Los operativos del gobierno de Yemen contra supuestas células del grupo terrorista Al Qaeda (La Base) en remotas aldeas montañosas, revelan el temor de Sana'a a convertirse en objetivo militar de Estados Unidos, afirmaron analistas.
Fuerzas especiales apoyadas por helicópteros buscan desde el martes, a través de las escarpadas montañas orientales, a tres supuestos seguidores del extremista saudita Osama bin Laden, acusado por Estados Unidos de los atentados del 11 de septiembre en Nueva York y Washington.
Veinticuatro personas murieron, entre ellas 18 soldados, en los enfrentamientos con las tribus de la zona, que protegen a los yemeníes considerados integrantes de Al Qaeda, la red terrorista de Bin Laden.
Se trata de la operación militar más importante que lleva a cabo un país árabe contra Al Qaeda.
Durante su visita a Washington el mes pasado, el presidente de Yemen, Ali Abudllah Saleh, recibió un pedido concreto de detención contra los tres líderes étnicos vinculados con Al Qaeda.
Pero la medida va más allá de la caza de terroristas: es un mensaje político hacia Washington de que Yemen, considerado por Occidente como un paraíso de extremistas, combate al terrorismo no sólo con palabras, opinaron observadores.
«Es una señal de que Sana'a está colaborando seriamente con la campaña antiterrorista, y que pasó de la adhesión verbal al terreno de los hechos», sostuvo el analista político Muhammad Gassar.
Luego de los atentados del 11 de septiembre, las autoridades detuvieron a 21 supuestos seguidores de Bin Laden en todo el país.
«Si no hay una decisión interna de capturar a los terroristas, las puertas del país pueden ser abiertas por la intervención (de Estados Unidos) y nuestro territorio será blanco de acciones más peligrosas y destructivas», sostuvo el diario gubernamental Ath- Thawra el jueves.
«La búsqueda de elementos sospechosos de pertenecer a Al Qaeda es un acto de soberanía, en defensa de nuestros intereses nacionales», agregó el periódico.
Sin embargo, algunos señalan que tales operativos, que ya ocasionaron muchas muertes, no son suficientes para tranquilizar a Washington, que procura la detención de todos los sospechosos de colaborar con Bin Laden, a quien continúa persiguiendo en las montañas de Afganistán.
Washington también responsabiliza a Bin Laden por el ataque suicida contra el destructor US Cole, perpetrado en octubre del año pasado en el meridional puerto yemení de Aden, y en el que murieron 17 soldados estadounidenses.
«Estados Unidos espera los resultados de estos operativos. ¿Yemen logrará presentar alguno, o sólo se tratará de pérdida de vidas y destrucción de hogares sin ningún saldo?», cuestionó un diplomático árabe.
«Washington fue claro en sus demandas. En este caso, quiere la extradición de las personas sospechosas o información sobre las mismas», subrayó el diplomático.
«Imagino que un aparato de seguridad como el de Estados Unidos tiene la perspicacia de no manejar superficialmente el mensaje político de Yemen. Su objetivo son personas y nombres bien definidos», estimó Gassar.
En los últimos meses el gobierno de Saleh ha intentado mantener el equilibrio entre los reclamos de Washington y los arraigados sentimientos antiestadounidenses de la población. Yemen es un estado islámico, y sus 18 millones de habitantes profesan la fe musulmana.
En octubre 200 clérigos islámicos emitieron una fatwa (fallo) que prohibía «cualquier forma de colaboración con Estados Unidos en su guerra contra los musulmanes de Afganistán», y reclamaba a Saleh y demás gobernantes de países islámicos «no suministrar ninguna ayuda material o moral a Estados Unidos».
«El presidente Saleh se vio obligado a alinearse con Washington a cambio de la seguridad de que el país no será objeto de ataques militares», sostuvo el diplomático árabe.
Medios de prensa de Estados Unidos y Gran Bretaña informaron que Yemen, Sudán y Somalia podrían ser los blancos de futuras campañas militares de Washington, por albergar campamentos de entrenamiento de Al Qaeda.
Las autoridades de Yemen no niegan que al concluir la guerra contra la ocupación de la Unión Soviética en Afganistán, en 1989, un gran número de combatientes hallaron refugio en el país.
Bin Laden reclutó a buena parte de los llamados «árabes afganos» que combatieron a las fuerzas soviéticas gracias al apoyo de gobiernos árabes y del propio Estados Unidos.
Sin embargo, Sana'a sostiene que la mayoría de esos veteranos fueron enviados a sus países de origen hacia fines de 1998. (FIN/IPS/tra-eng/kam/mn/dc/ip/01