Alemania y Francia renovaron su enfrentamiento por la integración de países de Europa oriental a la Unión Europea (UE).
Alemania impulsa desde comienzos de la década del 90 el ingreso a la UE de Polonia, República Checa y Hungría, y Francia no parecía oponerse a los planes de ampliar el número de miembros de 15 a 25.
Pero ante la sorpresa de círculos políticos y diplomáticos europeos, el ministro de Asuntos Exteriores de Francia, Hubert Vedrine, cuestionó la ampliación el 19 de noviembre.
A la vez, Vedrine exhortó a la UE a integrar a Rumania y Bulgaria, dos países que según la mayoría de los integrantes del organismo europeo no están listos para la integración.
El canciller francés volvió a defender su posición el lunes en Bruselas ante sus pares europeos, provocando la suspensión del plan original para una apertura de tipo «big bang» a los países de Europa Oriental, según propone Alemania.
Como consecuencia, la Unión Europea no harán en la cumbre en el castillo belga de Laeken, que concluirá este sábado, un anuncio preciso sobre países que podrían sumarse a la UE en 2004.
«Los países miembros, en especial Alemania, sienten que fueron forzados a abandonar un plan trazado hace tiempo, y podrían volver a poner el asunto en la agenda» de la cumbre de Laeken, dijo un diplomático.
La propuesta inicial preveía la una ampliación de la UE con 10 países de Europa oriental, entre ellos Polonia, República Checa, Hungría y los estados del mar Báltico (Estonia, Letonia y Lituania). Pero Rumania, Bulgaria, la mayoría de las repúblicas de la ex Yugoslavia y Ucrania están excluidos.
Para ser aceptado en la UE, un país debe cumplir con ciertos criterios políticos, tener una economía en funcionamiento y mantener el orden legal.
El pedido de Vedrine a la UE de negociar con Rumania y Bulgaria tocó el punto más debil del sistema de verificación de la UE, indicaron analistas.
«El respaldo de Berlín a sus vecinos del este es un gesto de gratitud hacia los países que en 1989 precipitaron el fin del bloque soviético, lo cual a su vez permitió la reunificación política alemana», destacó Aranaud Leparmentier, comentarista del diario francés Le Monde.
Pero Leparmentier concuerda en que Polonia y Hungría aún deberán recorrer un largo camino antes de formar parte de la UE. «Polonia tiene enormes dificultades para reformar su agricultura, y se considera que Hungría es un gran centro de lavado de dinero», explicó el experto.
La Financial Action Task Force (FATF), la mayor organización internacional contra el lavado de dinero, incluyó a Hungría en una lista de 18 países involucrados en transacciones financieras dudosas, junto a Naurú, Birmania, Nigeria, Israel, Guatemala y varios paraísos fiscales del Caribe.
Los negociadores europeos tomaron conocimiento de que Hungría estaba en la lista de la FAFT recién en septiembre, después que Estados Unidos lanzó una campaña contra el lavado de dinero como posible fuente de financiamiento del terrorismo internacional.
«Que la UE vea a Hungría como uno de sus principales candidatos para la ampliación e ignore la realidad del lavado de dinero en ese país da prueba de la incapacidad del sistema de verificación europeo», dijo a IPS un diplomático francés que pidió el anonimato.
Los inspectores de la UE «nunca se preocupan por los hechos», dijo el diplomático, y agregó que «lo que les importa es la voluntad política de ciertos miembros para la ampliación, pero no la realidad en el terreno».
Analistas políticos creen que Alemania se beneficiará de los planes de extensión de la UE. «El ingreso de Polonia, República Checa y Hungría a la Unión Europea convertirá a Alemania en el centro político del continente», señaló Alfred Grosser, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de la Sorbonne, en París.
Hasta ahora, Francia y España son los principales beneficiarios de los presupuestos europeos: la agricultura francesa y la infraestructura española obtienen el grueso de los subsidios europeos.
Pero con la extensión hacia el este los subsidios se trasladarán a Europa oriental, perjudicando a Francia y España.
La probable pérdida de subsidios europeos para sus productores agrícolas es una de las razones que parece haber motivado a Francia a oponerse a la apertura al este, indicaron analistas, aunque también plantearon que otro de los temores es el de complicaciones funcionales en una UE de 15 miembros.
«La UE no logró reformar sus instituciones, y ahora ella misma no está en condiciones de recibir a nuevos miembros», aseguró Leparmentier.
Los países de la UE no lograron ponerse de acuerdo en reformas del organismo durante la cumbre de Niza, en diciembre de 2000. Aunque todos los países miembros sabían que el proceso de decisiones necesitaba reformas radicales, optaron por su derecho de veto en materias de su interés.
Las decisiones pueden ser bloqueadas por un miembro principal de la UE o por una pequeña coalición.
La cumbre de Niza también fue escenario del choque entre Francia y Alemania por la cuestión de la demografía. Finalmente, Alemania, con una población de 80 millones, logró la aprobación de una reforma del Parlamento Europeo que perjudicó a Francia.
Sobre el hecho, Romano Prodi, presidente de la Comisión Europea, órgano ejecutivo de la UE, comentó que «varias instituciones, como el Consejo de Ministros, no pueden tomar decisiones, y deben transferirlas al Consejo de Europa», la conferencia regular de jefes de gobierno.
La cumbre de Laeken también decidirá sobre la sede de varias nuevas agencias. Varias ciudades compiten por albergar a los organismos de Control Alimentario y de Aviación Civil, la Academia de Policía Europea y el Buró para la Cooperación de Justicia. (FIN/IPS/tra-en/jg/mn/lp-mj/ip/01