Costa Rica recibirá el próximo año una cantidad sin precedentes de turistas, en especial estadounidenses que buscan la tranquilidad y seguridad perdida tras los atentados del 11 de septiembre en Nueva York y Washington.
El turismo costarricense ya se destaca en la región, al acaparar 25 por ciento de los 4,4 millones de personas que visitaron América Central en 2001, aportando más de 1.000 millones de dólares al producto bruto interno y constituyéndose en la principal fuente de divisas.
Las playas, las montañas y los pueblos ancestrales de este país recibieron 1,1 millones de turistas este año, 80 por ciento de los cuales procedían de Estados Unidos.
Uno de los técnicos que sostiene este pronóstico favorable es el economista Crist Inman, del privado Instituto Centroamericano de Administración de Empresas (Incae), quien aseguró que muchos más estadounidenses prefieren ahora lugares más tranquilos y cerca de su país para pasar su descanso anual.
El investigador del Incae, cuya sede principal está en Costa Rica y es considerado uno de los centros más importantes de América Latina y el Caribe, basó sus cálculos en proyecciones estadísticos y en estudios propios de la «industria sin chimeneas» de este país, a la que califica de «milagrosa».
Inman se refiere a la encuesta realizada en Estados Unidos por la compañía privada Yesawich, Pepperdine and Brown, una de las mayores empresas de publicidad de turismo del mundo, la cual indicó que muchos de los consultados preferían abordar vuelos más cortos y con destino a países próximos.
La oferta de Costa Rica es muy favorable para los estadounidenses que buscan esparcimiento en lugares más tranquilos y sin viajar demasiado lejos, ya que los vuelos desde Miami toman menos de tres horas y desde Houston y Atlanta, otras dos ciudades del sur de ese país, cerca de cuatro horas, apuntó.
El economista estadounidense sostuvo, además, que Costa Rica será uno de los grandes beneficiados con esta circunstancia, sin proponérselo por supuesto, gracias a una buena política implementada tiempo atrás para atraer viajeros estadounidenses y europeos, con la promoción de sus tranquilos sitios de descanso.
La publicidad del gobierno costarricense puso énfasis en particular en el llamado ecoturismo, cuyo lema es un país «sin ingredientes artificiales». Un perfil turístico muy rentable a largo plazo, comentó Inman.
«Costa Rica prácticamente inventó el turismo ecológico», cuyos cultores consumen más que los visitantes tradicionales que sólo buscan sol y arena, lo cual es una ventaja añadida, explicó.
Datos recopilados en centros turísticos convencionales, como Cancún, en México, o Punta Cana, en República Dominicana, indican que sólo quedan en el lugar 10 centavos de dólar por cada dólar que gasta un turista. En cambio, Costa Rica recoge casi la mitad de cada dólar que consume un visitante.
Los cálculos de Inman coinciden con los de su colega y compatriota Lawrence Pratt, graduado en la universidad de Yale y actual director adjunto del Centro Latinoamericano para la Competitividad y el Desarrollo Sostenible (Clads).
Estadísticas del Clads, centro de investigación también del Incae, revelan que el turismo mundial de sol y arena crece apenas cuatro por ciento al año, frente a un crecimiento arrollador de 25 a 30 por ciento del ecoturismo.
Esta modalidad turística representa hoy sólo cinco por ciento del turismo mundial, pero equivale a casi 200.000 millones de dólares al año. «El beneficio directo para Costa Rica podría sentirse en los próximos dos y tres años», explicó Pratt.
Inman y Pratt entienden que Costa Rica debe evitar la proliferación de los grandes hoteles de cadenas internacionales, que prefieren dedicarse al turismo convencional, y continuar fomentando la multiplicación de lugares pequeños que apuntan al ecoturista y a apreciar la biodiversidad.
Costa Rica es uno de los 20 países con mayor biodiversidad del planeta. Los científicos estiman que en sus 51.100 kilómetros cuadrados de territorio habitan más de 500.000 especies diferentes de animales, plantas y microorganismos.
Mientras, informes del gubernamental Instituto Costarricense de Turismo (ICT) señalan que ha comenzado a detenerse la caída de la afluencia de turistas al país registrada días después del 11 de septiembre.
La temporada alta turística de Costa Rica va de diciembre a abril.
La disminución de turistas en septiembre alcanzó a 11,3 por ciento, en octubre fue de 7,7 por ciento y en noviembre sólo llegó a 5,1 por ciento, todos respecto de los mismos meses de 2000.
El ministro de Turismo, Walter Niehaus, informó sobre la implementación de un plan para aminorar el impacto de los ataques terroristas, que incluye un paquete turístico conjunto con Cuba.
Niehaus explicó que Costa Rica ofrece todas las maravillas de la biodiversidad, mientras Cuba complementa las necesidades de sol y playa.
También se comenzó a desarrollar campañas de promoción en el exterior en varios idiomas, como hebreo, polaco, japonés y portugués.
Sin embargo, el optimismo de los expertos estadounidenses Inman y Pratt fue tomado con una mezcla de recelo y apoyo. El presidente de la Asociación Costarricense de Profesionales en Turismo, William Rodríguez, prefirió la cautela a la hora de vaticina una buena temporada.
Rodríguez justificó sus recelos señalando que los vuelos contratados previstos para esta temporada en el aeropuerto internacional Daniel Oduber, en la septentrional zona turística de Guanacaste, llegan sólo a siete semanales, frente a 17 el año pasado.
«El ecoturismo sigue siendo la parte minoritaria del sector en Costa Rica, la gran masa todavía es turismo de sol y arena», añadió.
Pero esta posición fue refutada por Ulises Rodríguez, administrador del hotel de Montaña Monteverde, quien sostuvo que el gran éxito del turismo del país ha sido su democratización.
«Aquí lo que abunda son pequeños hoteles y el mercado está muy distribuido, por eso creemos que no es bueno que el país promueva los grandes proyectos, sino el turismo ecológico más personalizado», comentó.
Por su parte, Olga Valverde, encargada de reservaciones del hotel Selva Verde, que promueve el ecoturismo, puntualizó que el vaticinio de los economistas del Incae se está cumpliendo.
Valverde explicó que un centro como Valverde ofrece caminatas por el bosque primario, paseos en bote por ríos, apreciación de mariposas y cabalgatas a caballo.
«Al principio creímos que los atentados terroristas iban a afectarnos de manera terrible, pero, para nuestra sorpresa, fue lo contrario y hoy casi tenemos las reservas agotadas para 2002 y ya estamos trabajando para la temporada de 2003», concluyó. (FIN/IPS/nms/dm/if/01