Muchos niños refugiados en la capital de Rusia a causa de la crisis económica que atraviesan las repúblicas ex soviéticos y las guerras en la región reciben educación y ayuda de organizaciones de voluntarios, que procuran darles armas para escapar de la pobreza.
Los niños refugiados, cuyas familias fueron desplazadas por las guerras posteriores a la caída de la Unión Soviética en 1991, son los más vulnerables.
Aunque no hay estadísticas sobre el número de menores refugiados en Rusia, se trata, según expertos, de decenas de miles.
Sólo 10 por ciento de las 40.000 personas sin techo en Moscú son naturales de la ciudad. El 90 por ciento restante procede de otras regiones de Rusia o repúblicas ex soviéticos, aseguró Vladimir Kurushin, presidente del departamento de Asuntos Sociales del gobierno municipal moscovita.
La llegada de refugiados a la relativamente próspera área de Moscú también tiene su origen en factores sociales como la pobreza, además de las guerras.
Casi 18 millones de niños viven en la pobreza en Europa oriental y la disuelta Unión Soviética, según el informe 2000 del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef). La mayoría de los niños pobres, unos 16 millones, viven en países ex soviéticos.
La pobreza aumentó desde la caída del régimen comunista, pero es imposible tener datos fidedignos porque la Unión Soviética no publicaba estadísticas sobre la materia.
Más de la mitad de los adolescentes entre 15 y 18 años no reciben educación en los países de Asia Central. La cifra aumentó con rapidez, pues en 1989 eran un tercio los que no asistían a las aulas. En Moldova y Tajikistán, casi tres cuartos de los menores viven con menos de 2,15 dólares estadounidenses por día.
Millones de menores continúan sufriendo pobreza y marginalidad, aseguró Carol Bellamy, directora ejecutiva de Unicef.
La agencia de la Organización de las Naciones Unidas exhortó a Rusia a destinar más dinero de su presupuesto a programas sociales para proteger de los efectos de la crisis económica a sus 35 millones de habitantes menores de 18 años, entre ellos siete millones de menos de cinco años.
Pero el gobierno aún no tomó medidas para ayudar a los niños rusos desfavorecidos, en especial los refugiados.
El Centro para la Adaptación y Educación de Niños Refugiados es una organización no gubernamental que atiende en Moscú a menores de edad brindándoles becas educativas y asistencia psicológica.
La institución fue creada en 1996 con el auspicio del no gubernamental Comité de Asistencia Cívica, fundado tras el fin del comunismo para dar respaldo legal y material a refugiados en Moscú.
El Comité atiende ahora a unos 10.000 refugiados en el área de Moscú, un tercio de los cuales son niños en edad escolar.
El caso de Asuyev, un niño de 13 años refugiado en Moscú tras la segunda guerra en su natal Chechenia de 1991 a 2000, es paradigmático de los éxitos logrados por el Centro.
Tras la destrucción con misiles de su hogar en Grozny, la capital chechena, y la muerte de su padre en 1999, Asuyev huyó con su madre y su hermano enfermo al área moscovita de Zelenograd.
Una vez en Moscú, Asuyev se enfrentó con los mismos problemas que los miles de niños refugiados en la ciudad. Para poder concurrir a la escuela se le exigió registrarse ante las autoridades municipales, pero la lenta marcha de la burocracia aún no le permite asistir a clases.
Sin embargo, Asuyev recibió el apoyo del Centro y logró superar el estrés del trauma de la guerra y sus subsiguientes dificultades de aprendizaje.
El Centro para la Adaptación y Educación de Niños Refugiados brinda a los menores lecciones individuales de lengua rusa, matemáticas e inglés. Debido a la falta de espacio en su local, los refugiados reciben lecciones rotativas, entre seis y ocho a la semana.
«Estos niños desplazados necesitan ayuda para reintegrarse en la sociedad. Tras el estrés de la huida de la zona en guerra, necesitan rehabilitación», destacó Ilya Kolmanovsky, cofundador del Centro.
Cinco años atrás, Kolmanovsky convenció a algunos estudiantes de la Universidad de Moscú para que trabajaran como voluntarios y dieran lecciones a los menores de edad refugiados. Desde entonces, el número de maestros supera al de estudiantes.
Entre los profesores también hay voluntarios internacionales supervisados por dos maestros experimentados de la oficina en Moscú del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados.
El Comité de Asistencia Cívica se ocupa de unos 10.000 refugiados en la región de Moscú. Un tercio de ellos son niñas y niños en edad escolar a quienes se les negó la inscripción en la escuela aun cuando las leyes de registro ante las autoridades locales fueron consideradas ilegales por una Corte Constitucional en 1996.
El Comité ha logrado la revisión judicial de muchos casos en que las autoridades municipales se negaron a aceptar el registro de niños refugiados. (FIN/IPS/tra-en/sb/sm/lp-mj/pr hd/01