Los 90 grupos que conforman el movimiento de homosexuales en Brasil celebran varios triunfos obtenidos en los últimos días, que les reconocen legalmente derechos de pareja.
El caso de mayor repercusión se refiere a una cantante muy popular, Cassia Eller, que murió el 29 de diciembre en Río de Janeiro, dejando un hijo de ocho años, Francisco Ribeiro Eller.
En una decisión polémica, el juez de Infancia Leonardo Castro Gomes concedió el martes la custodia del niño a María Eugenia Vieira, compañera de la cantante en los últimos 14 años.
Es la primera vez en Brasil que la justicia reconoce a una pareja homosexual como titular de ese derecho, que incluye la administración de los bienes heredados por el menor de edad.
La sentencia es preliminar y puede ser ratificada o anulada en los próximos meses, ya que la legislación brasileña no reconoce el matrimonio homosexual. Pero es un avance, señaló Tony Reis, dirigente del grupo Dignidad, de defensa de los derechos de homosexuales en la meridional ciudad de Curitiba.
Otra conquista, de repercusión social, fue la decisión de un tribunal federal de Porto Alegre, también en el sur, de ordenar al sistema de seguridad social el pago de pensión al compañero supérstite en caso de muerte de un contribuyente homosexual.
La jueza responsable de ese fallo, Simone Barbisan Fortes, lo justificó señalando que las uniones homosexuales estables, con afectividad y presencia social, «constituyen efectivas comunidades familiares, que merecen la protección del Estado» como los matrimonios heterosexuales.
Son triunfos que evidencian «un momento importante en la lucha por los derechos humanos y contra la discriminación» y fueron obtenidos como resultado de la movilización de los grupos organizados de homosexuales en Brasil, sostuvo Reis en entrevista con IPS.
Una manifestación del movimiento, la «parada gay», reunió a 270.000 personas el 28 de junio en Sao Paulo, destacó.
A las campañas se suman, como factores que impulsan la lucha, las frecuentes denuncias publicas en los medios de comunicación, que amplían «la visibilidad» del movimiento, y las presiones internacionales sobre el gobierno brasileño, agregó Reis.
Pero la batalla principal tiene de objetivo otorgar a las parejas homosexuales los mismos derechos civiles de un matrimonio convencional. Eso sería la solución para muchos casos y evitaría la necesidad de acciones judiciales, observó el militante.
Los «gays», lesbianas y travestis suman 10 por ciento de la población de Brasil, cumplen sus deberes y pagan tributos, de manera que no hay razón para que no disfruten de todos los derechos, arguyó.
Un proyecto de ley para reconocer el matrimonio entre personas del mismo género fue presentado en 1995 al parlamento por la entonces diputada y hoy alcaldesa de Sao Paulo Marta Suplicy, pero su trámite está paralizado.
Leyes similares ya rigen en Europa, incluso en países como España y Francia, que «tienen una cultura parecida a la brasileña» en esa cuestión, dijo Reis.
Mientras la legislación nacional presenta trabas que impiden soluciones amplias, los pequeños avances se registran a nivel local, además de las sentencias judiciales sobre cuestiones específicas.
La Cámara de Concejales de Recife, capital del nororiental estado de Pernambuco, aprobó hace un mes una disposición local con la misma finalidad de la sentencia de la jueza de Porto Alegre.
Los funcionarios municipales homosexuales de Recife, en caso de muerte, dejarán de herencia a sus compañeros o compañeras una pensión.
La resolución se basa en la Constitución nacional, que asegura derechos sin discriminación y «respeta al homosexual, sin prejuicios», arguyó el alcalde de Recife, Joao Paulo Lima e Silva, autor de la propuesta.
Pero esa minoría es aún en Brasil víctima de la violencia que genera la intolerancia ante su opción sexual. Cerca de 2.000 homosexuales fueron asesinados en los últimos 10 años en el país, en la mayoría de los casos con extrema crueldad.
La violencia es estimulada por «sectores conservadores de distintas religiones, los talibanes de la Biblia», que alimentan prejuicios y promueven la homofobia, lamentó Reis.
Las últimas decisiones judiciales intensificaron la polémica sobre las famílias no convencionales, y especialmente acerca de los niños que crecen y se educan bajo responsabilidad de una pareja homosexual.
La resistencia se ha ablandado ante una nueva realidad en Brasil, en que más de un cuarto de las familias están encabezadas por mujeres solas. En muchos casos de separación, los padres han conseguido la custodia de los hijos, contrariando la tendencia tradicional.
Varias parejas homosexuales ganaron en la justicia el derecho a adoptar niñas o niños, en decisiones polémicas.
El caso del hijo de la rockera Cassia Eller tuvo gran impacto. Eller, una cantante agresiva y que se expresaba con franqueza, murió a los 39 años después de tres paros cardiacos. Los factores que afectaron su corazón aún no están aclarados, pero la sospecha más difundida se refiere al consumo excesivo de drogas. (FIN/IPS/mo/ff/pr hd/02