SOMALIA: Al menos, Estados Unidos no atacará

Estados Unidos parece haber descartado la ampliación a Somalia de la guerra contra el terrorismo comenzada en Afganistán, para alivio de ese país del Cuerno de Africa, que está en ruinas tras una década de guerra civil y aislamiento.

Pero Somalia tiene por delante un año extremadamente difícil, ante la persistente escasez de alimentos y el cierre de la compañía de servicios bancarios Al-Barakat, a través de la cual los emigrantes enviaban dinero a sus familiares.

Autoridades de la embajada de Estados Unidos en Kenia desestimaron la posibilidad de un ataque contra Somalia, señalada en principio como posible refugio de miembros de la red terrorista islámica Al Qaeda, del saudita Osama bin Laden.

Durante semanas circularon en los medios internacionales de prensa rumores sobre un eventual ataque por aire de Estados Unidos contra Somalia desde bases en Kenia.

La semana pasada, la embajada de Estados Unidos en Nairobi postergó una prevista rueda de prensa de funcionarios enviados al sur de Somalia, donde discutieron sobre terrorismo con jefes de clanes rivales.

El gobierno provisorio del presidente Abdul Kassim Salat confirmó la visita, pero negó que en Somalia se ocultaran seguidores de bin Laden.

«Delegaciones estadounidenses han visitado Somalia y no vieron campos ni organizaciones terroristas», dijo Salat en una entrevista con el diario árabe Asharq al-Awsat.

Jefes de clanes de Somalia acusaron al incipiente Gobierno Nacional de Transición de hospedar a miembros de Al Qaeda y se niegan a negociar con Salat.

El diario Wall Street Journal, de Estados Unidos, sostuvo que los agentes de inteligencia estadounidenses destacados dos meses atrás en Somalia no hallaron campos de entrenamiento de Al Qaeda ni ninguna otra información que justificara una acción militar al estilo de la emprendida en Afganistán.

El secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Kofi Annan, urgió a Washington a dejar atrás sus planes de ampliar su campaña mundial contra el terrorismo.

«No tengo evidencias ni motivos para respaldar la posición según la cual la guerra debe llevarse a otras áreas», dijo Annan durante una visita a Suecia.

Somalia cayó en el caos en 1991, cuando el opositor Congreso Somalí Unido derrocó al presidente Mohammed Siad Barre. Desde entonces, el país permanece dividido en feudos controlados por milicias rivales.

Dieciocho soldados estadounidenses fueron muertos en 1993 en Mogadiscio por las milicias de Mohammed Farah Aidid, un señor de la guerra que había impuesto su poder en la capital.

El episodio determinó a Washington y a la ONU a retirar en 1994 las fuerzas que habían enviado al país para acabar con la anarquía.

El gobierno de transición, elegido el año pasado, aún debe reafirmar su autoridad sobre los líderes tribales que controlan porciones de la fértil región meridional.

Osman Ali Ato, uno de los jefes tribales, firmó un acuerdo con el gobierno transitorio en una conferencia de facciones somalíes finalizada esta semana en Nairobi.

Pero Hussein Aidid, jefe de un poderoso clan, no concurrió a la reunión y se niega a reconocer la autoridad del nuevo gobierno instalado en Mogadiscio. Hussein es hijo del fallecido Mohammed Farah Aideed, el verdugo de las tropas estadounidenses en 1993.

Las perspectivas para 2002 son desalentadoras para el pueblo somalí, a juzgar por un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y del Programa Mundial de Alimentos.

La Unidad de Evaluación de la Seguridad Alimentaria de la FAO realizó a mediados de este mes una investigación en la región meridional de Gedo con resultados «alarmantes».

La desnutrición entre los 60.000 habitantes del distrito de Belet Hawa, en Gedo, es «excesivamente alta». Treinta y siete por ciento de los pobladores de esa zona son menores de cinco años.

Un estudio similar realizado el año pasado en la misma localidad reveló una desnutrición 50 por ciento menor.

Gedo es el epicentro de la crisis, pero otras zonas, incluyendo las septentrionales, están en «una condición extremadamente frágil», según un documento de la FAO.

El aumento de la desnutrición es atrubuido a la caída de las remesas del exterior, determinada a su vez por la decisión de Estados Unidos de congelar los activos de la empresa de servicios bancarios del grupo somalí Al-Barakat.

El bloqueo de los fondos de Al-Barakat, ordenado por Estados Unidos tras los ataques del 11 de septiembre contra Nueva York y Washington, dejó a muchas familias sin dinero para la compra de alimentos.

Las remesas han sido esenciales para parte de la población somalí durante los últimos años de colapso económico. (FIN/IPS/tra-en/ja/mn/lp/ff/ip/01

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