La batalla contra el sida en Sudáfrica, el país más afectado por la pandemia, fue librada este año en los tribunales, primero contra los laboratorios y luego contra el gobierno, en procura de medicinas para salvar vidas.
Pese a la victoria judicial de marzo, que permitió a Sudáfrica importar medicamentos de bajo costo contra el sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), el país perdió en pocos meses el liderazgo regional en la lucha contra la enfermedad.
En tan sólo un año, 40 millones de sudafricanos adquirieron conciencia sobre los beneficios de los medicamentos antirretrovirales, en un país donde 4,7 millones de personas están infectadas, mientras el gobierno de Thabo Mbeki continuó negándose a generalizar los tratamientos.
Las manifestaciones con carteles que rezaban «Mbeki, denos Nevirapina», o «AZT para embarazadas y recién nacidos ya», en referencia a dos de los medicamentos antirretrovirales, señalan claramente el estado de la opinión pública.
La sociedad se enfrentó en primer lugar a las grandes compañías farmacéuticas y luego al propio gobierno, para obtener tratamientos que, en Occidente, lograron que convertir la condena a muerte del sida en una enfermedad manejable.
Mientras la epidemia se encamina a su pico en Africa subsahariana, la región que es epicentro de la epidemia mundial, la batalla se focaliza en obtener tratamientos de bajo costo o gratuitos.
En 2001, 2,3 millones de africanos murieron de sida, mientras 3,4 millones de personas contrajeron el mal en Africa subsahariana, lo cual eleva a 28 millones la cantidad de infectados en la subregión, aseguró el Programa Conjunto de Naciones Unidas para el VIHS/Sida (Onusida).
Pero apenas 30.000 personas tienen acceso a medicación antirretroviral en todo el continente, advirtió Onusida.
Este mes, la justicia de Sudáfrica ordenó la puesta en marcha de un programa de tratamientos gratuitos para evitar la transmisión madre-hijo del VIH (virus de inmunodeficiencia humana, causante del sida), que contagia a casi 70.000 recién nacidos por año.
Pero la ministra de Salud, Manto Tshabalala Msimang, anunció la apelación del fallo, abriendo el camino para otro año de estancamiento.
Los demandantes, nucleados en la civil Campaña de Acción por Tratamientos, asumieron la defensa de niños y niñas, alegando que el gobierno debe proteger el derecho a la vida y a la salud de todos los habitantes.
Luego del éxito judicial que el gobierno sudafricano obtuvo frente a 40 empresas farmacéuticas que procuraban impedir la importación de antirretrovirales genéricos, mucho menos costosos que los productos originales, Mbeki no dio un solo paso para aprovechar esa victoria.
El gobierno siguió cuestionando la eficacia de los antirretrovirales, y agitando dudas sobre sus efectos tóxicos.
Mientras tanto, Senegal, Uganda y Botswana ponen en marcha programas de tratamiento y Kenia se apresta a importar medicinas genéricas fabricadas en Brasil, India y Cuba.
Muchas de las iniciativas son encabezadas por mujeres, como Sindiswa Godwana, una activista contra el sida que recorrió 1.100 kilómetros desde la austral Ciudad del Cabo, donde vive, hasta Pretoria, para asistir como protagonista a la batalla judicial de marzo.
El poderoso grupo farmacéutico sucumbió a la elocuente presión de activistas como Godwana y el juicio fue festejado como una victoria para los países en desarrollo como Sudáfrica.
Godwana, de 31 años, no sólo recorre calles y oficinas reclamando medicinas, también trabaja como consejera de mujeres jóvenes que padecen las infecciones oportunistas que se manifiestan en los portadores de sida.
«El jenjibre es excelente para la gripe y el ajo fortalece el sistema inmunitario», pero no tanto como las medicinas que reclamamos, dijo Godwana. La activista recuerda los nombres de los amigos y amigas que mueren cuando el jenjibre y el ajo ya no son suficientes.
El caso contra los laboratorios allanó el camino para que otras naciones introdujeran leyes para superar las limitaciones impuestas por el régimen de propiedad intelectual de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
A partir de marzo, las compañías farmacéuticas comenzaron a reducir en forma drástica los precios de sus medicamentos, algunos de los cuales cayeron hasta 85 por ciento de su costo inicial.
En países como Botswana y Lesotho, los laboratorios están entregando medicinas gratuitamente durante un periodo estipulado.
Si bien estas medidas son bienvenidas, los activistas subrayan que son parciales, y reclaman un sistema mundial de reducciones de precios, que aporte parámetros ciertos.
Los laboratorios «se muestran proclives a arreglos limitados y particulares y no a las importaciones (que) reduzcan sus márgenes de ganancias», sostiene un informe de la revista Courier, publicada por el grupo de países pobres de Asia, el Caribe y el Pacífico.
Por otra parte, también se requieren más recursos. «Africa está movilizada y lista para aprovechar todos los programas existentes, pero se necesita una urgente inyección de fondos, y el dinero no aparece», advirtió el enviado especial de Naciones Unidas para el Sida en Africa, Stephen Lewis.
La OMC aprobó en noviembre un documento, según el cual el acuerdo de Aspectos de la Propiedad Intelectual Relacionados con el Comercio (TRIPS) no puede limitar el derecho de los países en desarrollo a actuar en favor de la salud pública.
El juicio y esta declaración crearon un ámbito más adecuado para que los países pobres obtengan medicamentos baratos, mediante la reducción de precios por licencias forzosas de patentes o por la importación de genéricos.
Con el epicentro de la pandemia en Africa austral, las evasivas del gobierno sudafricano resultan aún más incomprensibles. (FIN/IPS/tra-eng/fk/mn/dc/hd/01