AGRICULTURA-CUBA: Cultivos urbanos para la seguridad alimentaria

La agricultura urbana recibe en Cuba el impulso del gobierno, con apoyo de instituciones internacionales, como alternativa rápida para la producción de alimentos y como fuente de empleo.

Los cultivos agrícolas en áreas antes improductivas de la ciudad cobraron auge a partir de la década del 90, en medio de la crisis económica originada por la disolución de la Unión Soviética y la desaparición del campo socialista.

Esta actividad se transformó de una producción de subsistencia en una agricultura para el autoconsumo y la comercialización, basada principalmente en el aprovechamiento a bajo costo de recursos locales.

Expertos incluyen entre las virtudes de la agricultura urbana como se la practica en Cuba el uso de abonos orgánicos en lugar de los químicos, así como de métodos de control biológico de plagas y enfermedades, entre otras prácticas no contaminantes.

Espacios que en los años 90 se convirtieron en basureros ante la falta de combustible para el transporte de desechos figuran hoy entre los mejores jardines de La Habana.

«Esto era un terreno abandonado, lleno de escombros, cuando lo recibimos», dijo a IPS Georgina Pérez, profesora jubilada de 63 años que cultiva una de las casi 30 parcelas en que se dividió un predio ubicado en el occidente de la capital.

Poco o nada sabía Pérez de labrar la tierra cuando comenzó, pero ahora está orgullosa de sus siembras, que incluyen tubérculos como malanga, yuca y boniato, además de verduras y, entre otros frutos, banano.

La ex educadora y varias decenas de vecinos que trabajan en predios aledaños fundaron en 1992 un club de horticultores, cuyo primer objetivo es el autoconsumo familiar, que no excluye la venta de la producción excedente.

«Somos como 40 familias las beneficiadas, y también apoyamos con nuestros productos a un jardín infantil y una escuela para niños huérfanos que está en barrio», dijo Pérez, presidenta de la organización comunitaria.

Ocho de los agricultores son mujeres, la menor de las cuales tiene 46 años.

Pérez admitió que al comenzar su aventura como cultivadora lo desconocía prácticamente todo sobre la tierra. Tampoco era aficionada a los alimentos vegetales. «Ni los tomates me gustaban», afirmó.

Al cabo de 10 años, esta profesora jubilada llegó a impartir talleres relacionados con el asunto y habla con entusiasmo de un proyecto financiado por la organización no gubernamental canadiense Oxfam.

El programa de Oxfam de unos 26.000 dólares permitirá, entre otras cosas, mejorar el sistema de riego, construir un local para la comercialización de los productos e instalar una pequeña fábrica de conservación de alimentos, explicó Pérez.

Las mujeres constituyen aproximadamente 20 por ciento de la fuerza laboral del sector agrícola cubano y 30 por ciento de los técnicos, aunque sólo 11,6 por ciento ocupan cargos directivos.

La agricultura urbana abarca hoy 12 por ciento del territorio de la ciudad de La Habana, incluye a más de 22.000 productores y aporta a cada uno de los 2,2 millones de habitantes de la ciudad entre 150 y 300 gramos diarios de hortalizas y condimentos.

Este rescate de tradiciones agrícolas y alimenticias propiciado por la siembra en predios urbanos, que en todo el país involucra a unas 300.000 personas, resulta de importancia estratégica, según expertos.

«La capital no producía prácticamente ningún alimento y dependía» de los procedentes de «provincias cercanas» y «de la importación», comentó Santiago Rodríguez Calderón, investigador del Centro de Estudios de la Economía Cubana adscripto a la Universidad de La Habana.

El surgimiento de la agricultura urbana ha contribuido «a la seguridad alimentaria de la población», agregó Calderón.

En un artículo sobre el asunto, el experto reconoció, sin embargo, que aún «se está lejos» de satisfacer las necesidades de alimentos de los habaneros, pese al aumento sostenido de la producción.

Calderón calculó que los predios agrícolas capitalinos produjeron en 2000 más de 130.000 toneladas de cultivos, frente a las 44.000 toneladas registradas en 1994.

La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) recomienda un consumo por persona de 300 gramos de hortalizas diarios, que garantiza el mínimo de vitaminas y minerales para mantener una buena salud.

El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) apoyó a mediados del año pasado con 200.000 dólares un proyecto de producción de hortalizas y condimentos frescos en las cinco provincias más orientales de Cuba (Santiago de Cuba, Guantánamo, Holguín, Las Tunas y Granma).

Luego del paso en noviembre del huracán Michelle, causante de daños calculados en más de 1.800 millones de dólares, el PNUD añadió a esa suma otros 100.000 dólares para la compra de semillas de cultivo de «ciclo corto».

Las autoridades esperan reemplazar con siembras de rendimiento más rápido las cosechas que se perdieron a causa del huracán Michelle.

Informes del PNUD señalan que los jardines urbanos han pasado a ser «un medio de subsistencia» en buena parte del mundo, como fenómeno estrechamente ligado al crecimiento de la población en las ciudades.

De acuerdo con esa agencia de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), los residentes en las ciudades aumentarán de 2.400 millones en 1990 a 5.500 millones en 2025.

En Cuba, de una población total de 11.038.602 habitantes en 1996, la urbana ascendía a 8.256.662 y la rural a 2.781.940. (FIN/IPS/pg/mj/dv/02

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