El Banco Mundial manifestó su «profunda preocupación» por las consecuencias ambientales del proyecto Oleoducto de Crudos Pesados (OCP), que según grupos ecologistas amenaza ecosistemas únicos en la selva amazónica de Ecuador.
Si el oleoducto «es construido u operado de modo inadecuado, representará serios riesgos ambientales» para áreas comprendidas en un programa de conservación respaldado por el Banco Mundial, advirtió el máximo funcionario ambiental de la agencia, Ian Johnson, en una carta dirigida al presidente ejecutivo del proyecto, Hernán Lara.
En la carta, fechada el 19 de diciembre, Johnson puso en duda que el OCP cumpla con los requisitos ambientales del Banco Mundial, como habían asegurado el consorcio constructor y el alemán Westdeutsche Landesbank, líder del grupo de bancos que aportarán 900 millones de dólares para financiar la obra.
«Si bien saludamos tan amplia aceptación y uso de nuestras normas ambientales, como política institucional no certificamos la conformidad con las mismas de proyectos que no financiamos ni asistimos, incluyendo el OCP», sostuvo Johnson, jefe de la división de Desarrollo Ambiental y Social Sustentable del Banco Mundial.
«Por tanto, nos gustaría recomendar que el consorcio suministre verificación específica e independiente sobre la conformidad (del proyecto) con las normas del Banco Mundial o, de lo contrario, se abstenga de revindicar tal cumplimiento», concluyó Johnson.
Una copia de la carta fue entregada a IPS por la organización ambientalista Amazon Watch, de California, Estados Unidos, que encabeza la campaña internacional contra la obra. «La carta es auténtica», aseguró una fuente del Banco Mundial.
La noticia se produce en una coyuntura crítica para la puesta en marcha del proyecto.
Un comité parlamentario del estado alemán de Renania del Norte- Westfalia se reunirá el próximo lunes para estudiar el papel que juega en el planificado oleoducto, el banco Westdeustche, que pertenece en 43 por ciento al gobierno estadual.
El ministro de Ambiente de Renania del Norte-Westfalia, Baerbel Hoehn, y el Partido Verde protestaron por la participación del banco en el proyecto.
Mientras tanto, los equipos de construcción y tendido de caminos llegaron a los límites de la Reserva Selvática de Mindo Namibillo, uno de los santuarios de aves silvestres más importantes del mundo, donde los aguardan decenas de pobladores, estudiantes y activistas, reunidos allí en la última semana.
Los manifestantes están dispuestos a resistir en forma pacífica el ingreso de los constructores a la reserva. La tensión en la zona aumentó en los últimos días, según Amazon Watch y fuentes locales.
La prensa de Ecuador informó el miércoles que el consorcio, conformado por la canadiense Alberta Energy, la española Repsol- YPF y las estadounidenses Occidental Petroleum y Kerr-McGee, decidió postergar los trabajos en la reserva hasta que finalice la estación de lluvias, en abril, pero la información no fue confirmada.
«Es evidente que el consorico no quiere que las máquinas topadoras derriben árboles en el mismo momento en que el préstamo de 900 millones de dólares es investigado en Alemania», dijo Yvonne Ramos, de la organización ecuatoriana Acción Ecológica.
«Ese es un elemento significativo en el anuncio de que la construcción en Mindo se suspendió», agregó.
El oleoducto recorrerá 500 kilómetros desde la oriental región de la Amazonia ecuatoriana hasta el oceáno Pacífico, atravesando varios territorios indígenas y áreas protegidas de ecosistemas frágiles.
Desde su anuncio el proyecto generó fuertes debates. El presidente de Ecuador, Gustavo Noboa, lo considera vital para la economía del país, ya que permitirá duplicar la exportación de petróleo.
Pero comunidades indígenas y organizaciones ambientalistas locales e internacionales alegan que la construcción del oleoducto implicará el asentamiento temporal de personal, lo cual podría provocar choques entre los constructores y grupos indígenas, y romper el equilibrio ecológico de la selva.
Además, el riesgo de accidentes y derrames de crudo amenaza con arruinar zonas de alto potencial para el ecoturismo.
En su carta, Johnson, manifestó una posición similar a la de los ambientalistas.
«El Banco Mundial reconoce que el OCP es un proyecto vital para la economía de Ecuador; (pero) a la vez creemos que esta obra puede y debe realizarse reflejando sensibilidad ambiental en porciones de la ruta del ducto, minimizando impactos ambientales o sociales negativos y trabajando en conjunto con los interesados locales para estudiar problemas legítimos», señaló Johnson.
La institución financiera está especialmente preocupada por el impacto del oleoducto en el Proyecto Choco-Corredor Andino de conservación de biodiversidad en el noreste de Ecuador, agregó Johnson.
Este programa es coauspiciado por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial, del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, y gestionado por la organización ambientalista ecuatoriana Fundación Maquipucuna.
Johnson solicitó a Lara, presidente del OCP «la supervisión de observadores ambientales independientes y la consideración de las propuestas (de la Fundación Maquipucuna y otras organizaciones calificadas) de iniciativas de compensación y conservación ecológicas».
Según un informe encargado por Amazon Watch, el diseño y la implementación del proyecto viola al menos siete normativas ambientales y sociales del Banco Mundial. (FIN/IPS/tra-en/jl/lp- dc/jl/en dv/02