La vida política no volverá a ser lo mismo en Trinidad y Tobago, donde la conducta de los votantes ha estado tradicionalmente determinada por la lealtad étnica. Al menos, así lo aseguran organizaciones de la sociedad civil tras el fin de dos semanas de incertidumbre.
La resolución del empate de fuerzas en el parlamento entre el gobernante Congreso Nacional por la Unidad (UNC) y el opositor Movimiento Nacional del Pueblo (PNM) tuvo lugar el lunes, cuando el presidente, Arthur Robinson, designó primer ministro a Patrick Manning, del PNM.
El PNM y el UNC lograron 18 escaños cada uno en el parlamento de 36 bancas en las elecciones generales del 10 de diciembre. En cuanto a Robinson, pertenece a la Alianza Nacional para la Reconstrucción.
Robinson llamó a Manning y al primer ministro saliente, Basdeo Panday, a «elaborar un paquete que permita al país mantener su integridad y la aplicación de los programas y políticas de interés nacional».
Panday y Manning convinieron en un plan de 10 puntos, pero dejaron librada la decisión sobre cuál de los dos sería primer ministro.
Robinson declaró que los «valores espirituales morales» y «la ley y el orden» jugaron un papel importante en la designación de Manning.
Algunos analistas interpretaron la declaración del jefe de Estado como una alusión a las acusaciones de corrupción que pesaron sobre el gobierno de Panday, quien el año pasado había ganado un segundo mandato. Pero debió convocar a elecciones anticipadas cuando una ruptura en el UNC amenazó disolver su frágil mayoría parlamentaria.
El diario Trinidadian Guardian afirmó este miércoles que el presidente pretende crear un nuevo escenario político, libre de viejas polémicas.
«Desde el punto de vista del presidente, Manning tiene más posibilidades de adherir a estos valores que Panday. Mucho dependerá de la reacción de Panday ante los comentarios del presidente», destacó el diario.
El regreso de Manning al gobierno, del que había salido en 1995, alentó esperanzas de organizaciones de la sociedad civil, que ven la oportunidad de reformas sociales y constitucionales y apuestan al fin del comportamiento electoral basado en la composición étnica de la población.
«El camino hacia adelante no es un asunto a decidirse únicamente entre el presidente y los dirigentes políticos», advirtió la no gubernamental Red para el Avance de la Mujer. «El punto de vista de las mujeres debe ser tenido en cuenta» para lograr «la verdadera democracia», agregó.
«Nos movilizaremos durante las próximas semanas y manifestaremos la perspectiva de las mujeres en relación a las decisiones cruciales que serán adoptadas. Estamos dispuestas a recuperar el equilibrio de poder entre hombres y mujeres», declaró la Red.
Así mismo, el Centro Nacional de Uniones Sindicales (NATUC, por sus siglas en inglés), la Organización Interreligiosa (IRO) y la Asociación Consultora del Empleado (ECA), se unieron para exigir «en el futuro, la consulta a todos en asuntos de importancia nacional».
«Debe haber más consulta, más participación popular en materia de decisiones», dijo el presidente de la IRO, Noble Khan.
Según el NATUC, las elecciones del 10 de diciembre «marcaron el comienzo del fin de la democracia controlada, en la cual las decisiones políticas estuvieron en manos de unos pocos, mientras el resto de la sociedad quedaba excluida».
Los comicios presentaron una oportunidad «a las instituciones y a la sociedad civil para unirse en un diálogo serio y determinar por consenso una salida para Trinidad y Tobago», agregó la central sindical.
Por su parte, los académicos se unieron para declarar que la crisis política brindó «una oportunidad histórica para revisar el actual sistema institucional, para elaborar una constitución que refleje con mayor exactitud la estructura de la sociedad y las metas de sus electores».
«Creemos que cualquier acuerdo interino debe reflejar la necesidad de la expresión democrática de opiniones sobre propuestas legislativas y de otra índole dentro y fuera del parlamento», señalaron los universitarios.
Las elecciones confirmaron la tendencia tradicional en esta república compuesta por dos islas a la votación según líneas étnicas, que divide casi en partes iguales a los grupos de origen indio y africano.
Panday, el primer jefe de gobierno de origen indio, se refirió a la necesidad de un gobierno de unidad nacional que comprenda el «abanico» de etnias del país, pero miembros de la oposición y algunos analistas calificaron su discurso de proselitista.
Tras dar su juramento como primer ministro el lunes, Manning, perteneciente al grupo afrotrinitario, se apresuró a tranquilizar a la población.
«Nos proponemos ser tan equitativos como podamos en la conducción de nuestros asuntos públicos. No vamos a atropellar a nadie», aseguró el primer ministro. (FIN/IPS/tra- en/pr/aa/lp/ff/ip/01