Trabajadoras de la industria de la vestimenta de Bangladesh cosen en malas condiciones y por salarios ínfimos la ropa y los sombreros deportivos de los estudiantes estadounidenses, advirtió el no gubernamental Comité Nacional del Trabajo.
El grupo desarrolló durante 19 días una campaña en siete estados de Estados Unidos que alcanzó a 25 universidades, donde los estudiantes compran gran parte de la vestimenta producida en Bangladesh bajo duras condiciones de trabajo.
Además de esos centros de estudio, entre los principales compradores de indumentaria hecha en Bangladesh figuran las compañías de vestimenta deportiva Wilson, Nike, Reebok, Headmaster Inc., New Era, Falcon Headwear y Ahead Headgear.
Una red de organizaciones estudiantiles reclama la garantía de los derechos laborales de los trabajadores de la industria de la vestimenta en todo el mundo.
La campaña de denuncias se realizó en conjunto con los estudiantes, «quienes presionan a las universidades para que éstas exijan a los fabricantes el cumplimiento de los códigos de conducta», dijo Laura Mcspedon, de la organización Empleos en Justicia, con sede en Washington.
Los códigos de conducta obligan a los fabricantes y concesionarios a cumplir normas básicas que incluyen un salario suficiente para vivir, pago de horas extra, un ambiente laboral seguro y saludable y el derecho a la libertad de asociación y negociación colectiva.
«Desde niña tuve que trabajar entre 12 y 14 horas diarias, y a veces hasta 20 horas al día», relató Janu Akhter, de 22 años, quien trabaja en la industria de la vestimenta en Bangladesh desde los 12 años.
Al llamado de atención y apoyo a los estudiantes universitarios de Janu se sumaron su compatriota Nasrin Akhter, de 21 años, y el estadounidense Charles Kernaghan, director del Comité Nacional del Trabajo (NLC, según sus siglas en inglés).
En el pasado, los estudiantes realizaron demostraciones de protesta sentados en puntos claves de los campus universitarios y firmaron peticiones contra las condiciones de trabajo en países en que se fabrica la ropa que usan.
«Reconocemos el poder de los estudiantes. Las compañías les temen», dijo Kernaghan.
Cerca de 1,6 millones de trabajadores de la industria de la vestimenta de Bangladesh producen 980 piezas por año para el mercado estadounidense.
Los trabajadores, en su mayoría mujeres, trabajan en turnos de 14 horas, desde las 8 am hasta las 10 pm, siete días a la semana, a cambio de un salario promedio de ocho centavos de dólar la hora, denunciaron los activistas de la campaña.
Aunque las normas laborales en Bangladesh estipulan una semana laboral de 48 horas y un salario mínimo de 22 centavos de dólar la hora, las trabajadoras sostienen que el Ministro de Trabajo nada hace para cumplir la ley.
El NLC ha presentado denuncias de trabajo infantil, horas extra forzadas, violencia física y verbal, y la negación total del derecho de asociación sindical.
Tras un incendio en una fábrica de vestimenta en Bangladesh en que murieron 51 mujeres, ocho de ellas de entre 10 y 14 años de edad, el NLC comenzó a trabajar con sindicatos y organizaciones no gubernamentales del país asiático en noviembre de 2000.
Nasrin, operadora de una máquina de coser de la empresa Shan Makhdum Garments, que fabrica camisetas con el diseño del personaje «Pooh», de Disney, dijo en su testimonio que su salario promedio es de 14 centavos de dólar la hora.
Según el NLC, «las trabajadoras reciben cuatro centavos de dólar por cada camiseta de Pooh que fabrican, las que se venden a 17,99 dólares. La cifra equivale a un quinto del uno por ciento del precio minorista de la pieza».
Según el testimonio de Janu y Nasrin, el aire en las fábricas está contaminado con las fibras textiles y hay escasa ventilación, lo cual causa problemas respiratorios.
A causa de la presión constante, las largas horas de trabajo, el ambiente contaminado y la iluminación insuficiente, las trabajadoras padecen dolores de cabeza y oculares, tos, problemas gástricos y anemia, añadieron las trabajadoras.
Caitlin Grabarek, integrante de la Alianza de Estudiantes Progresistas de la Universidad del Lousiana, dijo que «los estudiantes se emocionaron ante los testimonios de las jóvenes trabajadoras y planifican seguir de cerca su situación a su regreso a Bangladesh, ya que sus empleos, y posiblemente hasta su vida corran riesgos».
Natalie Pineiro, presidenta de Estudiantes Unidos contra la Explotación en Fábricas, de la Universidad Denison, en el estado de Ohio, dijo que los estudiantes ya comenzaron a firmar una petición para presionar a los fabricantes locales para que mantengan las fábricas abiertas en los países en desarrollo y protejan los derechos humanos básicos de los trabajadores».
Tras la visita de las jóvenes trabajadoras, muchos estudiantes se comprometieron a exigir el cumplimiento de los códigos de conducta en las plantas de vestimenta en Bangladesh.
Erin McGrath, del Consorcio de Derechos de los Trabajadores (WRC), dijo que «los estudiantes presionan a la administración de las universidades para que ésta presione a sus consignatarios, para que a su vez presionen a los fabricantes y éstos mejoren las condiciones en que se fabrica la vestimenta estudiantil».
El WRC es una institución sin fines de lucro con sede en Washington que promueve la adopción de códigos de conducta por parte de las universidades.
Las universidades afiliadas al WRC están obligadas a dar información sobre la ubicación de los fábricas y a incluir códigos de conducta en sus contratos de concesión.
Unas 92 universidades de todo Estados Unidos integran el WRC, entre ellas algunas para las que Janu cose sombreros deportivos.
Pero ella y Narsin aseguraron que cuando los compradores estadounidenses viajan a Bangladesh para inspeccionar las fábricas, los supervisores ordenan a las trabajadores mentir sobre sus condiciones de trabajo.
McGrath dijo que el WRC busca enfrentar este problema con inspecciones sorpresivas y mediante «el trabajo con expertos locales que inspiren confianza a los estudiantes». (FIN/IPS/tra-en/mtm/aa/lp/mlm/lb/01