo a la democracia multipartidaria, si bien una democracia volátil.

Pero ambos partidos se enemistaron nuevamente en julio de 1997 cuando Hun Sen acusó a Ranariddh, su coprimer ministro, de intentar derrocarlo. (FIN/IPS/tra-en/mmm/js/mlm/ip/02

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